1 Crónicas 10:1-14

1 Los filisteos combatieron contra Israel, y los hombres de Israel huyeron delante de los filisteos y cayeron muertos en el monte Gilboa.

2 Los filisteos persiguieron de cerca a Saúl y a sus hijos; y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.

3 La batalla arreció contra Saúl, y los que tiran con el arco lo encontraron; y fue herido gravemente por los arqueros.

4 Entonces Saúl dijo a su escudero: “Saca tu espada y atraviésame con ella, no sea que vengan esos incircuncisos y hagan mofa de mí”. Pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada y se dejó caer sobre ella.

5 Al ver su escudero que Saúl estaba muerto, él también se dejó caer sobre su espada y murió.

6 Así murió Saúl, y sus tres hijos y todos los de su casa murieron junto con él.

7 Y al ver todos los hombres de Israel que estaban en el valle que los de Israel habían huido, y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron. Entonces los filisteos fueron y habitaron en ellas.

8 Aconteció que al día siguiente, cuando los filisteos fueron para despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos caídos en el monte Gilboa.

9 Lo despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar la buena noticia a sus ídolos y al pueblo.

10 Después pusieron sus armas en el templo de sus dioses, y clavaron su cabeza en el templo de Dagón.

11 Cuando todos los de Jabes, en Galaad, oyeron todo lo que los filisteos habían hecho con Saúl,

12 todos los hombres valientes se levantaron y tomaron el cadáver de Saúl y los cadáveres de sus hijos, y los llevaron a Jabes. Enterraron sus restos debajo de la encina en Jabes y ayunaron siete días.

13 Así murió Saúl por la infidelidad que cometió contra el SEÑOR, respecto a la palabra del SEÑOR, la cual no guardó, y porque consultó a quien evoca a los muertos pidiendo consejo,

14 en lugar de pedir consejo al SEÑOR. Por esta causa él lo hizo morir y transfirió el reino a David hijo de Isaí.

DERROTA Y MUERTE DE SAUL.

1. Los Filisteos pelearon con Israel—Los detalles de este capítulo no tienen relación con las genealogías anteriores, y parece ser incluído sólo para introducir el relato de la elevación de David al trono del reino entero. El paralelo entre los libros de Samuel y Crónicas empieza en este capítulo que relata el resultado de la fatal batalla de Gilboa casi en las mismas palabras 1 Samuel 31.

3. agravóse la batalla sobre Saúl, y le alcanzaron los flecheros, y fué de los flecheros herido—Las palabras hebreas pueden traducirse así: “Los flecheros le hallaron, y él temía a los flecheros”. No estaba herido, por lo menos peligrosamente, cuando resolvió suicidarse. El hecho fué por el efecto de un terror repentino y una abrumadora depresión de espíritu. (Calmet).

4. mas su escudero no quiso, porque tenía gran miedo—Estaba colocado, en efecto, en la misma situación peligrosa que Saúl. Pero es probable que los sentimientos que lo detenían para cumplir el deseo de Saúl, era un profundo respeto a la realeza, mezclado con el temor del estupor que semejante catástrofe traería a los sentimientos e intereses nacionales.

6. murió Saúl, y sus tres hijos; y toda su casa—Sus hijos y cortesanos que estaban en la batalla. Parece que Is-boseth y Mefiboset estaban detenidos en Gabaa por causa de su juventud.

8-14. LOS FILISTEOS TRIUNFAN SOBRE EL.

10. pusieron sus armas en el templo de su dios—Era costumbre entre los paganos prometer a una deidad favorita o nacional, que, en caso de victoria, le serían dedicadas las armas del rey enemigo y de algún general, como ofrenda de gratitud. Tales trofeos generalmente eran colgados de las columnas del templo. colgaron la cabeza en el templo de Dagón—Mientras que el torso o cadáver sin cabeza fué atado sobre el muro de Beth-San (1 Samuel 31:10).

13. murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová—Por haber perdonado al rey de los amalecitas y tomado los rebaños del pueblo como despojos, así como también por haber consultado a una adivina. Ambos actos eran grandes pecados, el primero por ser violación de un mandato expreso y positivo de Dios, y el segundo contrario a un bien conocido estatuto del reino (Levítico 19:31).

14. Y no consultó a Jehová—Lo había hecho en forma (1 Samuel 28:6), pero no en el espíritu de un penitente humilde, ni con la confianza de fe de un sincero adorador. Su consulta, en efecto, fué una mera burla, y su total falta de toda impresión religiosa correcta, se manifestó en su abandono de Dios para acudir a una miserable impostora que estaba en el servicio del diablo.

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