Salmo 131:1-3

1 Canto de ascenso gradual. De David. Oh SEÑOR, no se ha envanecido mi corazón ni mis ojos se han enaltecido ni he andado en pos de grandezas ni de cosas demasiado sublimes para mí.

2 Más bien, he sosegado y acallado mi alma como un niño destetado al lado de su madre. Como un niño destetado está mi alma dentro de mí.

3 Espera, oh Israel, en el SEÑOR desde ahora y para siempre.

Este es un salmo breve, pero está lleno de belleza, ya que presenta el contentamiento de un alma inquieta en la voluntad de Dios. Sigue al último como un avance de la experiencia y como una secuencia. Su nota peculiar no es la de una satisfacción natural, sino la de una satisfacción ganada a pesar de todas las tendencias contrarias. El pensamiento del destete es el dominante. Aquello por lo que un niño lo anhela finalmente llega a contentarse sin él.

De modo que el alma del cantor, que una vez fue ambicioso y trató incansablemente de caminar por caminos para los que no estaba capacitado, está con Él en tranquilidad y contentamiento. El secreto de la victoria sobre la ambición febril se divulga en el llamamiento del salmista a Israel para que espere en el Señor. Eso, interpretado a la luz del salmo anterior, significa que en el sentido bondadoso de su amor perdonador es el secreto de un contenido que pone fin a toda falsa ambición. La redención verdaderamente aprehendida, es más que el perdón. Es la restauración de la tranquila paz de estar en armonía con todas las fuerzas del universo, porque se rige por la voluntad de Dios.

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