Ezequiel 12:1-28

1 Vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

2 “Oh hijo de hombre, tú habitas en medio de una casa rebelde. Ellos tienen ojos para ver y no ven, y tienen oídos para oír y no oyen, porque son una casa rebelde.

3 Por tanto, tú, oh hijo de hombre, prepárate un equipaje de cautivo, y sal cautivo de día, ante su vista. Sal como cautivo de tu lugar a otro lugar, ante su vista. Quizás lo consideren, porque son una casa rebelde.

4 En pleno día, ante su vista, sacarás tu equipaje como si fuera equipaje de cautivo, y te irás al anochecer ante su vista, como los que son sacados en cautividad.

5 Perfora el muro ante su vista y salc por él.

6 Ante su vista llevarás el equipaje sobre tus hombros. Saldrásd en la penumbra; cubrirás tu cara para no ver la tierra, porque te he puesto como señal para la casa de Israel”.

7 E hice así como me fue ordenado: Saqué de día mi equipaje, como equipaje de cautivo, y al anochecer perforé el muro con mis propias manos. Salí en la penumbra, y llevé mi equipaje sobre los hombros, ante su vista.

8 Entonces, por la mañana, vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

9 “Oh hijo de hombre, ¿no te han preguntado los de la casa de Israel, esa casa rebelde, qué estás haciendo?

10 Diles que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘Esta profecía es para el gobernante en Jerusalén, y para toda la casa de Israel que está en medio de ella’.

11 Diles: ‘Yo soy una señal para ustedes; así como yo he hecho, les será hecho a ellos. Irán en cautividad, en cautiverio’.

12 El gobernante que está en medio de ellos alzará sus cosas al hombro en la penumbra y saldrá. Perforarán el muro para salir por él. Cubrirá su cara para no ver la tierra con sus ojos.

13 Pero extenderé mi red sobre él, y quedará atrapado en mi trampa. Lo traeré a Babilonia, a la tierra de los caldeos, pero no la verá, y allí morirá.

14 A todos los que estén alrededor de él, sus ayudantes y todas sus tropas, los esparciré a todos los vientos, y tras ellos desenvainaré la espada.

15 Y sabrán que yo soy el SEÑOR, cuando los disperse entre las naciones y los esparza por los países.

16 Pero haré que unos pocos de ellos escapen de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten acerca de todas sus abominaciones entre las naciones a donde lleguen. Y sabrán que yo soy el SEÑOR”.

17 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

18 “Oh hijo de hombre, come tu pan con temblor y bebe tu agua con estremecimiento y angustia.

19 Dirás al pueblo de la tierra que así dice el SEÑOR Dios a los habitantes de Jerusalén, acerca de la tierra de Israel: ‘Comerán su pan con angustia, y beberán su agua con horror, porque la tierra será desolada de su plenitud a causa de la violencia de todos los que viven en ella.

20 Las ciudades habitadas serán arruinadas, y la tierra será una desolación’. Y sabrán que yo soy el SEÑOR”.

21 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

22 “Oh hijo de hombre, ¿qué refrán es este que tienen ustedes acerca de la tierra de Israel, que dice: ‘Los días se prolongan, y toda visión se desvanece’?

23 Por tanto, diles que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘Haré cesar este refrán, y no lo pronunciarán más en Israel’. Más bien, diles que se han acercado los días y el cumplimiento de toda visión,

24 pues no habrá más falsa visión ni adivinación lisonjera en medio de la casa de Israel.

25 Porque yo, el SEÑOR, hablaré; la palabra que hablaré se cumplirá. No habrá más dilación, pues en sus días, oh casa rebelde, diré la palabra y la cumpliré”, dice el SEÑOR Dios.

26 Y vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

27 “Oh hijo de hombre, he aquí que los de la casa de Israel dicen: ‘La visión que este ha visto es para después de muchos días; este profetiza para tiempos remotos’.

28 Por tanto, diles que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘No habrá más dilación para ninguna de mis palabras. La palabra que hable se cumplirá’ ”, dice el SEÑOR Dios.

A continuación, se le ordenó al profeta que actuara a la vista del pueblo como un exiliado que salía de su país, preparaba "cosas para llevar" y las llevaba de un lugar a otro. Obedeció la orden y su intención se cumplió cuando la gente preguntó qué quería decir.

En respuesta, predijo la captura del pueblo y los príncipes en Jerusalén, y que serían llevados a Babilonia, declarando que el príncipe (Sedequías) sería llevado cautivo a Babilonia, pero que no lo vería. Esto, por supuesto, se cumplió cuando le sacaron los ojos a Sedequías cuando fue apresado.

Además, se le encargó al profeta que adoptara otra señal, es decir, comer y beber su pan y su agua con temor y con cuidado, y con esa señal predecir las desolaciones que caerían sobre los habitantes de Jerusalén. La incredulidad del pueblo se había manifestado en proverbios, uno de los cuales declaraba el fracaso de la profecía, y otro, el aplazamiento de su cumplimiento a tiempos lejanos. En respuesta a esto, se encargó a Ezequiel que anunciara la inminencia de la visitación divina y el cumplimiento de cada palabra que se había dicho.

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