1 Samuel 12:1-25

1 Entonces Samuel dijo a todo Israel: — He aquí que he escuchado su voz en todo lo que me han dicho, y he constituido un rey sobre ustedes.

2 Ahora, he aquí que su rey irá delante de ustedes. Yo ya soy viejo y estoy lleno de canas, y he aquí que mis hijos están con ustedes. Yo he andado delante de ustedes desde mi juventud hasta el día de hoy.

3 Heme aquí: Testifiquen contra mí en presencia del SEÑOR y en presencia de su ungido. ¿De quién he tomado un buey? ¿De quién he tomado un asno? ¿A quién he defraudado? ¿A quién he oprimido? ¿De mano de quién he aceptado soborno para cerrar mis ojos por ello? Testifiquen contra mía, y yo se lo restituiré.

4 Ellos respondieron: — No nos has defraudado ni nos has oprimido ni has tomado nada de mano de nadie.

5 Él les dijo: — El SEÑOR es testigo contra ustedes. También su ungido es testigo en este día, que no han hallado en mi poder ninguna cosa. Ellos respondieron: — ¡Él es testigo!

6 Entonces Samuel dijo al pueblo: — El SEÑOR es quien designó a Moisés y a Aarón, y sacó a los padres de ustedes de la tierra de Egipto.

7 Ahora, preséntense para que yo exponga con ustedes el caso ante el SEÑOR, respecto a todos los actos de justicia que el SEÑOR ha hecho por ustedes y por sus padres.

8 Después que Jacob entró en Egipto, sus padres clamaron al SEÑOR, y el SEÑOR envió a Moisés y a Aarón, quienes sacaron de Egipto a los padres de ustedes y los hicieron habitar en este lugar.

9 Pero ellos se olvidaron del SEÑOR su Dios, y él los entregó en mano de Sísara, jefe del ejército de Hazor, en mano de los filisteos y en mano del rey de Moab, quienes les hicieron la guerra.

10 Ellos clamaron al SEÑOR y dijeron: “Hemos pecado, porque hemos abandonado al SEÑOR y hemos servido a los Baales y a las Astartes. Pero ahora, líbranos de mano de nuestros enemigos, y te serviremos”.

11 Entonces el SEÑOR envió a Jerobaal, a Barac, a Jeftéy a Samuel, y los libró de mano de sus enemigos de alrededor; y habitaron seguros.

12 Entonces, al ver que Najas, rey de los amonitas, venía contra ustedes, me dijeron: “¡No! Más bien, que haya un rey que reine sobre nosotros”, aun cuando el SEÑOR el Dios de ustedes era su rey.

13 »Ahora pues, he aquí el rey que han elegido, el cual han pedido. He aquí que el SEÑOR ha constituido un rey sobre ustedes.

14 Si temen al SEÑOR y le sirven, si obedecen su voz y no se rebelan contra el mandato del SEÑOR, entonces vivirán en pos del SEÑOR su Dios, tanto ustedes como el rey que reine sobre ustedes.

15 Pero si no obedecen la voz del SEÑOR y si son rebeldes al mandato del SEÑOR, entonces la mano del SEÑOR estará contra ustedes y contra su rey.

16 Preséntense, pues, ahora y vean esta maravilla que el SEÑOR va a hacer ante los ojos de ustedes.

17 ¿No es ahora la siega del trigo? Sin embargo, yo invocaré al SEÑOR, y él enviará truenos y aguaceros para que conozcan y vean que es grande la maldad que han cometido ante los ojos del SEÑOR, al haber pedido un rey para ustedes.

18 Samuel invocó al SEÑOR, y aquel día el SEÑOR envió truenos y aguaceros. Y todo el pueblo temió en gran manera al SEÑOR y a Samuel.

19 Entonces todo el pueblo dijo a Samuel: — ¡Ruega al SEÑOR, tu Dios, por tus siervos, para que no muramos! Porque a todos nuestros pecados hemos añadido el mal de pedir un rey para nosotros.

20 Y Samuel respondió al pueblo: — No teman. Ustedes han cometido todo este mal; pero con todo, no se aparten de en pos del SEÑOR, sino sirvan al SEÑOR con todo su corazón.

21 No se aparten tras las vanidades que no sirven ni libran, ya que son vanidades.

22 Pues el SEÑOR no desamparará a su pueblo, por causa de su gran nombre; porque él ha querido hacerlos pueblo suyo.

23 En cuanto a mí, ¡lejos esté de mí pecar contra el SEÑOR dejando de rogar por ustedes! Al contrario, los instruiré en el camino bueno y recto.

24 Solamente teman al SEÑOR y sírvanle con fidelidad y con todo su corazón, considerando cuán grandes cosas él ha hecho por ustedes.

25 Pero si perseveran en hacer el mal, ustedes y su rey perecerán.

SAMUEL TESTIFICA SU INTEGRIDAD.

1. dijo Samuel a todo Israel—Este discurso público fué hecho después de la solemne reinstalación de Saúl, y antes que se separaran de la convención en Gilgal. Habiendo Samuel desafiado al pueblo para que hiciera un examen de su vida, recibió un testimonio unánime al honor inmaculado de su carácter personal como también a la justicia e integridad de su administración pública.

5. Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo—que, por la confesión de ellos mismos, él no les había dado motivo para cansarse del gobierno divino por medio de jueces, y que, por lo tanto, la culpa de desear un cambio de gobierno era de ellos. Esto fué sólo insinuado, y ellos no se dieron cuenta cabal del objeto de su discurso.

6-16. REPRENDE AL PUEBLO POR SU INGRATITUD.

7. Ahora pues, aguardad, y yo os haré cargo delante de Jehová—El intento de este discurso fiel y firme fué el de mostrarles, que, aunque habían conseguido el cambio de gobierno que habían deseado tan importunamente, su conducta era altamente desagradable a su Rey celestial; sin embargo, si ellos seguían fieles a él y a los principios de la teocracia, podrían librarse de muchos de los males a los cuales los expondría el nuevo estado de cosas. En confirmación de estas declaraciones, no menos que en la evidencia del desagrado divino, sucedió un notable fenómeno, por la invocación del profeta, del cual él había dado la debida advertencia.

11. Bedán—La Versión de los Setenta dice: “Barac”; y por “Samuel” algunas versiones dicen “Samsón”, lo cual parece más natural que el hecho de que el profeta se mencionara a sí mismo omitiendo completamente el nombre del más grande de los jueces. (Cf. Hebreos 11:32).

17-25. LOS ESPANTA CON TRUENOS EN TIEMPO DE LA COSECHA.

17. ¿No es ahora la siega de los trigos?—La cosecha de trigo en Palestina ocurre hacia fines de junio o principios de julio, cuando rara vez llueve, y el cielo es sereno y despejado. No pudo haber habido una prueba más poderosa ni más apropiada de su misión divina que el fenómeno de la lluvia y los truenos que cayeron sin ningún pronóstico de su llegada por la predicción de una persona que se declaraba profeta, y que lo hizo para atestar que eran verdaderas sus palabras. El pueblo lo consideró una manifestación del poder divino, y, aterrados, pidieron al profeta que orara por ellos; prometiendo hacerlo, él disipó sus temores. La conducta de Samuel en todo este asunto del nombramiento de Saúl, lo señala como un hombre grande y bueno, quien subordinó todas las consideraciones privadas y personales a su celo desinteresado por el bien de su patria, y cuyas últimas palabras en público fueron para advertir al pueblo y a su rey, el peligro de la apostasía y la desobediencia.

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