Temeroso; lo cual no la limpia del todo del pecado: porque aunque ella pudiera reír inocentemente, si pensara que la persona que hablaba era sólo un hombre, no debería haber dicho una mentira; y si reflexionaba que él había revelado lo que ella suponía que nadie sabía y, por lo tanto, había manifestado su superioridad sobre el hombre, su negación era aún más imperdonable. Pero fue tomada, por así decirlo, por sorpresa; y por eso el Señor la reprendió muy suavemente. (Haydock)

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