Una bendición. Un regalo, (Challoner) acompañado de deseos de felicidad, por ambos lados. Hemos visto que los profetas generalmente recibían tales regalos. Pero Eliseo actúa con más reserva con respecto a este extraño, como lo hizo San Pablo con los nuevos conversos; aunque recibió algo de sustento de aquellos que estarían menos en peligro de sospechar que estaba impulsado por puntos de vista egoístas al predicar el evangelio, 2 Corintios x.

7. y xii. 14. y Mateo x. 8. (Calmet) --- Se abstuvieron de toda apariencia de maldad, (Haydock) aunque legalmente podrían haber aceptado tales regalos. Eliseo deseaba convencer a Naamán de que la gracia de Dios no debía comprarse y dejar una lección de moderación a los futuros maestros. (Menochius)

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