Salmo 99:1-9

1 ¡El SEÑOR reina, tiemblan los pueblos! Él tiene su trono entre los querubines; la tierra se estremece.

2 El SEÑOR es grande en Sion; es alto sobre todos los pueblos.

3 Alaben su nombre grande y temible. ¡Él es santo!

4 Oh poderoso Rey que amas el derecho, tú has establecido la rectitud; tú ejerces en Jacob el derecho y la justicia.

5 ¡Exalten al SEÑOR, nuestro Dios! Póstrense ante el estrado de sus pies porque él es santo.

6 Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes; Samuel estaba entre los que invocaban su nombre. Invocaban al SEÑOR, y él les respondía.

7 En columna de nube hablaba con ellos; y ellos guardaban sus testimonios y el estatuto que les había dado.

8 Oh SEÑOR, Dios nuestro, tú les respondías; tú les fuiste un Dios perdonador y castigador de sus malas obras.

9 ¡Exalten al SEÑOR nuestro Dios! Póstrense ante su santo monte porque santo es el SEÑOR, nuestro Dios.

Este es un cántico del Reino de Jehová fundado y administrado en santidad. Hay tres partes distintas, cada una terminando prácticamente con el mismo estribillo. El primero aclama al Rey entronizado (vv. Sal. 99: 1-3). El segundo afirma la absoluta integridad de Su administración (vv. Sal. 99: 4-5). El tercero declara la guía constante y fiel de sus propios representantes (vv. Sal 99: 6-9).

En cada uno hay un llamado a la actitud de respuesta al hecho declarado. El Rey entronizado es digno de alabanza. El Rey gobernante debe ser exaltado y adorado en sumisión ante el estrado de sus pies. El Rey guía debe ser exaltado y adorado en comunión en Su monte santo. Finalmente, en cada caso, la razón subyacente de la posición y actividad del Rey, y también por lo tanto, de la respuesta, es la de Su santidad. El trono está establecido en santidad. La guía está motivada por la santidad.

A la luz más plena de la revelación cristiana, vemos sugerido el triple hecho en la vida de Dios. El Padre entronizado; el Hijo administrando Su Reino; el Espíritu interpretando su voluntad a través de líderes y circunstancias, a través de la compasión y el castigo.

Continúa después de la publicidad