Las tablas ahora continúan tratando con Judá, pero tienen especial referencia a David. Se dan los nombres de diecinueve de sus hijos. Seis de ellos nacieron en Hebrón y cuatro eran hijos de Bathshua. Había otros nueve. De estos diecinueve, se selecciona uno, Salomón; y el descenso se traza a través de él, a través de los reyes de Judá, y hasta el período de cautiverio.

La peculiar cualidad del Libro de Crónicas está claramente marcada en este capítulo en que en la referencia a Salomón y sus tres hermanos no se hace mención alguna del pecado de David. Se habla de ellos simplemente como los hijos de Bathshua, quien es, por supuesto, Betsabé. De hecho, en ningún lugar de los libros se menciona ninguno de los pecados de David, excepto el pecado de contar al pueblo. Si, como es quizás probable, estos libros fueron escritos por Esdras, podemos comprender perfectamente estas omisiones.

En el regreso del pueblo a su tierra, él estaba sumamente consciente del gobierno de Dios y de la continuidad inquebrantable de Su progreso hacia el cumplimiento de su propósito. Desde este punto de vista no le incumbía hablar de los pecados de los instrumentos elegidos, sino más bien tratar los canales por los que se movía la procesión divina.

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