Se dan detalles muy completos sobre la preparación de las vestiduras sagradas de los sacerdotes, todas las cuales fueron hechas estrictamente de acuerdo con el patrón.

Luego llegamos a la declaración definitiva: "Así fue terminada toda la obra del tabernáculo y del tabernáculo de reunión; e hicieron los hijos de Israel conforme a todo lo que Jehová mandó a Moisés; así lo hicieron".

La obra así terminada fue llevada por los obreros a Moisés para la inspección final, y en una inspección rápida se menciona nuevamente el conjunto, cerrando la historia con las palabras: "Y Moisés vio toda la obra, y he aquí, la habían hecho; como Jehová había mandado, así lo habían hecho: y Moisés los bendijo ".

Esta repetición casi monótona del hecho de que el trabajo se llevó a cabo según el patrón está llena de significado. Todo estaba destinado a enseñar a la gente que la única base simple de la relación entre ellos y Dios debe ser siempre la obediencia implícita hasta el más mínimo detalle de las instrucciones divinas. En la economía de Dios, ningún asunto aparentemente trivial es realmente trivial o sin importancia. El hombre no puede acercarse a Dios de ninguna manera que él mismo haya ideado, y ningún pueblo tiene derecho a esperar la guía de Dios, excepto si está dedicado a Él y a Sus métodos en Su adoración y Su obra.

En este movimiento final del Libro del Éxodo encontramos la misma repetición constante de la necesidad de obedecer el plan divino. En los primeros quince versículos del capítulo tenemos un relato del mandato específico de Dios relacionado con el establecimiento del Tabernáculo, ungirlo en orden, santificar a los sacerdotes y vestirlos con sus ropas.

En esta configuración, todo procede del centro hacia afuera. Primero, se erigió el Tabernáculo, se colocó el Arca y se colgó el velo. Luego se colocó la mesa de los panes de la proposición en su lugar y se encendieron las lámparas. Una vez hecho esto, se trajo el altar de oro y se erigió la puerta del Lugar Santo.

En el atrio se colocó el altar de bronce, luego la fuente, y alrededor de todo se colgaron las cortinas del atrio, y finalmente se erigió la puerta exterior.

Entonces todos fueron ungidos con el aceite santo. El sacerdote estaba vestido y ungido y sus hijos también. Todo estaba listo. Una vez más se declara en términos generales: "Así hizo Moisés: conforme a todo lo que le mandó Jehová, así lo hizo". Esa declaración se enfatiza por la repetición de las palabras, "como el Señor le ordenó a Moisés" no menos de siete veces.

Completado todo, la declaración final llena el alma de asombro. La gran verdad, de la cual todo era simbólico, se hizo realidad en la conciencia del pueblo cuando la gloria del Señor llenó el Tabernáculo. Tan grande fue esa gloria que Moisés no pudo entrar en la Tienda de reunión.

Así, en la marcha de la historia, se ve a la nación organizada en torno a la presencia y el poder de Jehová. El relato se cierra con la simple afirmación de que siguieron adelante con sus viajes, guiados siempre por la presencia de Dios manifestada así en el centro de su vida y adoración.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad