Tomando una perspectiva más general, Job declaró que la vida del hombre es siempre transitoria y está llena de problemas. Ésta debería ser una razón por la que Dios debería compadecerse de él y permitirle que resuelva el breve período de su duración en silencio (1-6). Naturalmente, después de esto, habló de lo que es el fin de la acción de un hombre, mostrando su infinitud. Hay esperanza para una abeja que volverá a brotar, pero no hay ninguna para un hombre (7-12). Esta oscura afirmación parece haber creado en la mente de Job una pregunta de esperanza: si un hombre muere, ¿vivirá?

y declaró que si esto fuera así, entonces podría soportar todos los días de la guerra (13-15). Toda la respuesta termina en un lamento por su condición actual, que contrasta de manera tan extraña con la esperanza sugerida.

Así termina el primer ciclo. En él, los amigos de Job habían propuesto, con diferente énfasis, la única filosofía general de que Dios es justo y castiga a los malvados mientras bendice a los buenos. Habían dejado a Job para hacer la solicitud personal. Había negado su filosofía al oponer los hechos a sus argumentos. No era malvado, sino justo, y sin embargo estaba afligido. Él mismo no podía entenderlo y, aunque se negaba a aceptar su punto de vista, clamaba a Dios por alguna explicación.

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