2 Corintios 8, 9. La colecta para los cristianos pobres en Jerusalén. Pablo le dio la mayor importancia a esta colección, a la que parece haber invitado a todas las iglesias gentiles a contribuir. Lo valoró no solo por el alivio que brindaría a la profunda pobreza de los cristianos en Jerusalén, sino también como un medio de suscitar generosidad en las iglesias a las que apelaba, y como símbolo de esa unidad vinculante en la que todas las iglesias de Dios en Cristo se mantuvieron unidos.

Piensa en la liberalidad así evocada como una gracia, un don de Dios al hombre y un don del hombre a Dios, y también como una fraternidad, una participación común en el servicio común que era un símbolo precioso de la participación en la vida común.

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