Éxodo 34:1-35

1 El SEÑOR dijo, además, a Moisés: — Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las primeras, que rompiste.

2 Prepárate para la mañana, sube de mañana al monte Sinaí y preséntate allí delante de mí sobre la cumbre del monte.

3 No suba nadie contigo ni nadie sea visto en todo el monte. No pasten ovejas ni bueyes frente a ese monte.

4 Moisés labró dos tablas de piedra como las primeras. Y levantándose muy de mañana subió al monte Sinaí, como le mandó el SEÑOR, y llevó en sus manos las dos tablas de piedra.

5 Entonces descendió el SEÑOR en la nube, y se presentó allí a Moisés; y este invocó el nombre del SEÑOR.

6 El SEÑOR pasó frente a Moisés y proclamó: — ¡SEÑOR, SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad,

7 que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación!

8 Entonces Moisés se apresuró a bajar la cabeza hacia el suelo, y se postró

9 diciendo: — Oh Señor, si he hallado gracia ante tus ojos, vaya por favor el Señor en medio de nosotros, aunque este sea un pueblo de dura cerviz. Perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y acéptanos como tu heredad.

10 El SEÑOR le dijo: — He aquí, yo hago un pacto frente a todo tu pueblo: Haré maravillas como nunca fueron hechas en toda la tierra y en ninguna de las naciones. Todo el pueblo, en medio del cual estás, verá la obra del SEÑOR; porque algo temible haré para con ustedes.

11 Guarda lo que yo te mando hoy. »He aquí, yo echaré de tu presencia a los amorreos, cananeos, heteos, ferezeos, heveos y jebuseos.

12 Guárdate, no sea que hagas alianza con los habitantes de la tierra a donde vas, de manera que eso sea de tropiezo en medio de ti.

13 Ciertamente derribarás sus altares, romperás sus imágenes y eliminarás sus árboles rituales de Asera.

14 Porque no te postrarás ante otro dios, pues el SEÑOR, cuyo nombre es Celoso, es un Dios celoso.

15 No sea que hagas alianza con los habitantes de aquella tierra, y cuando ellos se prostituyan tras sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten y tú comas de sus sacrificios;

16 o que al tomar tú sus hijas para tus hijos y al prostituirse ellas tras sus dioses, hagan que tus hijos se prostituyan tras los dioses de ellas.

17 »No te harás dioses de fundición.

18 »Guardarás la fiesta de los Panes sin levadura. Siete días comerás panes sin levadura, como te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto.

19 »Todo primogénito que abre la matriz es mío; de tu ganado consagrarás el primogénito que sea macho de vaca o de oveja.

20 Pero rescatarás con un cordero al primogénito del asno; y si no lo rescatas, le romperás la nuca. También rescatarás todo primogénito varón de tus hijos, y nadie se presentará delante de mí con las manos vacías.

21 »Seis días trabajarás, pero en el séptimo día descansarás. Aun en el tiempo de la siembra y de la siega descansarás.

22 »Celebrarás la fiesta de Pentecostés, es decir, la de las primicias de la siega del trigo, y también la fiesta de la Cosecha a la vuelta del año.

23 Tres veces al año se presentarán todos tus hombres delante del SEÑOR Dios, Dios de Israel.

24 Porque yo expulsaré las naciones de tu presencia y ensancharé tus territorios. Nadie codiciará tu tierra mientras tú vayas tres veces al año para presentarte delante del SEÑOR tu Dios.

25 »No ofrecerás la sangre de mi sacrificio junto con algo que tenga levadura. »No quedará nada del sacrificio de la fiesta de la Pascua hasta la mañana.

26 »Traerás lo mejor de las primicias de tu tierra a la casa del SEÑOR tu Dios. »No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

27 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: — Escribe estas palabras, porque conforme a ellas he hecho pacto contigo y con Israel.

28 Moisés estuvo allí con el SEÑOR cuarenta días y cuarenta noches. No comió pan ni bebió agua. Y en las tablas escribió las palabras del pacto: los Diez Mandamientos.

29 Aconteció que al descender Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, mientras descendía del monte, Moisés no sabía que la piel de su cara resplandecía por haber estado hablando con Dios.

30 Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí que la piel de su cara era resplandeciente, y temieron acercarse a él.

31 Moisés los llamó. Entonces Aarón y todos los jefes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló.

32 Después de esto, se acercaron todos los hijos de Israel, y Moisés les mandó todas las cosas que el SEÑOR le había dicho en el monte Sinaí.

33 Y cuando Moisés terminó de hablar con ellos, puso un velo sobre su cara.

34 Cuando entraba a la presencia del SEÑOR para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía. Entonces cuando salía, hablaba con los hijos de Israel lo que él le mandaba.

35 Al ver los hijos de Israel que la piel de su cara resplandecía, Moisés volvía a poner el velo sobre su cara, hasta que entraba para hablar con el SEÑOR.

LAS TABLAS DE LA LEY SON RENOVADAS.

1. Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras—Habiéndose reconciliado con Israel arrepentido, por la ardiente intercesión, y feliz mediación de Moisés, se tomaron medidas para la restauración del pacto violado. Se intimó, sin embargo, de una manera inteligible y expresiva, que el favor había de ser restaurado, con algún recuerdo de la ruptura; porque la vez anterior Dios mismo había preparado los materiales, como también escrito sobre ellos. Ahora, Moisés había de preparar las tablas de piedra, y Dios sólo había de retrazar los caracteres originalmente inscritos para el uso y la dirección del pueblo.

2. sube … estáme allí sobre la cumbre del monte—No absolutamente el punto más alto; porque como la nube de la “Shekinah” generalmente estaba sobre la misma cumbre, y sin embargo (v. 5) “descendía”, la inferencia clara es, que Moisés había de estacionarse en un punto no muy lejano, mas todavía más bajo que el pináculo más alto.

3. no suba hombre contigo … ni ovejas ni bueyes—Todas estas órdenes fueron dadas, a fin de que la ley fuese la segunda vez renovada con toda la solemnidad y santidad que señalaron su primera entrega. Toda la transacción fué ordenada de modo de impresionar al pueblo con el tremendo sentido de la santidad de Dios, y de que no era asunto de consecuencia frívola el haberle sometido, por decirlo así, a la necesidad de entregar la segunda vez la ley de los diez mandamientos.

4. Moisés … llevó en su mano las dos tablas de piedra—Como él no tenía asistente que le ayudara en el trabajo de llevarlas, es evidente que serían livianas, y no de grandes dimensiones -probablemente planchas lisas de pizarra, como abundan en la región montañosa de Horeb. Una prueba adicional de su tamaño comparativamente pequeño, aparece en la circunstancia de que fueron depositadas en el arca del lugar santísimo (cap. 25:10).

5. Jehová descendió en la nube—después de estar graciosamente revoloteando sobre el tabernáculo, parece haber reasumido su posición acostumbrada sobre la cumbre de la montaña. Era la sombra de Dios manifiesta a los sentidos exteriores, y, al mismo tiempo, de Dios manifiesto en la carne. El emblema de la nube parece haber sido escogido para significar que, aunque se complacía en hacer conocer mucho acerca de sí, había más que estaba velado a la vista mortal. Era para refrenar la presunción, y engendrar el temor reverencial, y dar un sentido humilde de las adquisiciones en el conocimiento divino, como el hombre ve ahora, más obscuramente.

6. Pasando Jehová por delante de él—en esta escena notable. Dios ejecutó lo que había prometido a Moisés el día anterior. proclamó: Jehová … misericordioso y piadoso—En un período anterior Dios se había anunciado a Moisés en la gloria de su majestad autoexistente y eterna, como “Yo soy”; ahora se da a conocer en la gloria de su gracia y bondad, atributos que habían de ser ostentados esclarecidamente en la historia y experiencia futuras de la iglesia. Estando por republicar su ley -estando perdonando el pecado de los israelitas, y estando por ser firmado y sellado el instrumento del perdón, por la renovación de los términos del pacto anterior- era el tiempo más propicio para proclamar la extensión de la misericordia divina que había de ser manifestada, no sólo en el caso de Israel, sino de todos los que cometen ofensas.

8. Moisés … bajó la cabeza … encorvóse—En Oriente, la gente inclina la cabeza a la realeza y guarda silencio mientras pasa, mientras que en Occidente, se quitan el sombrero y gritan.

9. dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia ea tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros—Según esta proclamación de Dios, Moisés, en la superabundante benevolencia de su corazón, hizo una ardiente petición de que la presencia divina fuese continuada con el pueblo; y Dios se complació en dar su respuesta favorable a la intercesión por una renovación de su promesa bajo la forma de un pacto, repitiendo los puntos principales que formaban las condiciones del anterior pacto nacional.

27, 28. Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras—o sea, los preceptos ceremoniales y judiciales comprendidos arriba (vv. 11-26); mientras que el escribir de nuevo los diez mandamientos sobre las tablas nuevamente preparadas era obra de Dios mismo (comp. Deuteronomio 10:1). estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches—Tanto tiempo como anteriormente, siendo sostenido, para la ejecución de sus deberes especiales, por el poder milagroso de Dios. Una cuasa especial se da de su ayuno prolongado en esta segunda ocasión (Deuteronomio 9:18).

29. Moisés … no sabía él que la tez de su rostro resplandecía, después que hubo con él hablado—Fué una intimación de la presencia sublime a la cual había sido admitido, y de la gloria que había contemplado (2 Corintios 3:18), y en vista de ello, era una divisa del alto oficio que desempeñaba como embajador de Dios. No se necesitaba presentar ninguna prueba, pues llevaba su carta credencial en su rostro; y, sea que este resplandor extraordinario fuese una distinción permanente o meramente temporal, no se puede dudar de que esta gloria reflejada le fué dada como un honor ante todo el pueblo.

30. tuvieron miedo de llegarse a él—su temor resultó de su culpabilidad, y la brillantez de su semblante hacía que apareciera él a sus conciencias atemorizadas como un ministro del cielo.

33. puso un velo sobre su rostro—Aquel velo con la mayor corrección, era quitado cuando hablaba con el Señor, porque todo el mundo aparece sin velo al ojo de la Omniciencia; pero era vuelto a su lugar al volver al pueblo, y esto era emblemático del carácter obscuro y tenebroso de aquella dispensación (2 Corintios 3:13).

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