Esta es una de las pocas ocasiones en las que se dice que Cristo estaba enojado. Nótese particularmente la razón de Su enojo: "Cuando los miró a su alrededor con enojo, entristecido por el endurecimiento de sus corazones". ¡Qué imagen nos dan estos próximos versículos de la aglomeración de las multitudes! Quizás no haya otra imagen en los Evangelios que se le parezca en lo que respecta a la vida, el color y el movimiento.

Había llegado el momento de apartar a sus obreros.

1. "Él ... llama a aquel a quien Él mismo quiere".

2. "Fueron a él".

3. "Él nombró a doce para que estuvieran con él y para enviarlos". Los elegidos están "asignados" a dos cosas, primero, estar con él; y, segundo, ser enviado.

Aquí se narra el efecto que la noticia de su incesante actividad tuvo en sus parientes en Nazaret. Estos hermanos del Señor nunca habían tenido mucha confianza en Él, y con toda probabilidad Él habló desde la profundidad de Su propia experiencia cuando dijo: "Los enemigos del hombre serán los de su propia casa".

Nunca salieron de los labios de Jesús palabras más solemnes y terribles que aquellas en las que se refirió al "pecado eterno" (ver RV). Ese pecado es el pecado contra el Espíritu Santo, el rechazo deliberado, voluntarioso y final de Su ministerio. Aquí llegan sus parientes, cuyo relato se dirigió a Él en la primera parte del capítulo. Vinieron, por cualquier motivo, para estorbarle en su obra. Debe haberle costado sufrimiento que ni su madre ni sus parientes más cercanos entendieran que estaba cumpliendo la voluntad de Dios.

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