Jeremias 45:1-5

1 La palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en un libro estas palabras, al dictado de Jeremías, en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

2 “Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel, acerca de ti, oh Baruc:

3 Tú dijiste: ‘¡Ay de mí! Porque el SEÑOR ha añadido tristeza a mi dolor. Estoy exhausto de gemir y no he hallado descanso’.

4 Le has de decir que así ha dicho el SEÑOR: ‘He aquí que yo destruyo lo que edifiqué, y arranco lo que planté, es decir, toda esta tierra.

5 ¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques, porque he aquí que yo traigo mal sobre todo mortal, dice el SEÑOR, pero a ti te daré tu vida por botín, en todos los lugares a donde vayas’ ”.

JEREMIAS CONSUELA A BARUC. Después de la terminación de las profecías y de las relatos históricos acerca del pueblo y de los monarcas judíos, Jeremías agrega una de carácter individual referente a Baruc, a semejanza de Pablo, quien agregó a las epístolas dirigidas a las iglesias unas cuantas escritas a individuos, algunas de las cuales eran anteriores en cuanto a fecha, a las primeras. Luego cierran el libro las profecías referentes a otras naciones [Grocio]. Los sucesos narrados aquí se efectuaron diez y ocho años antes de la toma de la ciudad; en lo que atañe al tiempo, este capítulo sigue al 36. Parece que Jeremías empleó regularmente a Baruc para que le escribiese las profecías (cap. 36:1, 4, 32).

1. estas palabras—sus profecías desde el año trece de Josías hasta el catorce de Joacim.

3. Tú dijiste—Jeremías no perdona a su discípullo, sino que revela su falta, a saber, su temor de perder su vida por causa de las sospechas que había despertado en sus paisanos (cap. 36:17), de que simpatizaba con los caldeos (cap. 43:3), y que instigaba a Jeremías; también lo hace por su ingratitud, al hablar de su “dolor”, cuando más bien debiera juzgarse altamente favorecido por haber sido empleado por Dios para consignar sus profecías por escrito (cap. 36:26). Pues yo, le dice, me veo de nuevo envuelto en un peligro semejante. El reprocha a Dios el que le trate con dureza. en mi gemido—más bien, estoy cansado. no he hallado descanso—esto es, un lugar de tranquilo descanso.

4. los que edifiqué, y arranco los que planté—(Isaías 5:5). Toda esta nación (los Judíos) que yo establecí y planté con tan extraordinario cuidado y favor, la trastornaré.

5. ¿Y tú buscas para ti grandezas?—Estás demasiado fastidiado y te muestras excesivamente egoísta. Cuando mi pueblo peculiar, la nación “entera” (v. 4), y el templo son objeto de ruina, ¿esperas eximirte de las penalidades? Baruc había puesto sus esperanzas en cosas de este mundo, demasiado altas, y esto hizo que su pena le resultase más difícil de soportar. Las vicisitudes de la vida no nos inquietarían mayormente si no buscáramos con avidez el que nos fuesen propicias. ¡Qué locura buscar aquí grandes cosas para nosotros mismos, cuando todo es pequeño e inseguro! sobre toda carne—esto es, sobre toda la nación de los judíos y aun sobre los pueblos extranjeros (cap. 25:26). te daré tu vida por despojo—Estima bastante el que en una crisis general como ésta se te concederá el escapar con vida. Conténtate con que te otorgue la gracia de la vida, la que yo rescataré de muerte inminente como cuando todo se entrega al pillaje, que si uno escapa con alguna cosa, tiene algo que ha salvado a manera de “presa” (cap. 21:9). Sorprende el que Jeremías, quien en cierta ocasión empleó un lenguaje semejante, pueda ahora permitirse darle a Baruc el consejo requerido por las circunstancias, al caer en el mismo pecado (cap. 12:1-5; 15:10-18). Es que forma parte del designio de Dios el permitir que sus siervos sean tentados, para que sus tentaciones los hagan aptos para ministrar a sus consiervos cuando fueren tentados.

Continúa después de la publicidad