Ver 1. Yo soy la vid verdadera. Cristo, dice San Agustín, habla de sí mismo, como hombre, cuando se compara con una vid, sus discípulos con las ramas y su Padre con el labrador. Él mismo, como Dios, es también el labrador. --- Sin mí, no puedes hacer nada, eso será meritorio de una recompensa en el cielo. (Witham) --- Se supone que estas palabras fueron dichas por nuestro Salvador, cuando estaba en el camino, cuando iba de la casa, donde había cenado, al huerto de los Olivos. Entonces era alrededor de la medianoche. (Calmet) --- Aunque muchos otros intérpretes piensan que fueron pronunciados antes de que Jesucristo saliera de la casa.

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