Jeremias 48:11

El principio que subyace al texto es este: que necesitamos estar inquietos en la vida por muchos cambios e interrupciones de la adversidad, a fin de liberarnos más eficazmente de nuestra propia voluntad y estar preparados para hacer la voluntad y la obra de Dios.

Observar:

I. Cómo se las arregla Dios, a gran escala, en los asuntos comunes de la vida, para mantenernos en un proceso de cambio y evitar que caigamos en un estado de seguridad, como deseamos. La misma naturaleza conspira para aflojar todos nuestros cálculos encontrándonos con sus heladas, sus explosiones, sus sequías, sus tormentas, sus fiebres; y prohibiéndonos estar seguros de aquello por lo que trabajamos. El mismo esquema de la vida parece ser en sí mismo un gran proceso de decantación, donde el cambio sigue al cambio, y todos se vacían de vasija en vasija.

II. El mal radical del carácter humano, como estar bajo pecado, consiste en la determinación de salirse con la nuestra; cuya determinación debe ser de alguna manera reducida y extirpada. El pecado es otro nombre para la autodirección. Si pudiéramos estar sobre nuestras lías, en continua paz y serenidad, si el éxito estuviera asegurado, sin cambios ni sorpresas, ¿qué, por otro lado, deberíamos hacer con mayor certeza que permanecer en nuestra mente malvada y tomarlo como un asunto? por supuesto que nuestra voluntad debe hacerse; ¿Qué es lo que más necesitamos curar?

III. Considere el hecho de que nuestros males generalmente se nos ocultan hasta que nos los descubre algún tipo de adversidad. Si Dios nos permitiera ser como Moab desde nuestra juventud, entonces deberíamos ser como Moab en la pérdida de toda mejora valiosa.

IV. Es otro punto de ventaja en los cambios y sorpresas por los que continuamente estamos pasando, que estemos preparados, de esta manera, para la obra de gracia y refinamiento del Espíritu en nosotros.

V. Es probable que una gran tranquilidad y seguridad, prolongadas durante mucho tiempo, permitan la reacción o el poder recuperado de nuestros antiguos pecados y, por lo tanto, no deben ser sufridos. Como el vino, posado sobre sus heces o lías, contrae el sabor de las lías y, por lo tanto, debe ser decantado o extraído; de modo que nosotros, de la misma manera, necesitamos estar separados de todo lo que pertenece a la vida anterior, que se nos rompa en nuestras expectativas y se nos libere de las afinidades de nuestro hábito anterior.

H. Bushnell, The New Life, pág. 392.

Podemos establecer como principio de aplicación universal que un hombre necesita ser perturbado y desplazado con frecuencia por las dispensaciones de la providencia de Dios, si quiere crecer en todos los elementos de esa grandeza que consiste en la santidad. Permanecer "a gusto", "posarse sobre las lías", es fatal para el avance espiritual.

I. Considere lo que hay en estos "vaciamientos" que se ajustan a ellos para promover nuestro avance espiritual. (1) Es obvio que tales dispensaciones tienen en ellas una influencia que está bien calculada para revelarnos a nosotros mismos. Fue una astuta observación de Andrew Fuller, que "un hombre sólo tiene tanta religión como puede dominar en el día del juicio"; y si no tiene religión alguna, su problema se lo pondrá de manifiesto.

(2) Los frecuentes disturbios que nos sobrevienen en la providencia de Dios tienden a sacarnos de nosotros mismos. La esencia del pecado es la preferencia por uno mismo. Tomaremos nuestro propio camino en lugar del de Dios. Haremos nuestros propios planes, como si solo nos consultaran a nosotros mismos. Ahora bien, qué correctivo a esta idolatría del yo son administradas por estas dispensaciones providenciales, las cuales, viniendo como todas esas cosas, inesperadamente trastornan todos nuestros compromisos, desorganizan todos nuestros planes y frustran todos nuestros cálculos.

Debido a muchos fracasos amargos se nos hace reconocer que "no está en el hombre que anda el dirigir sus pasos", y luego, por el Espíritu de Dios, somos llevados a la confianza en Jehová. (3) Estos frecuentes disturbios tienden a evitar que estemos casados ​​con el mundo, o que pensemos en arraigarnos permanentemente aquí.

II. Note las cualidades particulares de carácter que los desarreglos providenciales están más calculados para fomentar. (1) Pureza de motivo y conducta. (2) Fuerza para la resistencia o la acción. (3) Simpatía y caridad.

WM Taylor, Limitaciones de la vida, pág. 358.

Referencias: Jeremias 48:11 ; Jeremias 48:12 . Spurgeon, Sermons, vol. xiii., No. 761. Jeremias 48:28 . Revista homilética, vol.

xi., pág. 75. Jeremias 49:8 . Spurgeon, Sermons, vol. xviii., No. 1085. Jeremias 49:23 . Spurgeon, Evening by Evening, pág. 253; JB Heard, Christian World Pulpit, vol. xiii., pág. 241.

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