Hebreos 10:1-39

1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros y no la forma misma de estas realidades, nunca puede, por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente de año en año, hacer perfectos a los que se acercan.

2 De otra manera, ¿no habrían dejado de ser ofrecidos? Porque los que ofrecen este culto, una vez purificados, ya no tendrían más conciencia de pecado.

3 Sin embargo, cada año se hace memoria de los pecados con estos sacrificios,

4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

5 Por lo tanto, entrando en el mundo, él dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo.

6 Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron;

7 entonces dije: “¡Heme aquí para hacer, oh Dios, tu voluntad!” como en el rollo del libro está escrito de mí.

8 Habiendo dicho arriba: Sacrificios y ofrendas, holocaustos y sacrificios por el pecado no quisiste ni te agradaron (cosas que se ofrecen según la ley),

9 luego dijo: ¡Heme aquí para hacer tu voluntad! Él quita lo primero para establecer lo segundo.

10 Es en esa voluntad que somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

11 Todo sacerdote se ha presentado, día tras día, para servir en el culto y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados.

12 Pero este, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios,

13 esperando de allí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.

14 Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados.

15 También el Espíritu Santo nos da testimonio, porque después de haber dicho:

16 “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días”, dice el Señor; “pondré mis leyes en su corazón, y en su mente las inscribiré”,

17 él añade: “de los pecados e iniquidades de ellos nunca más me acordaré”.

18 Pues donde hay perdón de pecados no hay más ofrenda por el pecado.

19 Así que, hermanos, teniendo plena confianza para entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesús,

20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo (es decir, su cuerpo),

21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,

22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

23 Retengamos firme la confesión de la esperanza sin vacilación porque fiel es el que lo ha prometido.

24 Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.

25 No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; más bien, exhortémonos, y con mayor razón cuando vemos que el día se acerca.

26 Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado

27 sino una horrenda expectativa de juicio y de fuego ardiente que ha de devorar a los adversarios.

28 El que ha desechado la ley de Moisés ha de morir sin compasión por el testimonio de dos o tres testigos.

29 ¿Cuánto mayor castigo piensan que merecerá el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha considerado de poca importancia la sangre del pacto por la cual fue santificado y que ha ultrajado al Espíritu de gracia?

30 Porque conocemos al que ha dicho: “Mía es la venganza; yo daré la retribución”. Y otra vez: “El Señor juzgará a su pueblo”.

31 ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!

32 Traigan a la memoria los días del pasado en los cuales, después de haber sido iluminados, soportaron gran conflicto y aflicciones.

33 Por una parte, fueron hechos espectáculo público con reproches y tribulaciones. Por otra parte, fueron hechos compañeros de los que han estado en tal situación.

34 También se compadecieron de los presos y con gozo padecieron al ser despojados de sus bienes, sabiendo que ustedes mismos tienen una posesión superior y perdurable.

35 No desechen, pues, su confianza, la cual tiene una gran recompensa.

36 Porque les es necesaria la perseverancia para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengan lo prometido;

37 porque: Aún un poco, en un poco más el que ha de venir vendrá y no tardará.

38 Pero mi justo vivirá por fe; y si se vuelve atrás, no agradará a mi alma.

39 Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás para perdición sino de los que tienen fe para la preservación del alma.

CONCLUSION DEL ARGUMENTO ANTERIOR. LOS SACRIFICIOS LEGALES ANUALES NO PUEDEN PERFECCIONAR AL ADORADOR, PERO LO PUEDE HACER EL SACRIFICIO DE CRISTO, HECHO UNA VEZ PARA SIEMPRE. En contraste con la diaria administración de los sacerdotes levíticos, el servicio de Cristo es hecho perfecto por un solo sacrificio, y por lo tanto él ahora está sentado a la diestra de Dios como Sacerdote Rey, hasta que todos sus enemigos estén sujetos bajo él. Así el nuevo pacto (8:8-12) está inaugurado, por el cual la ley está escrita sobre el corazón, de modo que no se necesita más ofrenda por el pecado. Por lo tanto, debemos acercarnos al lugar santísimo con firme fe y amor; temerosos de los horribles resultados de la apostasía; esperando la recompensa que nos tocará con la venida de Cristo.

1. Anteriormente se nos enseñó la singularidad de la ofrenda de Cristo (hecha una sola vez); ahora es contrastada en su perfección con los sacrificios legales. teniendo—Por cuanto tiene la ley sólo “la sombra, no la imagen misma”, es decir, no la exacta semejanza, realidad y completa revelación, tal cual tiene el evangelio. La “imagen” aquí significa el arquetipo (véase 9:24), la imagen original, sólida [Bengel], que nos hace reales aquellas verdades celestiales, de las que la ley antes daba tan sólo un bosquejo sombreado. Véase 2 Corintios 3:13, 2 Corintios 3:18; el evangelio es la exposición misma por la Palabra y el Espíritu de las realidades celestiales mismas, de las que (el evangelio) se construye. Así Alford. Así como Cristo es la “imagen misma” (griego, “la impresión”) de la persona del Padre (2 Corintios 1:3), así el evangelio es la manifestación, por la revelación, de las verdades celestiales mismas: el mismo arquetipo celestial, del que la ley fué trazada como en bosquejo o diseño (2 Corintios 8:5). La ley era un proceso continuo de profecía en acción que comprobaba el divino propósito de que las cosas figuradas se realizarían, y que comprobaba la verdad de las mismas una vez realizadas. Así que los imperfectos y repetidos sacrificios expiatorios anteriores a Cristo predijeron, y ahora comprueban la realidad de una perfecta expiación típica de Cristo. los bienes venideros—(2 Corintios 9:11)—que pertenecen al “mundo (siglo) por venir”. Bienes, cosas buenas, actualizados en parte al creyente por la fe, y a ser realizados plenamente más tarde en gozo real y perfecto. Dice Lessing: “Como la iglesia de Cristo en la tierra es la predicción de la economía de la vida futura, así la economía del Antiguo Testamento es una predicción de la iglesia cristiana”. En relación a los bienes temporales de la ley, los bienes espirituales y eternos del evangelio son “bienes por venir”. Colosenses 2:17 llama a las ordenanzas legales “la sombra”, y a Cristo “el cuerpo”. nunca—en ningún tiempo (v. 11). continuamente—El griego insinúa que ofrecen un “continuo” círculo penoso e ineficaz de los “mismos” sacrificios expiatorios periódicos “año tras año”. hacer perfectos—satisfacer perfectamente las necesidades del hombre respecto de la justificación y la santificación (Nota, 9:9). los que se allegan—los que se acercan a Dios, es decir, los adoradores (todo el pueblo) que acuden a Dios en la persona de su representante, el sumo sacerdote.

2. De otra manera—“Si no fuera así”, si la ley pudiera, con sus sacrificios, haber hecho perfectos a los adoradores. cesarían—“de ofrecerse (los sacrificios)”. limpios—Los adoradores estarían purificados ya “de una vez” para siempre (7:27), y no tendrían concienciaconocimiento interior del pecado (9:9).

3. Empero—lejos de dejar de ser ofrecidos aquellos sacrificios (v. 2). en estos—en ellos, en el hecho de ser ofrecidos, y en el curso de su ofrecimiento en el día de la propiciación. Véase el contraste en el v. 17. conmemoración—una recordación por la confesión del sumo sacerdote, en el día de la propiciación, de los pecados tanto del año anterior como de todos los años anteriores, lo que comprobaba que los sacrificios expiatorios de años precedentes no hacían sentir en la conciencia de los hombres el que hubiesen expiado plenamente los pecados pasados; en efecto, la expiación y la remisión no eran sino legales y típicas (cap 10:4, 11). Al contrario, la remisión evangélica es tan completa que los pecados no serán recordados más (v. 17) por Dios. Es incredulidad “olvidar” esta purgación hecha una vez para siempre, y tener miedo a causa de “pecados pasados” (2 Pedro 1:9). El creyente bañado una vez por todas, no necesita sino lavarse las manos” y los “pies”, según se los contamine diariamente, en la sangre de Cristo (Juan 13:10).

4. Porque—La razón por qué hay necesariamente una perpetua “recordación de pecados” en los sacrificios legales (v. 3). Típica, o figurativamente, “la sangre de toros”, etc., sacrificados tenía poder, pero sólo en virtud del poder de un verdadero sacrificio antitípico de Cristo; no tenían poder alguno en si; no eran instrumentos de una perfecta expiación vicaria, sino la exhibición de la necesidad de la misma, sugiriendo al israelita creyente la segura esperanza de la redención venidera, según la promesa de Dios. quitar—El verbo griego del v. 11 es más fuerte que éste, y explica el vocablo débil aquí, quitar absolutamente. La sangre de brutos no puede quitar el pecado de hombres. Eso debe hacer un Hombre (Notas, cap. 9:12-14).

5. La ofrenda voluntaria por Cristo de sí mismo, en contraste con aquellos sacrificios ineficaces, es demostrada como cumpliendo perfectamente “la voluntad de Dios” en cuanto a nuestra redención, haciendo completa propiaciación “por (nuestros) pecados”. Por lo cual—viendo que un sacrificio más noble que el de animales era menester para “quitar pecados”. entrando en el mundo—El tiempo aludido es el período anterior a su venida al mundo, cuando la ineficacia de los sacrificios de animales para la expiación había sido comprobada [Tholuck]. O bien, el período es aquél entre el primer amanecer de la razón del niño Jesus y el principio de su ministerio público, cuando, maduro ya en la resolución humana, se entregaba al cumplimiento de la voluntad del Padre [Alford]. Pero el tiempo de la “entrada” es presente; no “cuando hubo venido”, sino “mientras viene al mundo”; de modo que, para concordar con la opinión de Alford, “el mundo” debe significar su ministerio público: viniendo, o estando por venir en público. Los verbos griegos están en el aoristo: quisiste, apropiaste, he aquí vine, etc. Por tanto, para armonizar estos tiempos gramaticales, el presente viniendo o estando por venir, con el pretérito, “me apropiaste cuerpo”, o debemos aceptar la explicación de Alford, o si no, si entendemos que es el período previo a su llegada efectiva a la tierra, o a su encarnación, debemos explicar que los aoristos se refieren al propósito de Dios, que habla de lo que él determinó desde la eternidad como si ya estuviera realizado. “Un cuerpo me apropiaste en tu eterno consejo”. Esta me parece una explicación más probable que la de “llegar al mundo”, presentarse en público, o entrar en su ministerio público. David, en el Salmo 40 (aquí citado), pasa revista a sus aflicciones pasadas y su liberación de ellas por Dios, y su consiguiente deseo de rendir a Dios espontánea obediencia como más acepta que los sacrificios; pero el Espíritu pone en boca de David lenguaje que encuentra sólo su parcial aplicación a David, y su plena realización sólo en el divino Hijo de David. “Cuanto más se acerque cualquier hijo del hombre al encarnado Hijo de Dios en posición, en oficio, o en individual experiencia espiritual, tanto más directamente pueden sus santas aspiraciones en el poder del Espíritu de Cristo considerarse como las palabras de Cristo mismo. De todos los hombres, el profeta rey de Israel se asemejaba más a Cristo y más le representaba” [Alford]. me apropiaste cuerpoGriego, “Me acomodaste un cuerpo”. “En tus consejos te propusiste hacerme un cuerpo, para ser entregado a la muerte como víctima sacrificial”. [Wahl]. En el hebreo, Salmo 40:6 reza: “Has abierto mis oídos”, o “has agujereado mis orejas”. Alude acaso a la costumbre de agujerear la oreja del esclavo que se ofrece voluntariamente para quedar bajo el amo cuando podía estar libre. El que Cristo asumiera un cuerpo humano, en obediencia a la voluntad del Padre, a fin de morir la muerte de esclavo (Salmo 2:14), fué virtualmente el mismo acto de sumisión voluntaria para servicio como el de un esclavo que permitiera que su oreja fuese horadada por su amo. Su obediencia voluntaria al deseo de su Padre es lo que se puntualiza como dando especial virtud a su sacrificio (cap. 10:7, 9, 10). La preparación o apropiación de un cuerpo para él no es meramente para su encarnación, sino más bien para su sacrificio explatorío (10:10), el sentido requerido por el contraste con “sacrificio y presente”; véanse Romanos 7:4; Efesios 2:16; Colosenses 1:22. Probablemente la frase (Salmo 40:6) quiere decir que me ha abierto el oído interior, de modo que esté atentamente obediente a lo que Dios quiere que haga, a saber, que asuma el cuerpo que él me ha preparado para mi sacrificio; así Job 33:16; Job 36:10 (sin duda la horación de la oreja de un esclavo era el símbolo de tan voluntaria obediencia); Isaías 50:5 : “El Señor Jehová me abrió el oído”, eso es, me hizo atento y obediente cual esclavo a su amo. Otros explican en forma algo semejante: “Mis orejas (oídos) cavaste”, o “formaste”, no con alusión a Éxodo 21:6, sino al verdadero oficio del oído: atención voluntaria y sumisa a la voz de Dios (Isaías 50:4). La formación del oído sugiere la preparación del cuerpo, es decir, la encarnación; esta idea secundaria, de veras en el hebreo aunque menos prominente, es la que usa Pablo para su argumento. En cualquiera de las explicaciones, la idea de la asunción por Cristo de la forma, llegando a ser obediente cual esclavo, es implícita. Así como él se tomó un cuerpo para hacer en él el sacrificio de sí mismo, así debemos nosotros presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo (Romanos 12:1).

6. Holocaustos—ofrendas del todo quemadas. no te agradaron—como si éstos pudieran en sí expiar el pecado: Dios tuvo placer (Griego, “aprobó”, o “tuvo contentamiento”) en ellos en cuanto fuesen un acto de obediencia a sus mandamientos positivos del Antiguo Testamento, pero no en su eficacia intrínseca, la que no tuvieron, tal cual tuvo el sacrificio de Cristo. Contrástese Mateo 3:17.

7. Heme aquíGriego, “He aquí vine” (Nota, v. 5). “Aquí tenemos el credo, como si fuera, de Jesús: Vine para cumplir la ley (Mateo 5:17); para predicar (Marco 1:38); para llamar pecadores al arrepentimiento (Lucas 5:32); para meter espada, etc. (Mateo 10:34); bajé del cielo para hacer la voluntad del que me envió (Juan 6:38; Salmo 40:7); soy enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 15:24); vine al mundo para juicio (Juan 9:39); he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Juan 10:10); para salvar lo que se había perdido (Mateo 18:11); para buscar y salvar lo perdido (Lucas 19:10; compárese 1 Timoteo 1:15); para salvar las vidas de los hombres (Lucas 9:56); para echar fuego sobre la tierra (Lucas 12:49); para servir (Mateo 20:28); como la luz (Juan 12:46); para dar testimonio a la verdad (Juan 18:37). Permite tú, lector, que el Señor consiga su propósito en tu caso. Además, por tu parte ¿preguntas por qué estás aquí? ¿Haces, pues, tú también, la voluntad de Dios? ¿Desde cuándo, y de qué manera?” [Bengel]. Cuando en el día de la propiciación eran presentados delante del Señor los dos machos cabríos, había de ser ofrecido por el pecado aquel sobre el cual cayera la suerte del Señor; y aquella suerte era alzada arriba en las manos del sumo sacerdote, y luego puesta sobre la cabeza del animal que había de morir; así la mano de Dios determinó todo lo que fué hecho a Cristo. Además del pacto que Dios hizo con el hombre por la sangre de Cristo, hubo otro hecho por el Padre con el Hijo desde la eternidad. La condición fué: “Si él pusiere su vida en expiación por el pecado verá linaje …” (Isaías 53:19). El Hijo aceptó la condición, diciendo: “Heme aquí, para hacer tu voluntad, oh Dios” [El obispo Pearson]. Oblación, intercesión y bendición son sus tres oficios sacerdotales. del libro—es decir, “del rollo”; el manuscrito de pergamino era arrollado sobre un cilindro con una perilla en cada extremo. Aquí la cabecera del “tomo” indícado es el Salmo 40. “Por este mismo texto, escrito de mí, emprendo la ejecución de tu voluntad (a saber, que muera yo por los pecados del mundo, a fin de que todos los que crean sean salvos, no por sacrificios de animlaes, v. 6, sino por mi muerte)”. Este es el contrato escrito del Mesías (véase Nehemías 9:38), por el cual él se compromete ser nuestro fiador. Tan perfecta es la inspiración de todo lo escrito, tan grande la autoridad de los Salmos, que lo que David dice es en realidad lo que Cristo entonces dijo allí.

8. Diciendo—El (Cristo). Sacrificio—Los manuscritos más antiguos rezan: “sacrificios y presentes”, en plural. Este texto combina en una las dos proposiciones anteriores (vv. 5, 6), contrastando el sacrificio de Cristo, que es agradable a Dios.

9. Entonces dijo—“En aquel tiempo”, (a saber, cuando hablaba por boca de David en el Salmo 40). El rechazo de los sacrificios legales envuelve, como su concomitante, la oferta voluntaria de Jesús de hacer el sacrificio de sí mismo, en el cual Dios toma contentamiento (porque era, en efecto, la voluntad misma de Dios que él vino a hacer al ofrecerlo: de modo que era imposible que este sacrificio no le agradara). Quita lo primero—es decir, “el sistema legal de sacrificios”, que Dios no quiere. lo postrero—“la voluntad de Dios” de que Cristo nos redimiera por el sacrificio de sí mismo.

10. En … por—Véase 1 Pedro 1:22 : “Habiendo purificado vuestras almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu”. Véase también 1 Pedro 1:5 en el griego. Véase Efesios 1:6, griego: “En la cual (gracia) nos hizo aceptos …” “En la cual voluntad” expresa la causa original; “POR la ofrenda …”, la causa instrumental o mediadora. Toda la obra de la redención mana de “la voluntad” de Dios el Padre, como la Primera Causa, quien decretó la redención desde antes de la fundación del mundo. La “voluntad” aquí (bóulema) es su absoluta voluntad soberana, de la cual su “buena voluntad” (eudokía) es un aspecto parcial. somos santificados—Una vez por todas y como nuestro estado permanente (así el grieg). Es la obra acabada de Cristo de habernos santificado (es decir, trasladándonos de un estado de alejamiento impio a uno de consagración a Dios, ya sin “más conciencia del pecado”, v. 2) una sola vez y permanentemente; no es el proceso de santificación gradual al que aqui se alude. (Nota del Trad.—El eminente teológico Dr. W. T. Conner, observa que “santificación” es el término predilecto de Hebreos para denotar la obra salvadora de Cristo; no se emplea el término paulino de “la justificación”). del cuerpo—cuerpo “apropiado” para él por el Padre (v. 5). Como la expiación, o reconciliación, es por la sangre de Cristo (Levítico 17:11), así nuestra santificación (consagración a Dios, santidad y felicidad eterna) es por el cuerpo de Cristo (Colosenses 1:22). Alford cita el ritual de la cena del Señor del Libro de Oración Común: “que nuestros cuerpos pecaminosos sean hechos limpios por su cuerpo, y lavadas nuestras almas en su preciosa sangre”. una sola vez—(Véanse caps. 7:27; 9:12, 26, 28; 10:12, 14).

11. Así que—Un nuevo punto de contraste: la frecuente repetición de los sacrificios. sacerdote—Los manuscritos más antiguos rezan: “sumo sacerdote”. Aunque él no se presentaba “cada día” en persona “ofreciendo … sacrificios”, lo hacía por sacerdotes subordinados, de los cuales, así como de todo Israel, él era la cabeza representativa. Así “cada día” se aplica a los sumos sacerdotes (cap. 7:27, en griego). se presentaGriego, “está en pie”, la actitud de uno que sirve; en contraste con el “se sentó a la diestra de Dios” (cap. 10:12), dicho de Cristo, la postura de uno a quien, cual rey, se sirve. sacrificios, que—“de tal estirpe que nunca pueden …” quitar—del todo; “arrasar”. Los sacrificios legales podrían acaso en parte, y apenas en parte, producir el sentimiento de perdón (cap. 10:4); pero “desnudar” a uno de su culpabilidad, eso nunca podrían hacer.

12. éste—enfático (cap. 3:3). para siempre—construído con “ofrecido … sacrificio”, sacrificio, la eficacia del cual perdura para siempre; continuamente (v. 14). “La ofrenda de Cristo, hecha una vez para siempre, seguirá siendo la única oblación para siempre; ninguna otra la reemplazará” [Bengel]. La misa, que pretende ser la frecuente repetición del mismo sacrificio del cuerpo de Cristo, queda por tanto refutada. Porque no sólo es el cuerpo de Cristo uno, sino también su ofrenda es una, y ella inseparable de su padecimiento (cap. 9:26). La misa ocuparía la misma posición que los sacrificios judaicos que Pablo rechaza por abrogados, porque ellos eran anticipaciones del único sacrificio, así como Roma hace de la misa la continuación de él, en contradicción al argumento de Pablo. La repetición insinuaría que la anterior “una vez para siempre” ofrenda del único sacrificio era imperfecto, implicación que deshonraría dicho sacrificio (vv. 2, 18). Al contrario. el v. 14 dice: “Hizo PERFECTOS PARA SIEMPRE a los santificados”. Si Cristo se ofreció en la última cena, entonces se ofreció otra vez en la cruz, y así habría dos ofrecimientos; pero Pablo dice que fué una sola vez. una vez para siempre. Véase nota, cap. 9:26. Nuestra versión está aventajada por el uso en esta Epístola del complemento “para siempre”, después de su antecedente. También “un sacrificio para siempre” está en contraste con los “mismos sacrificios muchas veces” (v. 11). También 1 Corintios 15:24, 1 Corintios 15:28 concuerda con Hebreos 10:12 : “para siempre” no debe construírse con “se sentó”, como lo hace Alford, porque Jesús ha de ceder su trono de Mediador “cuando todas las cosas le estén sujetas”, y no estará sentado para siempre.

13. EsperandoAguardando la ejecución de la voluntad del Padre, que todos sus enemigos sean sujetos a él. El Hijo aguarda hasta que el Padre “le envíe a triunfar sobre todos sus enemigos”. Ahora está en reposo (v. 12), reinando invisiblemente, y haciendo sujetar a sí a sus enemigos virtualmente, por el derecho de su muerte. Su presente ocupación del trono invisible es un preliminar necesario para su salida a sujetar abiertamente a sus enemigos. Entonces saldrá a un reino visible manifiesto y a la conquista de sus enemigos. De este modo cumple las palabras del Salmo 110:1, de acuerdo con 1 Corintios 15:23. Está ahora, por su Espíritu y por su providencia, sujetando a sus enemigos en parte (Salmo 110). La sujeción completa de sus enemigos se efectuará en su segundo advenimiento y desde entonces hasta el juicio general (Apocalipsis 19 y 20); luego viene la sujeción de él mismo, su sumisión voluntaria, como Cabeza de la Iglesia, al Padre (la economía mediadora cesará cuando su finalidad se haya cumplido), para que Dios sea todo en todos. Los vencedores orientales solían pisar la cerviz de los conquistados, como hizo Josué con los cinco reyes. Así se simboliza la conquista total y absoluta en su venida. sus enemigos—constituídos en—el estrado de sus pies.—Satanás y la muerte, cuya potencia consiste en “el pecado”; quitado el pecado (v. 12), es quitada la potencia de los enemigos, cuya destrucción necesariamente sigue.

14. Porque—El sacrificio acabado “para siempre” (v. 12) en su eficacia no necesita renovación. a los santificados—más bien el griego, “los que están siendo santificados.” La santificación, (consagración a Dios) [sinónimo en Hebreos de “salvación”.—Nota del Trad.] de los creyentes elegidos (1 Pedro 1:12) es perfecta en Cristo una vez para siempre (nota, v. 10). (Contrástese la ley, caps. 7:19; 9:9; 10:1). El desarrollo de aquella santificación es progresivo.

15. lo mismo—El griego, reza: “Y nos atestigua también el Espíritu Santo”. Se da el testimonio del Padre en cap. 5:10; el del Hijo en cap. 10:5. Ahora se agrega el del Espíritu Santo, llamado de consiguiente “el Espíritu de gracia” (v. 29). El testimonio de todos los tres lleva a la misma conclusión (v. 18). que (porque) después que dijo—la proposición termina en el v. 17: “Después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos (con la casa de Israel, cap. 8:10; aquí extendido al Israel espiritual) …; daré (la ley fué dada en las manos; pero ahora son dadas) mis leyes en sus corazones (mente, 8:10) y en sus almas (corazones, 8:10), las inscribiré (así el griego); pero omite el resto de la cita, cap. 8:10, 11: “Seré a ellos por Dios …, etc.”

17. Añade—en bastardillas, como no está en el texto original. y nunca—léase: “Y añade: nunca …” Después de decir lo anterior, dice (también) lo siguiente: “Nunca más me acordaré …” El punto principal de la cita es comprobar que habiendo en el pacto evangélico “remisión de pecados” (v. 17), no hay más necesidad de sacrificio por los pecados. El objeto de la misma cita en el cap. 8:8-13, es enseñar que, habiendo un “NUEVO pacto”, el anterior queda anticuado.

18. donde hay remisión de éstos—como bajo el pacto evangélico la hay (v. 17). Aquí termina el gran final del arreglo tripartito (1. cap. 7:1-25; 2. cap. 7:26 a 9:12; 32 Samuel 9:13 a 10:18) de la porción central de la Epístola. Su gran tema fué: Cristo el Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Lo que es ser sumo sacerdote según el orden de Melquisedec se expone en el cap. 7:1-25, en contraste con el orden aarónico. Que Cristo, empero, como Sumo Sacerdote, es el antitipo de Aarón en el verdadero santuario, en virtud del sacrificio de sí mismo en la tierra, y el Mediador de un pacto mejor, cuyo carácter esencial es sólo tipificado por el antiguo, se nos dice en cap. 7:26 a cap. 9:12. Y que el sacrificio propio de Cristo ofrecido por el eterno Espíritu, es de poder perpetuo, en contraste con el siclo ineficaz de los sacrificios legales, queda establecido en la tercera porción (cap. 9:13 a cap. 10:18). La primera parte de esta última porción (cap. 9:13-28) muestra que tanto nuestra actual posesión de la salvación como nuestro futuro perfeccionamiento de la misma son cosas tan ciertas para nosotros como que Cristo está con Dios, rigiendo como Sacerdote y reinando como Rey, pronto a aparecer de nuevo, ya no para cargar con nuestros pecados, sino como Juez en gloria y poder. La segunda mitad, cap. 10:1-18, reitera la proposición principal del todo, a saber, el sumo sacerdocio de Cristo, basado en el sacrificio de él mismo: su carácter real, la eterna realización de su finalidad, confirmada por los Salmo 40 y 110 y por Jeremias 31. [Delitzch en Alford.]

19. Aquí empieza la tercera y última división de la Epístola: nuestro deber actual mientras aguardamos el segundo advenimiento del Señor. Resume y amplía la exhortación (cap. 4:14-16; véase cap. 10:22, 23) con que cierra la primera parte de la Epístola, en preparación para su gran argumento doctrinario que empieza con el cap. 7:1. libertad—franqueza, confianza, basada en la conciencia de que nuestros pecados están perdonados. por la sangreGriego, “en la sangre”. Es en la sangre de Jesús donde fundamos nuestra confianza para entrar. Véase Efesios 3:12 : “En el cual tenemos seguridad y entrada con confianza”. Lo que nos da este franco acceso es que él ha entrado una vez por todas como nuestro Precursor (Efesios 6:20) y Sumo Sacerdote (Efesios 10:21), haciendo propiciación por nosotros con su sangre, la cual está continuamente allí (cap. 12:24) delante de Dios. Ninguna casta sacerdotal interviene ahora entre el pecador y su Juez. Podemos acudir con libertad, con franqueza, con amor y confianza, no con servil miedo, directamente a Cristo, el único Sacerdote mediador. El ministro no está oficialmente más cerca de Dios que el laico; ni puede éste servir a Dios a cierta distancia ni por un representante, como gustaría el hombre natural. Cada cual debe venir por sí, y todos son aceptos cuando acuden por el camino nuevo y vivo que Cristo abrió. De modo que todos los cristianos, en lo que toca al acceso directo a Dios, son virtualmente sumos sacerdotes (Apocalipsis 1:6). Ellos se acercan en Cristo y por Cristo, el solo Sumo Sacerdote verdadero (cap. 7:5).

20. camino que—el antecedente en el griego es “la entrada” (“libertad para entrar”); no, como parece, “el camino”. Tradúzcase: “La cual entrada (acceso) él consagró (no como si ya existiera, sino como quien la abrió primero, inaugurada como cosa nueva; nota, cap. 9:18, donde el griego es el mismo) para nosotros (como) camino nuevo (Griego, reciente: recién abierto, Romanos 16:25) y vivo” (no como el camino estéril de la ofrenda legal de la sangre de víctimas muertas, sino camino real, vital, y de perpetua eficacia, porque el Salvador viviente y vivificante es aquel camino. Es una esperanza viva la que tenemos, que produce obras no muertas, sino vivas). Cristo, primicias de la humanidad, ha ascendido, y por causa de ello los demás están santificados. “La ascensión de Cristo es nuestra promoción; y adonde la gloria de la Cabeza ha precedido, allá la esperanza del cuerpo también es llamada” (León). el velo—Como se tenía que pasar por el velo para entrar en el santuario, así Cristo tuvo que pasar por la débil y doliente carne de su humanidad (cap. 5:7, que velaba su divinidad), para entrar en el santísimo celestial por nosotros; al desnudarse él de su cuerpo abierto, el velo del templo, tipo del cuerpo de Cristo, fué simultáneamente roto de arriba abajo (Mateo 27:51). No su cuerpo, sino su débil y doliente carne fué el velo; su cuerpo era el templo (Juan 2:19). gran sacerdote—En todo otro lugar de la Epístola se emplea el término griego archiereus por sumo sacerdote. Aquí es “un gran sacerdote”, uno que es a la vez Rey y “Sacerdote sobre el trono” (Malaquías 6:13); un Sacerdote real o un Rey sacerdotal. la casa de Dios—la casa espiritual, la iglesia, compuesta de creyentes, cuyo hogar es el cielo, donde Jesús está ahora (cap. 12:22, 23). De modo que, en el sentido de la “casa de Dios”, sobre la que está Jesús, está incluído el cielo, como también la Iglesia, cuyo hogar es.

22. (cap. 4:16; 7:19). con corazón verdadero—sin hipocresía; “en verdad, y con corazón perfecto”; corazón imbuído en “la verdad” (v. 26). en plena certidumbre—(Cap. 6:11)—Sin duda alguna, respecto de nuestro recibimiento cuando acudimos a Dios por la sangre de Cristo. Como “fe” ocurre aquí, así “esperanza” y “amor” en vv. 23, 24. purificadosGriego, “rociados”; teniendo los corazones rociados, de modo que estén purificados de (Griego apo) mala conciencia—Corazones conscientes de la culpa expiada, limpiada y quitada (v. 2; cap. 9:9). Tanto los corazones como los cuerpos son purificados. Las purificaciones legales fueron con la sangre de víctimas animales y con agua, y sólo podían purificar la carne (cap. 9:13, 21). La sangre de Cristo purifica el corazón y la conciencia. El sacerdote aarónico, al entrar al lugar santo, se lavaba con agua (cap. 9:19) en el lavabo de bronce. Los creyentes, como sacerdotes de Dios, son lavados una vez por todas en CUERPO (en distinción de los “corazones”) en el bautismo. Como tenemos una naturaleza inmaterial y otra material, la purificación de ambas se expresa por “corazones” y “cuerpo”, el hombre interior y el exterior; así el hombre entero, material e inmaterial. El bautismo, sin embargo, no es meramente el quitamiento de la inmundicia material, ni un acto operado por eficacia intrínseca, sino un sello sacramental al hombre exterior, de un lavamiento espiritual (1 Pedro 3:21). El “cuerpo” (no meramente la carne, la parte carnal, 2 Corintios 7:1) incluye todo el hombre material que necesita purificación, y es redimido, tanto como el alma. El cuerpo, una vez contaminado del pecado, es lavado, a fin de ser preparado como el santo cuerpo de Cristo, y por el cuerpo de Cristo, para ser espiritualmente una ofrenda pura y viva. Sobre el “agua pura”, símbolo de la consagración y la santificación, véase Juan 19:34; 1 Corintios 6:11; 1 Juan 5:6, Joel 5:6; Ezequiel 36:25. Los pretéritos perfectos, “purificados los corazones” y “lavado el cuerpo” (Griego, en singular), indican un estado continuo producido por un hecho realizado una vez por todas, a saber, nuestra justificación por la fe por la sangre de Cristo, y nuestra consagración a Dios, sellados sacramentalmente por el bautismo de nuestro cuerpo. (Nota del Trad.—Somos sellados por el Espíritu Santo (Efesios 1:13; Efesios 4:30). Es llamativo que el autor de Hebreos, mayormente si es Pablo, no hace alusión al bautismo. Pablo exhorta a santidad a los romanos (Romanos 6:3), evocando la confesión de ellos hecha en el bautismo. “Los creyentes … son todos lavados (simbólicamente) en el bautismo”. Este “no quita la inmundicia material”, ni tiene “eficacia intrínseca”. ¿Cómo puede entonces ser “sello sacramental” de nuestra “justificación” y “consagración”? Es natural de parte del escritor “a Hebreos” emplear los ritos y símbolos del antiguo culto para explicar la nueva fe y para exhortar a la santidad; pero no hay necesidad de que busquemos en aquéllos referencias directas a ceremonias o analogías en el cristianismo. Las dos figuras (dualismo) de cap. 19:22 no deben dividir al hombre en dos (corazón y cuerpo, ni indican dos operaciones: purificación (rociamiento en el griego) para el corazón y lavamiento (bautismo) para el cuerpo.)

23. Véase cap. 3:6, 14; 4:14. profesiónGriego, “confesión”. nuestra fe—más bien como el Griego, “NUESTRA ESPERANZA”; la que es en verdad la fe ejercitada tocante a nuestra futura herencia. La esperanza se basa en la fe y al mismo tiempo vivifica la fe, y es la base de nuestra franca confesión (1 Pedro 3:15). La esperanza asimismo se relaciona con la purificación (1 Juan 3:3, Joel 3:3). sin fluctuar—sin menguar (cap. 3:14), “firmes hasta el fin”. el que—Dios; es fiel a sus promesas (caps. 6:17, 18; 11:11; 12:28; 1 Corintios 1:9; 1 Corintios 10:13; 1 Tesalonicenses 5:24; 2 Tesalonicenses 3:3; Juan 12:26), pero el hombre a menudo es infiel a sus deberes.

24. Aquí, como en otras partes, esperanza y amor siguen a la fe: la tríade paulina de las gracias cristianas. considerémonos—con la mente fija atentamente los “unos a los otros” (nota, cap. 3:1), contemplando con continua consideración los caracteres y las necesidades de nuestros hermanos, a fin de impartir mutuo socorro y consejo. Griego, “considerad”, Salmo 41:1, y Hebreos 12:15 : “Mirando [todos] bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios”. para provocarnosGriego, “para la provocación de amor y buenas obras”, en lugar de excitar al odio, como muchas veces pasa.

25. nuestra congregación—El vocablo griego, episunagoge, hallado sólo aquí y en 2 Tesalonicenses 2:1; el verbo en Mateo 24:31 : “Reunirán a los escogidos de los cuatro vientos”. La reunión o congregación de nosotros para la comunión cristiana en privado y en público, son arras de nuestra reunión con Cristo en su aparición. La unión es fuerza; las asambleas continuas engendran y propagan el amor, y dan buenas oportunidades para “provocar a buenas obras” si se exhortan continuamente unos a otros (cap. 3:13). Dice Ignacio: “Cuando os reunís frecuente y numerosamente, los poderes de Satanás son derribados, y su astucia es neutralizada por vuestra unanimidad en la fe”. Descuidar tales asambleas del todo podría acabar en la apostasía al fin. No se emplea aquí la palabra griega sunagoge, que sugeriría las reuniones de la sinagoga judaica (véase Apocalipsis 2:9). como … costumbre—Esta suave expresión comprueba que aquí no se habla aún de la apostasía. aquel día se acercaGriego, “El día”, expresión más breve para expresar el día del retorno del Señor, ocurre sólo aquí y en 1 Corintios 3:13; una confirmación de la redacción paulina de esta Epístola. La iglesia, siempre en la incertidumbre de cuán pronto viene Cristo, el día lo tiene y lo ha tenido siempre, en cada edad, prácticamente por cercano; por lo tanto se exhortó a los creyentes a que velaran, como si estuviera cercano. Los hebreos entonces vivían cerca de uno de aquellos grandes eventos típicos, o primicias, de aquel día, la destrucción de Jerusalén (Mateo 24), “el sangriento y fogoso amanecer del gran día; aquel día es el día de días, el día final de todos los días, el día de ajustar cuentas de todos los días, el día de la promoción del tiempo a la eternidad, el día que, para la Iglesia, irrumpe en la larga noche del presente mundo y le pone fin.” [Delitzche en Alford].

26. Véase nota sobre cap. 6:4, sig., donde se advertía que si no había diligencia en el progreso, acontecería un relajamiento seguido de una posible apostasía; aquí se amonesta que si hay tibieza en la comunión cristiana, puede motivar la apostasía. si pecáremos—el presente del participio griego: si se nos ve pecando, eso es, no en hechos aislados, sino en un estado pecaminoso. [Alford]. Una violación no sólo de la ley, sino también de toda la economía del Nuevo Testamento (vv. 28, 29). voluntariamente—desenvueltamente. Después de recibir “pleno conocimiento (así el griego; véase 1 Timoteo 2:4) de la verdad” del Espíritu Santo (el Espíritu de verdad, Juan 14:17; y de “el Espíritu de la gracia”, v. 29): recaer (como significa aquí “pecar”, cap. 3:12, 17; véase cap. 6:6) y apostatar (cap. 3:12) al judaísmo o a la incredulidad, no es pecado de ignorancia o de error (“salir fuera del camino”, cap. 12:13), resultado de enfermedad, sino que es pecado deliberado contra el Espíritu (v. 29; cap. 5:2): semejante pecar, donde no sólo había conocimiento de las obligaciones evangélicas sino también lo hay: pecar presuntuosamente y con perseverancia contra la redención de Cristo hecha para nosotros, y contra el Espíritu de gracia en nosotros. “Sólo el que está alto, puede caer bajo. Tiene que haber en el alma una referencia viva a lo que es bueno, para que uno sea completamente malo; por tanto, el hombre puede ser más réprobo que las bestias, y los ángeles apóstatas más que el hombre apóstata” [Tholuck]. ya no queda sacrificio—Porque no hay sino UN solo sacrificio que puede expiar el pecado, y ellos, habiendo tenido pleno conocimiento de dicho sacrificio, deliberadamente lo rechazan.

27. una horrenda esperanzaGriego, “cierta expectación horrorosa”; extraordinaria e indescriptible. Lo indefinido, como algo peculiar, sui géneris, hace más terrible la descripción (véase Santiago 1:18). “Expectación” es un sentido posterior del griego. Alford extrañamente traduce “recepción”, como significa comúnmente el griego en otras partes. Es fácil la transición de “dar un recibimiento a” cosa o personas, a “aguardar, estar a la expectativa de” algo. Contrástese “esperando” del v. 10 (de la misma raíz griega), lo que refuta a Alford. hervor de fuego—es decir, “celo de fuego”; el fuego está personificado: el brillo o ardor de fuego; es decir, de aquel que es “fuego consumidor”. devorar—continuamente.

28. menospreciare—“hacer caso omiso” (Alford): violar absoluta y atrozmente, no meramente algún detalle menor, sino toda la ley y el pacto, por ejemplo, por la idolatría (Deuteronomio 17:2). Véase Marco 7:9. Así que la apostasía aquí equivale a la violación completa del antiguo pacto. muere—el castigo normal de semejante transgresión, aun entonces en vigor. sin … misericordia—“misericordias”; alejado del recinto de la mitigación o de la tregua de su condenación. testimonio—“Por (la evidencia de) dos o tres testigos”.

29. mayorGriego, “peor castigo” (es decir, “venganza”) que todo castigo meramente temporal del cuerpo. pensáis—apela a la razón y conciencia de los hebreos. será más digno—“Será contado digno” por Dios en el juicio. hollare al Hijo de Dios—por la apostasía “voluntariosa”. Así pisotea a Dios, quien “glorificó a su Hijo como sumo sacerdote” (caps. 5:5; 6:6). inmunda—es decir, “común”, lo contrario de “santificado”. No mejor que la sangre del hombre común, insinuando así la consecuencia de que Cristo, pretendiendo ser Dios, era culpable de blasfemia y así digno de muerte! santificado—pues Cristo murió aun por el apóstata. “Santificado” en el sentido más pleno, se aplica sólo a los salvos elegidos. Pero en algún sentido pertenece también a aquellos que han avanzado mucho en la experiencia cristiana y que sin embargo, al fin caen. Cuanto más altas las experiencias cristianas de los tales, tanto mayor su caída. (Nota del Trad.—No es tan fácli reconciliar “el estado pecaminoso” y el castigo irremisible con la supuesta “santificación” de una y la misma persona. Fué “santificado” provisionalmente en el plan y propósito de Dios. A pesar de su conocimiento de la verdad, nunca permitió que Dios “comenzara” la buena obra en él para que pudiera “perfeccionarla” para el día de Cristo. El Dr. W. T. Conner dice, en La Fe del Nuevo Testamento, pág. 241: “El autor (de Hebreos) emplea varias veces la palabra santificar para expresar lo que Cristo hace para el hombre (caps. 2:11; 10:14, 29; 13:12). Esta santificación es algo que Cristo hace en su sangre por la voluntad de Dios. No parece ser contemplada primordialmente desde el punto de vista de la experiencia del hombre; no es por tanto primariamente una limpieza personal o purificación ética, sino más bien una dedicación o consagración objetiva. Vale decir que el hombre es consagrado provisionalmente a Dios. Parece que se considera un asunto provisional. Se aplica a los que rechazan lo que Cristo ha hecho por ellos (Hebreos 10:29). El santifica a los hombres en el sentido de que ha hecho una ofrenda por el pecado en base a la cual Dios puede recibirlos”.) hiciere afrenta—por el hecho de rechazarlo: así como la “blasfemia” es afrenta hecha con palabras (Marco 3:29). “De los judíos que se hicieron cristianos y luego volvieron al judaísmo, hallamos en la historia de Uriel Acosta que se les requirió una blasfemia contra Cristo. Le aplicaban a Cristo epítetos que se usaban contra Molech, la rama adúltera”, etc. [Tholuck]. al Espíritu de gracia—el Espíritu que imparte gracia. “El que no acepta el beneficio, insulta a aquel que lo ofrece. Te ha hecho hijo; ¿quieres volverte esclavo? El ha venido para morar contigo; pero tú estás introduciendo el mal en ti mismo” [Crisóstomo]. “Es la maldición de la maldad propagar eternamente la maldad: así para aquel que profana a Cristo exteriormente, y blasfema a Cristo interiormente, no hay subjetivamente ninguna renovación de un cambio de mente (cap. 6:6), ni hay objetivamente ningún sacrificio nuevo por los pecados” (cap. 10:26) [Tholuck].

30. el que dijo—Dios, quien no pone amenazas vanas. Mía es la venganzaGriego, “A mí (me pertenece) la venganza”, precisamente como la cita de Pablo en Romanos 12:19, del mismo texto. juzgará—o en gracia, o en ira, según merezca cada cual: en ira, para castigar al apóstata réprobo; en gracia, para interponerse y salvar a su pueblo (Deuteronomio 32:38).

31. Horrenda cosa, etc.—Es bueno caer, como David, en las manos de Dios, y no en las de los hombres, cuando uno lo hace en fe filial en el amor del padre, aun cuando Dios le castigue. Es “horrendo” caer en sus manos como pecador réprobo y presuntuoso, condenado a la justa venganza del Juez (v. 27). Dios vivo—que puede, por tanto, castigar eternamente (Mateo 10:28).

32. Como antes les advirtió el horrible fin de los apóstatas, ahora los excita por el recuerdo de la propia fe, paciencia y amor sacrificados anteriormente de ellos. Así Apocalipsis 2:3. traed a la memoria—habitualmente: así el sentido del presente gramatical. iluminados—venidos al “conocimiento de la verdad” (v. 26), en relación con el bautismo (nota, cap. 6:4). En el bautismo espiritual, de Cristo, “la luz”, se viste. “Por una parte, no hemos de separar el signo y la gracia significada donde corresponde en verdad a sus designios; por otra parte, el vaso no debe confundirse con el líquido, ni la vaina con la espada” [Bengel]. combate de—que consiste en “aflicciones”.

33. Las persecuciones aquí referidas parecen haber sido sufridas por los hebreos en su primera conversión, no sólo en Palestina, sino también en Roma y otras partes, incitando los judíos en toda ciudad al populacho y a las autoridades romanas en contra de los cristianos. espectáculo—como en el teatro (así el vocablo griego): usado a menudo como lugar de castigo consumado en la presencia de las multitudes. Hechos 19:29; 1 Corintios 4:9 : “Hechos espectáculo teatral al mundo”. hechos compañeros—voluntariamente (en prueba de vuestra simpatía cristiana con vuestros hermanos afligidos) participantes en sus aflicciones.

34. os resentisteis conmigo—Los manuscritos más antiguos omiten “conmigo”, y rezan: “Os compadecisteis de los presos (véase la última frase del v. 33; cap. 13:3, 23; 6:10), y aceptasteis (así el griego traducido en cap. 11:15) con gozo (Santiago 1:2; el gozo en las tribulaciones, en ejercicio de la fe y otras gracias, Romanos 5:3; y arras de la gloria venidera, Mateo 5:12) el robo (despojo) de vuestros (propios) bienes” (que corresponde a la primera frase del v. 33). tenéis en vosotros—Los manuscritos más antiguos omiten “en”; debe traducirse: “Sabiendo que tenéis a vosotros mismos, o para vosotros mismos …mejor—por ser celestial (cap. 11:16). sustancia—Posesión: peculiarmente nuestra propia, a menos que arrojemos nuestra primogenitura.

35-37. Consiguiente exhortación a la confianza y perseverancia, por cuanto Cristo viene pronto. No perdáisGriego, “No arrojéis afuera”, lo que indica que ya tienen “confianza” y que no se les irá, a menos que ellos la “arrojen” voluntariamente (véase cap. 3:14). que—la cual, por cuanto es de tal suerte que tiene—tiempo presente: es tan segura como si la tuvierais en la mano (v. 37). remuneración de galardón—de gracia, no por deuda: galardón de la clase que no buscaría el mercenario egoísta; la santidad será su propia recompensa; el espontáneo despojamiento propio por amor de Cristo será su rico galardón (Nota, caps. 2:2; 11:26).

36. la pacienciaGriego, “tolerancia que aguarda”, o “perseverancia perdurable”; el verbo de la misma raíz en la Versión de los Setenta, Habacuc 2:3, se traduce “espéralo”. Compárese Santiago 5:7. habiendo hecho—“para que, por cuanto habéis hecho la voluntad de Dios” hasta ahora (vv. 32-35), demostréis también la paciencia y la perseverancia, y así “obtengáis la promesa”, es decir, el galardón prometido: la vida eterna y la dicha conmensurada con nuestra fe y amor (cap. 6:10-12). No sólo debemos hacer sino también sufrir (1 Pedro 4:19). Dios usa primero los talentos activos de sus siervos; entonces pule la otra cara de la piedra, haciendo brillar las gracias pasivas, la paciencia, la humildad, etc. Se puede también traducir: “Para que hagáis la voluntad y obtengáis la promesa” [Alford]. La “paciencia” misma es un cumplimiento adicional y perseverante de la “voluntad de Dios”; de otro modo sería sin provecho y no una gracia real (Mateo 7:21). Deberíamos esperar, no meramente la dicha individual ahora y a la muerte, sino la consumación grande y general de dicha de todos los santos, tanto en cuerpo como en alma.

37, 38. Exhortación a la perseverancia y paciencia por la consideración de la brevedad del tiempo hasta que venga Cristo, y del rechazo por Dios de aquel que vuelve atrás, basada en Habacuc 2:3. aun un poquito—(Juan 16:16). el que ha de venir—literalmente, “el viniente.” En Habacuc es la visión que se dice estar por venir. Cristo, el gran tema final de toda visión profética, en palabras de Pablo, bajo la inspiración, es el tema de la profecía del Espíritu por boca de Habacuc, en su cumplimiento final y completo.

38. el justo—Los manuscritos más antiguos y la Vulgata dicen: “MI justo”. Es Dios quien habla: “El que es justo ante mis ojos”. Bengel traduce “El justo vivirá por MI fe” siguiendo el hebreo (Habacuc 2:4): “el justo vivirá por la fe de él”, es decir, de Cristo, el tema final de “la visión”, quien “no mentirá”, no chasqueará. Aquí está aludido no meramente el primer comienzo, como en Gálatas 3:11, sino la continuación de la vida espiritual del hombre justificado, en contraste con la relajación y la apostasía. Como el justificado recibe el principio de su vida espiritual por la fe, así por la fe continuará viviendo (Lucas 4:4). La fe aquí es aquella viva confianza plenamente desarrollada en el invisible Salvador (cap. 11:1), que mantiene a uno firme en medio de las persecuciones y tentaciones (vv. 34-36). masGriego, “y”. si se retirare—Admite el griego la traducción: “si alguno se retirare”. Aun así no confutaría la perseverancia final de los santos. Porque “el justo” de la segunda frase significaría uno que es, al parecer, y en parte realmente, pero no salvadoramente justo ni justificado: como en Ezequiel 18:24, Ezequiel 18:26. En Habacuc (Ezequiel 2:4) la segunda mitad del versículo se halla primero: “He aquí se enorgullece aquel cuya alma no es derecha en él; mas el justo vivirá por la fe”. Habacuc explica el porqué de la retractación: un alma enorgullecída, la incredulidad inflada que se opone a Dios. Pablo, por el Espírtiu, declara el efecto: que se retrae, También, lo que en Habacuc es: “su alma no es derecha en él”, en Pablo es: “No agradará a mi alma”. Habacuc declara la causa, Pablo el efecto: el que no es recto en su propia alma, no es recto para con Dios; Dios no tiene agrado en él. Bengel traduce a Habacuc: “Su alma no es recta para con él”, es decir, para con Cristo, el tema de “la visión”; es decir, Cristo no tiene agrado en él (véase cap. 12:25). No toda flor de la primavera es una fruta en el otoño.

39. Un elegante cambio paulino de las advertencias denunciatorias a las esperanzas caritativas de sus lectores (véase Romanos 8:12). ganancia del alma—es decir, “adquisición del alma”. El verbo griego de la misma raíz se aplica a la adquisición de la Iglesia por Cristo, comprada con su sangre (Hechos 20:28). Si adquirimos u obtenemos la salvación de nuestra alma, es por medio de Aquel que la obtuvo para nosotros por el derramamiento de su sangre. “El incrédulo pierde su alma: porque no siendo él de Dios, tampoco es suyo propio (véase Mateo 16:26, con Lucas 9:25): la fe salva al alma uniéndola a Dios” [Delitzch en Alford].

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