1 Samuel 26:1-25

1 Entonces los de Zif fueron a Saúl, a Gabaa, y le dijeron: — ¿No está David escondido en la colina de Haquila, que mira hacia Jesimón?

2 Saúl se levantó y descendió al desierto de Zif, acompañado por tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.

3 Y Saúl acampó en la colina de Haquila, que mira hacia Jesimón, junto al camino. David, que permanecía en el desierto, vio que Saúl había venido al desierto tras él.

4 Luego David envió espías y supo con certeza que Saúl había venido.

5 Después David se levantó y se fue al lugar donde Saúl había acampado. Entonces David observó bien el lugar donde estaban acostados Saúl y Abner hijo de Ner, jefe de su ejército. Saúl estaba acostado en el centro del campamento, y la gente estaba acampada alrededor de él.

6 David preguntó a Ajimelec el heteo y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: — ¿Quién descenderá conmigo al campamento, a Saúl? Y Abisai dijo: — Yo descenderé contigo.

7 Entonces David y Abisai fueron de noche a la gente de guerra, y he aquí que Saúl estaba acostado, durmiendo en el centro del campamento, con su lanza clavada en la tierra, a su cabecera. Abner y el pueblo estaban acostados alrededor de él.

8 Entonces Abisai dijo a David: — ¡Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano! Ahora pues, déjame que lo hiera con la lanza. Lo clavaré en la tierra de un solo golpe, y no tendré que darle un segundo.

9 David respondió a Abisai: — No lo mates, porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido del SEÑOR y quedará sin culpa?

10 — Dijo además David — : Vive el SEÑOR, que el SEÑOR mismo lo herirá; o le llegará su día, y morirá; o irá a la guerra, y perecerá.

11 Pero el SEÑOR me libre de extender mi mano contra el ungido del SEÑOR. Ahora pues, por favor, toma la lanza que está a su cabecera y la cantimplora de agua, y vámonos.

12 David tomó la lanza y la cantimplora de agua de la cabecera de Saúl, y ellos se fueron. No hubo nadie que viera ni nadie que se diera cuenta ni nadie que se despertara. Todos dormían, porque había caído sobre ellos un profundo sueño de parte del SEÑOR. z

13 David pasó al otro lado y se detuvo a lo lejos, sobre la cumbre de la colina. Había una considerable distancia entre ellos.

14 Y David gritó al pueblo y a Abner hijo de Ner, diciendo: — ¿No respondes, Abner? Abner respondió y dijo: — ¿Quién eres tú, que gritas al rey?

15 David preguntó a Abner: — ¿No eres tú un hombre? ¿Quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has protegido al rey, tu señor? Porque uno del pueblo entró para destruir al rey, tu señor.

16 Esto que has hecho no está bien. ¡Vive el SEÑOR, que son dignos de muerte, porque no han guardado a su señor, el ungido del SEÑOR! Ahora, mira dónde está la lanza del rey y la cantimplora de agua que estaba a su cabecera.

17 Saúl reconoció la voz de David y preguntó: — ¿No es esa tu voz, David, hijo mío? David respondió: — ¡Sí, es mi voz, oh mi señor el rey!

18 — Y añadió — : ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué maldad hay en mi mano?

19 Ahora, por favor, escuche mi señor el rey las palabras de su siervo. Si el SEÑOR te ha incitado contra mí, que él acepte una ofrenda. Pero si han sido hombres, sean ellos malditos delante del SEÑOR, porque hoy me han expulsado para que yo no tenga parte en la heredad del SEÑOR, diciendo: “¡Ve y sirve a otros dioses!”.

20 Ahora pues, no caiga mi sangre en tierra lejos de la presencia del SEÑOR, porque el rey de Israel ha salido para buscar una pulga, como quien persigue una perdiz por los montes.

21 Entonces Saúl dijo: — He pecado. Vuelve, David, hijo mío, porque ningún mal te haré en adelante, pues hoy mi vida ha sido estimada preciosa ante tus ojos. He aquí que he actuado neciamente y he cometido un grave error.

22 David respondió y dijo: — He aquí la lanza del rey. Pase aquí alguno de los jóvenes y tómela.

23 El SEÑOR pague a cada uno según su justicia y su lealtad, porque el SEÑOR te entregó hoy en mi mano, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido del SEÑOR.

24 Y he aquí, como tu vida ha sido valiosa ante mis ojos en este día, así sea valiosa mi vida ante los ojos del SEÑOR, y él me libre de toda aflicción.

25 Saúl dijo a David: — ¡Bendito seas, David, hijo mío! Sin duda, tú harás grandes cosas y ciertamente triunfarás. Después David continuó su camino, y Saúl regresó a su lugar.

SAUL LLEGA A LA COLINA DE HACHILA CONTRA DAVID.

1. Y vinieron los Zipheos a Saúl en Gabaa—Esa gente parece haber pensado que sería imposible que David se escapara, y por lo tanto quisieron ganarse la buena voluntad de Saúl dándole informes secretos acerca de David (véase cap. 23:19). El conocimiento de la perfidia de ellos hace que parezca extraño que David volviera a su anterior escondite en los alrededores; pero tal vez lo hizo para estar cerca de las posesiones de Abigaíl, y bajo la impresión de que Saúl se había apaciguado. Pero el rey había reincidido en su vieja enemistad. Aunque Gabaa, como indica su nombre, estaba en un lugar alto, y el desierto de Zif, en la región montañosa de Judá, posiblemente más alto que Gabaa, fué necesario descender al salir de este lugar; por esto (v. 2) Saúl “descendió al desierto de Zif.”

4, 5. envió espías … y levantóse David, y vino al sitio dende Saúl había asentado el campo—Habiendo David recibido cierta información del lugar, parece que, acompañado por su sobrino (v. 6), que se había escondido, tal vez disfrazado, en un bosque cercano o en una colina a orillas del campamento real, esperó a que fuera de noche para acercarse bajo la protección de la obscuridad.

5-25. DAVID PROHIBE A ABISAI QUE MATE A SAUL, PERO TOMA SU LANZA Y BOTIJA.

7. Saúl estaba tendido durmiendo en la trinchera … y el pueblo alrededor de él tendidos—Entre la gente nómada de Oriente, los campamentos generalmente se forman en círculo; la circunferencia formada por el bagaje y los hombres, y el jefe en el centro, ya sea que ocupe una carpa o no. Su lanza, clavada en tierra, indica su posición. Similar era la disposición del campamento de Saúl. En su apresuramiento parece que no llevaba carpa, sino que dormía en el suelo. Toda la tropa estaba sumida en sueño a su derredor.

8-12. Dijo Abisai a David: Hoy ha Dios entregado a tu enemigo en tus manos—Esta estratagema tagema a medianoche muestra la actividad y empresa heroica de David, y estaba de acuerdo con los métodos de guerra de aquellos tiempos. herirélo con la lanza, cosiéndole con la tierra de un golpe—La vehemencia feroz de Abisai es evidente por su lenguaje, pero la magnanimidad de David está muy por encima de las ideas de sus seguidores. Aunque la crueldad, y perfidia, y carencia de principios correctos habían rebajado a Saúl a un grado hondo de degradación, sin embargo, eso no fué motivo para que David lo imitara en sus obras malas. Además, él era el soberano, David era un súbdito. Aunque Dios lo había rechazado del reino, éste era el mejor proceder, y el más respetuoso, en vez de precipitar su caída manchando sus manos con la sangre de Saúl, y así cometer un gran crimen, esperando más bien la sentencia de aquella providencia que tarde o temprano lo quitaría por algún golpe repentino y mortal. El que, en apresuramiento impetuoso, estuvo a punto de exterminar a Nabal, muy manso perdonó a Saúl. Pero Nabal se había negado a dar un tributo al cual, por justicia y por gratitud, no menos que por costumbre tenía derecho David. Saúl estaba bajo la sentencia judicial del cielo; por lo mismo David refrenó la mano de Abisai, pero al mismo tiempo le mandó llevarse algunas cosas que mostrarían dónde habían estado y lo que habían hecho. Así logró la mejor de las victorias sobre Saúl: amontonando ascuas de fuego sobre su cabeza.

11. la lanza que está a su cabecera, y la botija del agua—La lanza oriental tenía, y todavía tiene un clavo en la punta inferior, con el fin de clavar la lanza en tierra cuando el guerrero está descansando. Esta costumbre común de los jefes árabes era también la práctica de los jefes hebreos. a su cabecera—literalmente, “su cabeza”; pero tal vez Saúl siendo el soberano tenía el lujo distinguido de que se llevara para él una almohada. Una “botija de agua” generalmente en los lugares de climas cálidos se guarda cerca de la cama, pues un trago a medianoche es muy refrescante. La botija de Saúl sería probablemente de materiales superiores, u ornamentada más ricamente que las comunes, y por lo tanto por su forma o tamaño sería fácilmente distinguida.

13, 14. David púsose desviado en la cumbre del monte, y dió voces al pueblo—(Véase Jueces 9:7). La extraordinaria pureza y elasticidad del aire de Palestina hacen que las palabras sean oídas distintamente, dirigidas por una persona desde la cumbre de una montaña a otra persona que está sobre otra cumbre, separadas por una profunda quebrada. De esta manera los grupos enemigos pueden hablarse aunque unos estén fuera del alcance de las armas arrojadizas de los otros. Esto resulta de los rasgos peculiares del terreno en muchos de los distritos montañosos. dijo David a Abner: ¿No eres varón tú? … ¿por qué no has guardado al rey tu señor?—La circunstancia de que David había penetrado hasta el centro del campamento, a través del círculo de soldados dormidos, constituía la razón de esta mofa sarcástica. Esta nueva evidencia de la moderación y magnanimidad de David, junto con su seria y bondadosa reconvención, una vez más ablandó la obstinación del corazón de Saúl.

19. Si Jehová te incita contra mí—Por el espíritu malo que él envió, o por ofensas espirituales por medio de las cuales le hemos desagradado mutuamente. acepte un sacrificio—es decir, ofrezcamos conjuntamente un sacrificio para apaciguar su ira contra nosotros. si fueren hijos de hombres—La prudencia, mansedumbre y manera de hablar de David al atribuir la enemistad del rey a las insinuaciones de algunos calumniadores, y no al celo de Saúl, son dignas de notarse. diciendo: Ve y sirve a dioses ajenos—Esta era la tendencia de su conducta. Al echarlo de la tierra y de las ordenanzas del verdadero culto, y mandarlo a países extranjeros y paganos, ellos lo exponían a la idolatría seductora.

20. como quien persigue una perdiz—Los orientales, para cazar perdices y otras aves, las persiguen hasta fatigarlas, después de hacerlas levantar el vuelo dos o tres veces se acercan a las aves cautelosamente y las voltean con palos. (Shaw’s Travels). Fué exactamente de esta manera como Saúl estaba persiguiendo a David; de tiempo en tiempo lo sacaba de su escondite, esperando cansarlo de la vida o tener una oportunidad para destruirlo.

25. entonces David se fué su camino—A pesar de este súbito enternecimiento de Saúl, David no tenía confianza en sus profesiones o promesas, mas sabiamente se mantenía a distancia, y esperaba el curso de la divina providencia.

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