2 Crónicas 5:1-14

1 Así se terminó toda la obra que Salomón hizo para la casa del SEÑOR. Luego Salomón hizo traer las cosas que su padre David había consagrado, y puso la plata, el oro y todos los utensilios en los tesoros de la casa de Dios.

2 Entonces Salomón congregó en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los jefes de las casas paternas de los hijos de Israel, para hacer subir el arca del pacto del SEÑOR desde la Ciudad de David, que es Sion.

3 Y se congregaron ante el rey todos los hombres de Israel en la fiesta del mes séptimo.

4 Fueron todos los ancianos de Israel, y los levitas tomaron el arca.

5 Luego subieron el arca, el tabernáculo de reunión y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo; los sacerdotes levitas los subieron.

6 El rey Salomón y toda la congregación de Israel, que se había reunido junto a él delante del arca, sacrificaban tantas ovejas y vacas que por su gran cantidad no se podían contar ni numerar.

7 Entonces los sacerdotes introdujeron el arca del pacto del SEÑOR en su lugar, en el santuario interior del templo, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.

8 Los querubines extendían las alas sobre el lugar del arca, de modo que los querubines cubrían el arca y sus varas por encima.

9 Las varas eran tan largas que los extremos de las varas se podían ver desde el lugar santo, ante el santuario interior; pero no se podían ver desde afuera. Y allí han quedado hasta el día de hoy.

10 Ninguna cosa había en el arca, excepto las dos tablas que Moisés había puesto en Horeb, donde el SEÑOR hizo pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto.

11 Y sucedió que cuando los sacerdotes salieron del santuario (porque todos los sacerdotes que se hallaban presentes se habían santificado, sin distinción de sus grupos);

12 cuando todos los músicos levitas (Asaf, Hemán y Jedutún, con sus hijos y sus hermanos) vestidos de lino fino y portando címbalos, liras y arpas, estaban de pie al este del altar, y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas;

13 cuando los que tocaban las trompetas y los que cantaban hicieron oír su voz al unísono alabando y dando gracias al SEÑOR; cuando elevaron la voz junto con las trompetas, los címbalos y otros instrumentos de música; y cuando alababan al SEÑOR diciendo: “Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia”, entonces la casa se llenó con una nube, la casa del SEÑOR.

14 Y los sacerdotes no pudieron continuar sirviendo por causa de la nube, porque la gloria del SEÑOR había llenado la casa de Dios.

Terminada la construcción, siguió inmediatamente la alegre y solemne ceremonia de dedicación del pueblo y la consagración de Dios. Con imponente dignidad, el Arca de Dios fue llevada a su lugar de descanso, no uno nuevo, pero que durante largos años había sido el centro mismo de la vida de la nación.Su progreso hacia la posición fue acompañado por grandes sacrificios, que hablaban elocuente y solemnemente. del único camino de los hombres pecadores para acercarse a Dios.

Luego vino un gran estallido de armonía en el que la música vocal e instrumental se combinaron en el canto, el canto de la bondad y misericordia de Dios.

Así se completó la dedicación de la casa de Dios por parte del hombre, y fue inmediatamente respondida por la consagración de Dios. Como en el tabernáculo de antaño, así ahora en el nuevo templo, la nube de gloria poseyó y llenó el lugar sagrado, de modo que el ministerio de los sacerdotes tuvo que cesar.

Hay un orden en esto que hacemos bien en considerar. El trabajo realizado según el orden divino, ofrecido en sacrificio y alabanza, es aceptable a Dios. Ese trabajo lo recibe al poseerlo con Su propia presencia y gloria. Tal recepción siempre detiene nuestro servicio, de modo que, sin actividad, incluso del orden más alto, podemos maravillarnos y adorar.

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