2 Crónicas 35:1-27

1 Josías celebró la Pascua del SEÑOR en Jerusalén. Sacrificaron la víctima de la Pascua el catorce del mes primero,

2 y él puso a los sacerdotes en sus cargos y los alentó al servicio de la casa del SEÑOR.

3 Dijo a los levitas que enseñaban a todo Israel y que estaban consagrados al SEÑOR: “Pongan el arca sagrada en el templo que edificó Salomón hijo de David, rey de Israel, para que no tengan que llevarla más sobre los hombros. Ahora servirán al SEÑOR, su Dios, y a su pueblo Israel.

4 Prepárense según sus casas paternas y por sus grupos, conforme a lo prescrito por David, rey de Israel, y por el documento de su hijo Salomón.

5 Permanezcan en el santuario según la distribución de las casas paternas de sus hermanos los hijos del pueblo, y del grupo de las casas paternas de los levitas.

6 Sacrifiquen la víctima de la Pascua, purifíquense y prepárenla para sus hermanos, a fin de que hagan conforme a la palabra del SEÑOR, dada por medio de Moisés”.

7 Luego el rey Josías dio a los hijos del pueblo para los sacrificios de la Pascua, para todos los que se hallaban presentes, rebaños de corderos y cabritos en número de treinta mil, y tres mil cabezas de ganado vacuno. Esto procedía del patrimonio del rey.

8 También sus magistrados dieron con liberalidad al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Hilquías, Zacarías y Yejiel, oficiales de la casa de Dios, dieron a los sacerdotes dos mil seiscientas ovejas y trescientas cabezas de ganado vacuno para los sacrificios de la Pascua.

9 Y Conanías, Semaías y Natanael, sus hermanos, y Hasabías, Jeiel y Josabad, jefes de los levitas, dieron a los levitas cinco mil ovejas y quinientas cabezas de ganado vacuno para los sacrificios de la Pascua.

10 Preparado así el servicio, los sacerdotes se colocaron de pie en sus puestos, y los levitas según sus grupos, conforme al mandato del rey.

11 Entonces sacrificaron la víctima de la Pascua; y los levitas la desollaban, mientras los sacerdotes esparcían la sangre recibida de mano de ellos.

12 Luego quitaron el holocausto para darlo a las divisiones, según las casas paternas de los hijos del pueblo, para que lo ofrecieran al SEÑOR según está escrito en el libro de Moisés. Lo mismo hicieron con las cabezas de ganado vacuno.

13 Asaron al fuego la carne de la víctima de la Pascua, según lo establecido; pero lo que había sido santificado lo cocieron en ollas, calderos y sartenes, y lo llevaron rápidamente a todos los hijos del pueblo.

14 Después prepararon para sí y para los sacerdotes, porque los sacerdotes hijos de Aarón estuvieron ocupados hasta la noche en ofrecer los holocaustos y los sebos. Por eso los levitas prepararon para ellos mismos y para los sacerdotes hijos de Aarón.

15 También los cantores, hijos de Asaf, estaban en su puesto conforme al mandato de David, de Asaf, de Hemán y de Jedutún, vidente del rey. También los porteros estaban en cada puerta. No era necesario que se apartaran de su servicio, porque sus hermanos los levitas preparaban para ellos.

16 Así fue organizado aquel día todo el servicio del SEÑOR, para hacer el sacrificio de la Pascua y para ofrecer los holocaustos sobre el altar del SEÑOR, conforme al mandato del rey Josías.

17 En aquel tiempo los hijos de Israel que se hallaban presentes celebraron el sacrificio de la Pascua y la fiesta de los Panes sin levadura, durante siete días.

18 No había sido celebrada en Israel una Pascua como esta desde el tiempo del profeta Samuel ni ninguno de los reyes de Israel celebró una Pascua como la que celebró Josías, con los sacerdotes, los levitas y todo Judá e Israel que se hallaron allí, junto con los habitantes de Jerusalén.

19 Esta Pascua fue celebrada en el año dieciocho del reinado de Josías.

20 Después de todas estas cosas, cuando Josías había reparado el templo, Necao, rey de Egipto, subió a combatir en Carquemis, junto al Éufrates, y Josías le salió al encuentro.

21 Necao le envió mensajeros diciendo: “¿Qué tenemos tú y yo, oh rey de Judá? Yo no he venido ahora contra ti, sino contra el pueblo que me hace la guerra. Dios me ha dicho que me apresure. Por tu bien, deja de resistir a Dios, porque él está conmigo; no sea que él te destruya”.

22 Pero Josías no se apartó de él; se disfrazó para combatir contra él, y no hizo caso a las palabras de Necao, que en realidad procedían de la boca de Dios. Josías fue para combatir en el valle de Meguido,

23 pero los arqueros tiraron contra el rey Josías. Entonces el rey dijo a sus servidores: “¡Retírenme, porque estoy gravemente herido!”.

24 Sus servidores lo retiraron del carro y lo pusieron en otro carro que él tenía. Lo llevaron a Jerusalén, pero murió; y lo sepultaron en los sepulcros de sus padres. Todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías.

25 Jeremías compuso un lamento por Josías, y todos los cantores, hombres y mujeres, mencionan a Josías en sus lamentaciones, hasta el día de hoy, pues lo pusieron como un precepto en Israel. He aquí que está escrito entre las lamentaciones.

26 Los demás hechos de Josías y sus obras piadosas conforme a lo escrito en la ley del SEÑOR,

27 sus hechos, los primeros y los últimos, he aquí que están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

JOSIAS CELEBRA UNA SOLEMNE PASCUA.

1. Y Josías hizo pascua a Jehová—(véase 2 Reyes 23:21). Los primeros nueve versículos dan cuenta de los preparativos hechos para la celebración de la solemne fiesta. El día señalado por la ley fué guardado en esta ocasisón (cf. cap. 30:2, 13). Los sacerdotes estaban dispuestos en sus órdenes, y fueron exhortados a estar listos para cumplir sus obligaciones en la manera que la pureza legal exigía (cf. cap. 29:5). Los levitas, ministros o instructores del pueblo entodos los asuntos pertenecientes al culto divino, fueron ordenados (v. 3): “Poned el arca del santuario en la casa que edificó Salomón”. Su deber era el de transportar el arca de lugar a lugar según las circunstancias. Algunos creen que el arca había sido sacada ignominiosamente del santuario por orden de algún rey idólatra, probablemente por Manasés, quien colocó una imagen tallada en la casa de Dios (cap. 33:7), o Amón; mientras que otros son de opinión de que había sido temporalmente trasladada por Josías mismo a alguna cámara contigua durante la reparación del templo. Al reponerla, evidentemente los levitas la habían llevado sobre sus hombros, creyendo que ese era todavía su deber que la ley les imponía. Pero Josías les recordó el cambio de circunstancias; como el servicio de Dios ahora se tenía en templo fijo y permanente, ellos ya no tenían que ser portadores del arca; y estando libres de este servicio, deberían entregarse con más ardor al cumplimiento de otras funciones.

4. Apercibíos según las familias de vuestros padres, por vuestras órdenes—es decir, cada curso o división había de componerse de aquellos que pertenecían a la misma casa paternal. conforme a la prescripción de David … y de Salomón—Sus instrucciones están protocolizadas (cap. 8:14; 1 Crónicas caps. 23, 24, 25, 26).

5. Estad en el santuario—en el atrio del pueblo, el lugar donde eran carneadas las victimas. El pueblo era admitido según sus familias en grupos o compañías en varias casas a un tiempo. Cuando la primera compañía entraba al atrio (que consistía comúnmente en tantos como bien podían caber), se cerraban las puertas, y se hacía la ofrenda. Los levitas estaban en filas, desde el lugar de la matanza al altar, y se pasaban la sangre y el cebo de uno a otro de los sacerdotes oficiantes (cap. 30:16-18).

6. Sacrificad luego la pascua, etc.—El motivo de las direcciones detalladas aquí era el de facilitar la distribución de corderos pascuales. Estos habían de ser comidos por las respectivas familias según su número (Éxodo 12:3). Pero a multitudes de personas, especialmente las de Israel, reducidas a pobreza por las devastaciones asirias, se les proveería de los medios de conmemorar la pascua; y, por esto, el rey encareció a los levitas que cuando les fuesen traídos los corderos pascuales para ser muertos (7-9), ellos cuidarían de tener todo en orden, de modo que los corderos, después de la debida presentación, pudiesen ser fácilmente entregados a las distintas familias para ser asados y comidos por ellos aparte.

7. ofreció el rey Josías a los del pueblo ovejas, corderos, y cabritos—Estos en toda probabilidad eran destinados a los pobres; un cordero o cabrito podian usar según conviniera cada familia (Éxodo 12:5). y bueyes—que eran ofrecidos después de los corderos en cada uno de los días sucesivos de la fiesta.

8. sus príncipes—Ellos dieron a los sacerdotes y levitas, como los príncipes de Ezequías (cap. 30:24). Eran ellos príncipes eclesiásticos; es decir, Hilcías el sumo sacerdote (cap. 34:9), Zacarías probablemente el segundo sacerdote de la línea de Eleazar (2 Reyes 16:18), y Jehiel de la línea de Itamar. Y como los de la tribu levítica no estaban todavía suficientemente provistos (v. 9), algunos de sus eminentes hermanos, quienes habían sido distinguidos en el tiempo de Ezequías (cap. 31:12-15), dieron una grande contribución adicional para el uso de los levitas exclusivamente.

10. Aprestado así el servicio, etc.—Hechos, pues, todos los preparativos necesarios, y llegado el tiempo señalado para la pascua, se celebró la solemnidad. Un detalle notable en el relato es la parte prominente que fué tomada por los levitas en la preparación de los sacrificios: es decir, la matanza y el desuello, que eran por derecho los deberes propios de los sacerdotes; pero como estos funcionarios no podían cumplir la cantidad extraordinaria de trabajo, y los levitas habían sido debidamente santificados para el servicio, fueron empleados en este deber sacerdotal. En la pascua del tiempo de Ezequías, los levitas oficiaron en los mismos deberes, siendo el motivo expresado el estado sin preparación de muchos del pueblo (cap. 30:17). Pero en esta ocasión el pueblo entero había sido debidamente santificado, de modo que el uso excepcional de los servicios de los levitas debe haber sido necesario inevitablemente debido a las multitudes que estaban celebrando la pascua.

12. Tomaron luego del holocausto—Algunos de los animales pequeños destinados para los holocaustos eran puestos aparte, para que no se entremezclasen con los corderos pascuales, los que eran cuidadosamente seleccionados según ciertas reglas, y destinados a ser comidos sacramentalmente; y la manera en que eran presentadas estas ofrendas, siendo quemadas, parece haber sido como sigue: “Todas las subdivisiones de las diferentes casas de los padres vinieron al altar en procesion solemne, una tras otra, para traer a los sacerdotes las porciones que habían sido cortadas, y los sacerdotes colocaban estas piezas sobre el fuego del altar de los holocaustos.”

13. asaron la pascua al fuego según la costumbre—(véase Éxodo 12:7). Este modo de preparación era prescrito por la ley exclusivamente para el cordero pascual; las demás ofrendas eran cocinadas en ollas, etc. (1 Samuel 2:14). repartiéronlo prestamente a todo el pueblo—La prisa se debía, o a la multiplicidad de trabajos de los sacerdotes, o porque el calor y sabor de las viandas de otra manera se habría disminuído. De modo que parece que la comida consistía no sólo en los corderos pascuales sino en la carne de las ofrendas de gratitud, porque parte de la carne correspondía al ofrendante, quien, siendo en este caso el rey y los príncipes, la parte correspondiente era puesta a disposición del pueblo, a quien se recomendó que la comiera el día mismo de la ofrenda, aunque no era prohibido hacerlo el día después (Levítico 7:15).

14. después aderezaron para sí y para los sacerdotes—Los levitas prestaron esta ayuda a los sacerdotes solamente debido a que ellos estaban ocupados todo el día y no tenían tiempo libre para proveer algún refrigerio para sí.

15. Asimismo los cantores … estaban en su puesto—Mientras los sacerdotes y el pueblo estaban ocupados de esta manera, el coro no estaba desocupado. Ellos tenían que cantar ciertos Salmos (113 a 118), una vez o varias veces, durante la continuación de cada compañía de ofrendantes. Como ellos no podían dejar sus puestos, pues el canto era repetido según venía llegando cada compañía, los levitas prepararon para ellos también; porque las varias bandas se relevaban unas a otras en turnos, y mientras el coro general seguía haciendo su deber, una porción de estos cantores, en el tiempo que eran relevados, participaron de las viandas que les fueron traídas.

18. Nunca tal pascua fué hecha en Israel desde los días de Samuel—Un detalle por el cual fué distinguida esta pascua, fué la liberalidad de Josías. Pero lo que la distinguió sobre todas las solemnidades anteriores fué, no la grandeza imponente de las ceremonias, ni la inmensidad de la asamblea de adoradores, porque éstos, con excepción de unos pocos del reino de Israel, se limitaban a dos tribus; sino la devoción ardiente del rey y del pueblo, la desatención a costumbres puramente tradicionales, y la adherencia inusitadamente estricta, aun en los detalles más pequeños, a las formas de observancia prescriptas en la ley, el descubrimiento de una copia original de la cual había producido tan grande sensación. En vez de “desde los días de Samuel”, el autor de Reyes dice: “desde los días de los jueces que juzgaban a Israel”. El sentido es el mismo en ambos pasajes, pues Samuel concluyó la era de los jueces. todo … Israel—La gran mayoría de pueblo del reino del norte estaba en el destierro, pero algunos de los demás hebitantes hicieron el viaje a Jerusalem en esta ocasión. 37.600 corderos y cabritos pascuales fueron empleados, así que, contando diez personas por cada compañía, daría 376.000 personas que asistían a la fiesta.

19. Esta pascua fué celebrada en el año dieciocho del rey Josías—“Se dice (2 Reyes 22:3) que Josías envió a Safán a Hilcías en el octavo mes de aquel año”. Si este dicho descansa sobre base histórica, todos los acontecimientos relatados aquí (desde cap. 34:8 a cap. 35:19) tienen que haber acontecido como en el espacio de cinco meses y medio. Entonces tendriamos prueba de que el año octavo del reinado de Josías se contaba desde el otoño (cf. cap. 29:3). “El mes octavo” del año sagrado en el año décimo octavo de su reinado, sería el segundo mes de su año décimo octavo, y el primer mes del nuevo año sería el séptimo mes. (Bertheau.)

20-27. SU MUERTE.

20. Después de todas estas cosas, luego de haber Josías preparado la casa—Más probablemente él calculaba que la restauración del culto divino, con el avivamiento de una religión vital, conduciría, según la promesa de Dios y la experiencia uniforme del pueblo hebreo, a un período de paz firme y prosperidad creciente. Sus esperanzas fueron defraudadas. Fué breve el intervalo hermoso de tranquilidad que siguió a su restablecimiento de la verdadera religión. Pero hay que notarse que esta interrupción no procedió de alguna infidelidad en la promesa divina, sino del estado al cual el reino de Judá había llegado por la apostasía, la cual estaba trayendo sobre él los juicios de Dios desde hacía tiempo amenazados pero por largo tiempo postergados. Nechao rey de Egipto subió a hacer guerra en Carchemis junto a Eufrates—Necao, hijo de Sammética, subió al trono de Egipto en el año vigésimo de Josías. Era rey audaz y emprendedor; entró de todo corazón en la lucha que los dos grandes poderes de Egipto y Asiria, desde hacía mucho tiempo, mantenían por la ascendencia política. Cada uno, celoso de los movimientos agresivos de su rival, estaba deseoso de tener a Palestina como barrera fronteriza. Después de la derrota de Israel, el reino de Judá vino a ser por este motivo doblemente importante, y aunque el rey y el pueblo tenían una fuerte inclinación hacia una alianza con Egipto, sin embargo desde el tiempo de Manasés, Judá había llegado a ser un vasallo de Asíria, y Josías, fiel a sus obligaciones políticas no menos que a sus religiosas, se sentía obligado a apoyar los intereses de su soberano asirio. Entonces, cuando “Necao rey de Egipto subió a hacer guerra en Carquemis, salió Josías contra él”. Carquemis, sobre la ribera este del Eufrates era la llave de Asiria al oeste, y al ir allá el rey de Egipto debe haber transportado sus tropas por más a lo largo de la costa de Palestina, hacia el norte. Josías, como vasallo fiel, resolvió oponerse a la marcha de Necao a través de la parte septentrional del país. Se encontraron en el valle de Megiddo, el valle o llanuras de Esraelón. El rey egipcio había venido por agua. o por las llanuras de Filistia, teniéndose constantemente a lo largo de la costa, doblando por el ángulo del Monte Carmelo, y así hasta las grandes llanuras de Megiddo. Este no era solamente su camino más directo al Eufrates, sino la única ruta apta para sus carros, mientras que por este camino también dejaba a Judá y Jerusalem muy a su derecha. En este valle, sin embargo, el ejército egipcio necesariamente tenía que dirigirse a través del país, y fué en esta ocasión cuando Josías podría más prácticamente cortarle el paso. Para evitar la dificultad de cruzar el rio Cisón, Necao quedó al sur de él, y por lo tanto tuvo que pasar por Megiddo. Josías, al seguir con sus carros y caballería desde Jerusalem, tuvo que marchar hacia el norte por el camino principal, por Samaria por la via Kefr-Kud (la antigua Caper-Cotia) hasta Megiddo. (Van de Velde).

21. Y él le envió embajadores, diciendo: ¿Qué tenemos yo y tú, rey de Judá?—No deseando gastar tiempo y fuerzas inútilmente, Necao informó al rey de Judá que no tenía intención de molestar a los judíos; que su expedición se dirigía únicamente contra su antiguo enemigo asirio; y que la había emprendido por una comisión expresa de Dios. Los comentadores no están de acuerdo acerca de si realmente le había sido dada una divina comisión por intermedio de Jeremías, o si sólo se usaba el nombre de Dios como una autoridad, para que Josías no se negara a obedecerle. Como no pudo él conocer la verdad de la declaración de Necao, no pecó Josías en hacerle frente, o, si pecó, fué pecado de ignorancia. Se trabó la batalla. Josias fué mortalmente herido.

24. Lo quitaron de aquel carro, y pusiéronle en otro segundo carro—el carro que él tenía para usos ordinarios, y que le sería más cómodo a la real víctima, que el carro de guerra. La muerte de este buen rey fué causa de general y prolongado pesar.

25. Y endechó Jeremías por Josías—La elegía de Jeremías no ha llegado hasta nosotros; pero parece que fué conservada por mucho tiempo entre sus conciudadanos, y cantada en ciertas ocasiones públicas por cantores profesionales, los cuales sacaban sus endechas de una colección de odas fúnebres compuestas en ocasión de la muerte be los grandes hombres de la nación. El lugar en el valle de Megiddo, donde se peleó la batalla estaba cerca del pueblo de Hadadrimmón; y por este motivo la lamentación por la muerte de Josías se llamaba “la lamentación de Hadad-rimmón en el valle de Megiddo,” la cual era grande y tan usada, que la lamentación de Hadad-rimmón, más tarde llegó a ser una frase proverbial para expresar cualquier grande y extraordinaria tristeza (Malaquías 12:11).

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