Éxodo 18:1-27

1 Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, oyó todas las cosas que Dios había hecho a favor de Moisés y de su pueblo Israel, y cómo el SEÑOR había sacado a Israel de Egipto.

2 Y Jetro, suegro de Moisés, tomó a Séfora, la mujer de Moisés, a quien este había enviado;

3 también tomó a sus dos hijos. (El uno se llamaba Gersón, porque Moisés había dicho: “Fui forastero en tierra extranjera”.

4 El otro se llamaba Eliezer, porque había dicho: “El Dios de mi padre me ayudó y me libró de la espada del faraón”).

5 Jetro, suegro de Moisés, y la mujer de este y sus hijos fueron a ver a Moisés en el desierto donde estaba el campamento, junto al monte de Dios.

6 Y envió a decir a Moisés: “Yo, tu suegro Jetro, vengo a ti con tu mujer y con sus dos hijos”.

7 Moisés salió a recibir a su suegro, se postró ante él y lo besó. Se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y entraron en la tienda.

8 Moisés contó a su suegro todas las cosas que el SEÑOR había hecho al faraón y a los egipcios a favor de Israel, los contratiempos que habían pasado en el camino, y cómo los había librado el SEÑOR.

9 Se alegró Jetro de todo el bien que el SEÑOR había hecho a Israel, librándolo de la mano de los egipcios.

10 Jetro dijo: — ¡Bendito sea el SEÑOR, que los libró de mano de los egipcios y de mano del faraón! Él es quien libró al pueblo de mano de los egipcios.

11 Ahora reconozco que el SEÑOR es más grande que todos los dioses, porque castigó a aquellos que los trataron con arrogancia.

12 Después Jetro, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios a Dios. Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

13 Aconteció que al día siguiente Moisés se sentó para administrar justicia al pueblo. Y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la noche.

14 Al ver el suegro de Moisés todo lo que él hacía por el pueblo, dijo: — ¿Qué es esto que haces con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la noche?

15 Moisés respondió a su suegro: — Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios.

16 Cuando tienen cualquier asunto, vienen a mí. Yo juzgo entre uno y otro, y les hago conocer las leyes y las instrucciones de Dios.

17 Entonces el suegro de Moisés le dijo: — No está bien lo que haces.

18 Te agotarás del todo, tú y también este pueblo que está contigo. El trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.

19 Ahora pues, escúchame; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Sé tú el portavoz del pueblo delante de Dios, y lleva los asuntos a Dios.

20 Enséñales las leyes y las instrucciones, y muéstrales el camino a seguir y lo que han de hacer.

21 Pero selecciona de entre todo el pueblo a hombres capaces, temerosos de Dios, hombres íntegros que aborrezcan las ganancias deshonestas, y ponlos al frente de ellos como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez,

22 para que juzguen al pueblo en todo tiempo. Todo asunto difícil lo traerán a ti, pero ellos juzgarán todo asunto menor. Así aliviarás la carga que hay sobre ti, haciendo que otros la compartan contigo.

23 Si haces esto, y Dios así te lo manda, tú podrás resistir; y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.

24 Moisés escuchó el consejo de su suegro e hizo todo lo que él dijo.

25 Escogió Moisés hombres capaces de entre todo Israel y los puso al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez.

26 Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo. Los asuntos difíciles los llevaban a Moisés, pero ellos se hacían cargo de todos los asuntos menores.

27 Entonces despidió Moisés a su suegro, y este se fue a su tierra.

LA VISITA DE JETHRO.

1-5. Jethro … llegó a Moisés, etc.—Muchos comentadores eminentes creen que este episodio está introducido fuera de su orden cronológico, porque se describe como si hubiera ocurrido cuando los israelitas estaban acampados “junto al monte de Dios”. Y no llegaron allá hasta el tercer mes después de su salida de Egipto (cap. 19:1, 2; comp. Deuteronomio 1:6, Deuteronomio 1:9).

6. tu mujer, y sus dos hijos—Véase cap. 4:20.

7. Moisés salió a recibir a su suegro, etc.—Sus saludos serían señalados por todos los actos cariñosos y sociales de amigos orientales (Véase 4:27): el uno que sale a encontrar al otro, la reverencia cortés, el beso en cada lado de la cabeza, y la entrada silenciosa a la tienda para una consulta, y su conversación siguió el curso que podría esperarse de dos hombres piadosos, que contaban y escuchaban un relato de las obras maravillosas y de la providencia de Dios.

12. tomó Jethro … holocaustos y sacrificios—Esta entrevista amigable terminó con un solemne servicio religioso; los holocaustos eran consumidos sobre el altar, y los sacrificios eran ofrendas pacíficas, usadas en una fiesta de gozo y gratitud, en la cual Jethro, como sacerdote del verdadero Dios, parece haber presidido, y a la cual los jefes de Israel fueron invitados. Este incidente está en hermoso acuerdo con el carácter de los participantes y es digno de ser imitado por amigos cristianos cuando se reúnen hoy día.

13-26. otro día se sentó Moisés a juzgar al pueblo. etc.—Aquí se nos presenta una muestra de sus ocupaciones diarias de la mañana; y entre los deberes diversos que su misión divina imponía, debe ser considerada sólo una parte pequeña de sus ocupaciones oficiales. El aparece en esta actitud como un tipo de Cristo en sus caracteres legislativo y judicial. el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde. etc.—Los gobernadores de Oriente se sientan ante la puerta más pública de su palacio o de la ciudad, y allí, entre una multitud de peticionarios, escuchan causas, reciben solicitudes, atienden quejas, y ajustan reclamaciones de partes contendientes.

17. el suegro de Moisés le dijo: Na haces bien—No era bueno ni para Moisés mismo, para el mantenimiento de la justicia, ni para la satisfacción de los intereses del pueblo. Jethro dió un consejo prudente en cuanto a la división de la labor, y la experiencia universal en la iglesia y en el estado ha atestiguado la firmeza y las ventajas del principio.

23. Si esto hicieres, etc.—El consejo de Jethro fué dado meramente en forma de sugestión; no había de ser adoptado sin la sanción y aprobación expresas de un Consejero mejor y superior; y aunque no se nos informa al respecto, no puede haber duda de que Moisés, antes de nombrar a los magistrados subordinados, consultaba la mente de Dios, como es el deber y privilegio de todos los cristianos, de suplicar de igual manera, la dirección divina en todos sus caminos.

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