Al relatar la historia de la escritura de la Ley por segunda vez, Moisés afirmó claramente que estas tablas también fueron escritas por Dios mismo. Esta fue la palabra culminante de todo lo que les había dicho sobre su infidelidad. Junto a su fracaso había sido la manifestación de la compasión y la paciencia de Dios. Por lo tanto, ahora se les pedía que entraran en la tierra a pesar de su propia injusticia debido a la compasión de Dios y su determinación de llevar adelante sus propósitos más amplios a través de ellos.

En un pasaje de gran belleza, conmovedor de seriedad, Moisés hizo una declaración que resume la verdad acerca de los requisitos de Dios cuando Su pueblo entró en la tierra. El conjunto reveló el hecho de que todo dependía de su relación con él. Debían temerle, eso es reverencia; andar en sus caminos, eso es obediencia; amarle, eso es adoración; servirle, eso es cooperación; guardar sus mandamientos, eso es fidelidad.

Para animarlos en tales actitudes y actividades, hizo dos grandes declaraciones acerca de Dios. El primero (versículos Deuteronomio 10:14 ; Deuteronomio 10:14 ) se refería a su relación con él. Es un gran Dios que lo posee todo.

Él es un Dios de amor, que se deleitó en sus padres y eligió su simiente. Como consecuencia de estos hechos fueron llamados a mantener la actitud de separación, en las palabras, "Circuncida ... el prepucio de su corazón".

El segundo (versículos Deuteronomio 10:17 ; Deuteronomio 10:17 ) declaró de nuevo la grandeza de Dios como Gobernante de todas las cosas y de Su amor, tal como se expresa en el trato justo con el necesitado y el forastero. Estas convicciones crearían su actitud hacia los extraños. Debían amarlos. Finalmente, les hizo un llamamiento para que temieran, sirvieran, se unieran a ellos y juraran por Jehová su Dios.

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