Jeremias 50:1-46

1 La palabra que el SEÑOR habló por medio del profeta Jeremías acerca de Babilonia y acerca de la tierra de los caldeos:

2 “Anuncien en las naciones y proclamen. Levanten bandera; anúncienlo y no lo encubran. Digan: ‘Tomada es Babilonia, Bel es avergonzado, Marduc es hecho pedazos. Sus imágenes son avergonzadas, y sus ídolos hechos pedazos’.

3 Porque desde el norte subirá contra ella una nación, la cual convertirá su tierra en objeto de horror. No habrá nadie que la habite. Tanto los hombres como los animales huirán; se irán.

4 “En aquellos días y en aquel tiempo, dice el SEÑOR, vendrán los hijos de Israel, junto con los hijos de Judá. Irán andando y llorando, y buscarán al SEÑOR su Dios.

5 Preguntarán por el camino de Sion, hacia donde volverán sus caras, y vendrán y se unirán al SEÑOR en pacto eterno que jamás será echado al olvido.

6 “Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar. Las descarriaron por las colinas; anduvieron de monte en colina, y se olvidaron de sus prados de reposo.

7 Todos los que los hallaban los devoraban. Y sus enemigos decían: ‘No somos culpables, por cuanto son ellos los que han pecado contra el SEÑOR, su morada de justicia contra el SEÑOR, la esperanza de sus padres’.

8 “Huyan de en medio de Babilonia y salgan de la tierra de los caldeos. Sean como los carneros que van delante del rebaño.

9 Porque he aquí que yo levanto y hago subir contra Babilonia una asamblea de grandes naciones de la tierra del norte. Dispondrán batalla contra ella, y desde allí será tomada. Sus flechas, como las de un diestro guerrero, no volverán vacías.

10 “Caldea será para despojo. Todos los que la despojen quedarán saciados, dice el SEÑOR.

11 Aunque se alegran y gozan, oh saqueadores de mi heredad; aunque brincan como ternera en el pastizal y relinchan como corceles,

12 la madre de ustedes se avergonzará sobremanera. Se volverá pálida la que los dio a luz. He aquí, será la última de las naciones: desierto, sequedal y tierra árida.

13 Por causa de la ira del SEÑOR no será habitada, y quedará totalmente desolada. Toda persona que pase por Babilonia se asombrará y silbará por causa de todas sus plagas.

14 “Dispongan batalla contra Babilonia, alrededor de ella, todos los que entesan el arco. Tiren contra ella, no escatimen flechas; porque ha pecado contra el SEÑOR.

15 Griten contra ella en derredor: ‘¡Se ha rendido!’. Han caído sus torres; sus muros han sido derribados, porque esta es la venganza del SEÑOR. Tomen venganza contra ella; hagan como ella hizo.

16 Eliminen de Babilonia al sembrador y al que toma la hoz en el tiempo de la siega. Ante la espada opresora, cada cual mirará hacia su propio pueblo, y cada cual huirá a su propio país.

17 “Oveja descarriada es Israel; los leones la ahuyentaron. Primero la devoró el rey de Asiria; y finalmente la deshuesó Nabucodonosor, rey de Babilonia.

18 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo castigo al rey de Babilonia y a su tierra, como castigué al rey de Asiria.

19 A Israel traeré de nuevo a su pastizal, y pacerá en el Carmelo y en Basán. En los montes de Efraín y en Galaad se saciará su alma.

20 En aquellos días y en aquel tiempo, dice el SEÑOR, será buscada la maldad de Israel, y no aparecerá; los pecados de Judá, y no serán hallados más. Porque perdonaré al remanente que yo haya dejado.

21 “Sube contra la tierra de Merataim, y contra los habitantes de Pecod. Devasta y destruye tras ellos, dice el SEÑOR; haz conforme a todo lo que yo te he mandado.

22 Estruendo de guerra hay en la tierra, y gran quebrantamiento.

23 ¡Cómo fue cortado y quebrado el martillo de toda la tierra! ¡Cómo ha sido convertida Babilonia en objeto de horror en medio de las naciones!

24 Te puse trampas, oh Babilonia. Fuiste atrapada, ¡y tú no lo supiste! Fuiste hallada y también fuiste apresada, porque contendiste contra el SEÑOR.

25 El SEÑOR ha abierto su arsenal y ha sacado las armas de su furor, porque esta es obra del SEÑOR Dios de los Ejércitos en la tierra de los caldeos.

26 “Vengan contra ella desde los confines. Abran sus graneros; conviértanla en montones y destrúyanla por completo. ¡Que no le queden sobrevivientes!

27 Destruyan todos sus toros. ¡Que desciendan al matadero! ¡Ay de ellos! Porque ha venido su día, el tiempo de su castigo.

28 ¡Voz de los que huyen y escapan de la tierra de Babilonia, para anunciar en Sion la venganza del SEÑOR nuestro Dios, la venganza por su templo!

29 Convoquen contra Babilonia a los arqueros, a todos los que entesan el arco. Asienten campamentos contra ella en derredor. No haya en ella quien escape; retribúyanle según su obra. Hagan con ella conforme a todo lo que hizo; porque contra el SEÑOR se insolentó, contra el Santo de Israel.

30 Por tanto, sus jóvenes caerán en sus plazas, y todos sus hombres de guerra serán silenciados en aquel día, dice el SEÑOR.

31 “He aquí, yo estoy contra ti, oh soberbio, dice el SEÑOR Dios de los Ejércitos; porque ha llegado tu día, el tiempo en que te he de castigar.

32 El soberbio tropezará y caerá, y no tendrá quien lo levante. Encenderé fuego en sus ciudades, el cual devorará todos sus alrededores”.

33 Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: “Oprimidos están los hijos de Israel y los hijos de Judá. Todos los que los tomaron cautivos los retuvieron; no los quisieron soltar.

34 Pero su Redentor es fuerte; el SEÑOR de los Ejércitos es su nombre. Ciertamente abogará por la causa de ellos para hacer reposar la tierra y turbar a los habitantes de Babilonia.

35 “La espada viene contra los caldeos, dice el SEÑOR; contra los habitantes de Babilonia, contra sus magistrados y contra sus sabios.

36 La espada viene contra los adivinos, y serán entontecidos; la espada viene contra sus valientes, y serán destrozados.

37 La espada viene contra sus caballos y sobre sus carros; viene contra toda clase de gente que hay en medio de ella, y serán como mujeres. La espada viene contra sus tesoros, y serán saqueados.

38 Sequedad viene sobre sus aguas, y se secarán. Porque es tierra de imágenes, y por sus ídolos horribles se enloquecen.

39 “Por tanto, allí morarán las fieras del desierto con las hienas; también habitarán en ella los avestruces. Nunca más será habitada ni será poblada de generación en generación.

40 Como cuando Dios trastornó a Sodoma, a Gomorra y a las ciudades vecinas, dice el SEÑOR, no morará allí nadie ni la habitará hijo de hombre.

41 “He aquí que viene un pueblo del norte; una gran nación y muchos reyes se despertarán en los confines de la tierra.

42 Empuñan el arco y la lanza. Son crueles; no tienen misericordia. Su estruendo resuena como el mar. Montan a caballo y como un solo hombre se disponen para la batalla contra ti, oh hija de Babilonia.

43 “El rey de Babilonia oyó de su fama, y sus manos se debilitaron. La angustia se apoderó de él, dolor como de mujer que da a luz.

44 He aquí que subirá como un león desde la espesura del Jordán, contra el pastizal perenne. Pero de pronto lo haré correr de allí, y la encargaré a quien sea escogido. Porque, ¿quién es como yo? ¿Quién me convocará? ¿Quién será aquel pastor que pueda prevalecer delante de mí?

45 Por tanto, oigan la decisión que el SEÑOR ha tomado contra Babilonia, los planes que ha hecho contra la tierra de los caldeos: Ciertamente hasta los más pequeños del rebaño serán arrastrados; ciertamente su pastizal será devastado junto con ellos.

46 Ante el grito de que Babilonia ha sido tomada, la tierra se estremecerá, y su griterío se oirá entre las naciones”.

La última de las profecías sobre las naciones tiene que ver con Babilonia. A lo largo de todas las declaraciones proféticas de Jeremías, se la ha visto como el instrumento del juicio de Dios. Finalmente, debido a su propio pecado y corrupción, ese juicio debe caer inevitablemente sobre ella. Esa es la gran carga del mensaje. Es perfectamente evidente en todo momento que el profeta tenía en mente a las naciones de Judá e Israel, y lo que dijo acerca de Babilonia tuvo una relación directa con ellos como el pueblo de Dios.

La profecía se divide en dos partes, la primera contenida en el capítulo cincuenta que predice la condenación de Babilonia y la liberación de Israel; el segundo, en el capítulo cincuenta y uno, indica la responsabilidad de Israel en vista de esta condenación determinada sobre Babilonia. El párrafo (versículos 50: 1-20) contiene el primer movimiento de la primera profecía, en la que, en términos generales, el profeta anunció el derrocamiento de Babilonia y predijo el regreso arrepentido de los hijos de Israel y Judá.

Luego describió más definitivamente la destrucción de la ciudad de Babilonia misma. Una confederación de naciones vendría contra ella y la destruiría, y eso porque se había regocijado y había sido desenfrenada en su trato con el pueblo de Dios. Ese pueblo, aunque esparcido y ahuyentado, sería reunido y restaurado, mientras que la iniquidad de Israel y los pecados de Judá serían perdonados.

La profecía aumenta en poder a medida que avanza, ya que Jeremías predijo la finalización del derrocamiento decidido contra Babilonia. La integridad que describió como consistente en la absoluta humillación de su orgullo y la absoluta destrucción de su poder. Reconoció que Babilonia había sido el instrumento en la mano de Jehová al referirse a ella como "el martillo de toda la tierra". Pero el martillo se rompió y Babilonia se convirtió en una desolación.

Describió la destrucción de sus hombres fuertes como bueyes que iban al matadero. Los cautivos que escapan anuncian en Sion la venganza de Jehová. Su derrocamiento será conforme a todo lo que ella misma había hecho, y el profeta revela la razón de la venganza divina. "Ella se ha enorgullecido contra Jehová". El martillo prácticamente se había vuelto en rebelión contra la mano que lo sostenía. Por tanto, el orgullo de Babilonia debía ser humillado.

Todas las cosas en las que Babilonia había confiado, sus multitudes, sus príncipes, sus sabios, sus valientes, sus caballos, sus carros, "el pueblo mezclado que está en medio de ella", sus tesoros, sus aguas, son vistos como bajo la espada destructora de Jehová, condenados a una destrucción tan completa como la de Sodoma y Gomorra. El instrumento en la mano de Jehová se describe como gente del norte, pero el profeta declaró enfáticamente y con gran claridad que el juicio debe ser cumplido por el invencible Jehová.

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