Isaías 7:10

I. Se desea que Isaías le ofrezca a Acaz una señal en lo profundo o en lo alto. Todos admitimos que la economía judía era en cierto sentido una economía de signos. El profeta judío debía llamar la atención de sus compatriotas sobre estos signos, para descubrir su significado. Nuestro Señor expuso toda la doctrina sobre este tema cuando los fariseos le pidieron una señal. Les había dado señales de curación, pruebas de poder vivificante, de que un Dios presente estaba con ellos.

Pero querían una señal del cielo, la señal de algún Dios distante en el cielo. Eso, dijo, era el anhelo de una generación adúltera o atada a los sentidos; y les preguntó si no había señales en el cielo por la mañana y por la tarde mediante las cuales determinaran si habría un día hermoso o nublado al día siguiente, y si no había señales de los tiempos que les advirtieran de los males que vendrían. .

El nuevo mundo ha sido tan rico en estos signos como el antiguo. Si no los usamos, es posible que tengamos otros; pero será porque somos una generación adúltera y pecadora, y necesitamos los presagios y presagios de una caída inminente.

II. Acaz dijo: "No pediré, ni tentaré al Señor mi Dios". Fue una frase hipócrita; no tuvo miedo de tentar al Señor su Dios; no le creyó. Temía que el Dios de sus padres le hiciera daño. "Casa de David", dijo Isaías, "¿no os basta con fatigar a los hombres, pero también cansaréis a mi Dios?" ¿Crees que puedes cambiar Sus propósitos porque eres incrédulo y desalmado? No; el Señor mismo os dará una señal: "La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel".

III. A partir de este momento podemos observar una recurrencia continua de estas dos ideas, frecuentemente en conjunción directa, siempre seguidas de cerca, el invasor asirio y el Emanuel, Dios con nosotros. Isaías habla de sí mismo y de los hijos que Dios le ha dado; todos estos debían ser signos vivientes, testimonios continuos de una ruina inminente y de un gran Libertador, de Aquel a quien todo israelita pudiera volverse con su corazón, y en quien hallar descanso y salvación; pero cuya presencia despertaría todos los pensamientos oscuros, malvados y rebeldes de aquellos que no se sometían a él.

FD Maurice, Profetas y reyes del Antiguo Testamento, p. 235.

Referencias: Isaías 7:10 . Revista del clérigo, vol. viii., pág. 139. Isaías 7:14 . Ibíd., Vol. iv., pág. 89 y vol. ix., pág. 336; Expositor, primera serie, vol. x., pág. 331; JE Vaux, Sermon Notes, primera serie, p.

96; Spurgeon, Mañana a mañana, pág. 360; Sermones sencillos de los colaboradores de " Tracts for the Times", vol. ix., pág. 91. Isaías 7:16 . EH Plumptre, Expositor, segunda serie, vol. ii., pág. 239. Isaías 8:6 . S. Cox, Ibíd.

, Primera serie, vol. VIP. 353. Isaías 8:7 ; Isaías 8:8 . EH Plumptre, Ibíd., Segunda serie, vol. ii., pág. 240.

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