Este capítulo nos da la historia de la gran Pascua, en la cual, siguiendo los pasos de Ezequías, después de la purificación de la tierra y la restauración del pueblo, Josías restauró así la gran fiesta del Éxodo.

En el relato del gozo que siguió a la Pascua de Ezequías, se hace una comparación con los tiempos de Salomón. Bajo Josías, esto se remonta más atrás que Salomón, y declara que ningún rey mantuvo ninguno como éste.

Siguiendo la historia de su muerte leemos del lamento del pueblo. Evidentemente, Josías se había hecho muy querido por ellos, y es probable que las reformas que instituyó se basaran en ese amor más que en el retorno real del pueblo a la devoción a Dios. De ahí la naturaleza transitoria de la reforma, que fue seguida tan pronto por las etapas finales de la corrupción incluso en Judá.

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