Este es el registro de cosas trágicas. El niño Sansón había crecido hasta convertirse en un hombre lleno de fuerza y ​​pasión. Al ir a Timna, vio a una mujer de los filisteos y quiso tomarla por esposa. Sus padres intentaron disuadirlo, pero él se dejó llevar por su pasión y decidió realizar sus propios deseos. A lo largo de las transacciones relacionadas con esta mujer, se lo ve como un hombre de fuerza animal, audaz, aventurero, decidido y de inclinaciones deportivas. No hay nada que admirar en él en todas sus acciones.

Sin embargo, dos cosas en el curso de la narración captan nuestra atención. Primero, la declaración, "Su padre y su madre no sabían que era de Jehová" (versículo Jueces 14: 4); y, en segundo lugar, la declaración: "El Espíritu de Jehová vino con poder sobre él" (versículo Jueces 14:19). En estas declaraciones se revela claramente el hecho del dominio de Dios. La frase "Era de Jehová" se usa en el sentido en que la encontramos en Josué 11:20 .

Dios hace que incluso la ira del hombre lo alabe al obligarlo a contribuir al cumplimiento de su propio propósito. Sin embargo, este hecho no justificó en ningún sentido el pecado de Sansón al buscar una esposa de los filisteos en violación de los mandamientos expresados ​​por Dios. La pasión impetuosa con la que mató a treinta hombres de los filisteos para pagar su deuda deportiva fue totalmente reprobable. Sin embargo, esto también contribuyó al propósito de Dios en la destrucción de los filisteos.

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