Jueces 8:4

I. El desmayo llega al cuerpo por viajes largos. Estos hombres habían recorrido una distancia considerable, y la distancia vencerá a los más fuertes al final, si no hay una renovación adecuada de las fuerzas mediante la comida y el descanso.

Así sucede con el alma. Hay un misterioso gasto de su sustancia y vitalidad día a día en pensamiento, emoción, voluntad, esfuerzo. Y si, a través de un viaje largo, el desperdicio es más que el reclutamiento, entonces llega el desmayo. Dios tarda cuarenta, cincuenta, sesenta años en la maduración de un alma. Toma siete, tres o solo uno para perfeccionar a otro. Ningún hombre puede medir claramente la obra de Dios en el alma de otro, ni siquiera en la suya.

II. El desmayo llega al cuerpo por movimientos rápidos. Estos hombres habían llegado tan rápido como lejos. Todas las naturalezas serias tienden a pasar por movimientos rápidos y, en consecuencia, están sujetas a un agotamiento repentino. El desmayo es el fruto natural del esfuerzo.

III. El desmayo llega al cuerpo por la dificultad del terreno pisado o del trabajo realizado. Algunos cristianos van al cielo por el camino de la llanura y otros por los caminos de las montañas. Los hombres de las montañas a menudo son débiles y apenas "persiguen".

IV. El desmayo llega al cuerpo por falta de sustento. El alma, como el cuerpo, se desmayará si tiene hambre. Jesús alimenta a su rebaño como un pastor.

V. El desmayo puede llegar al cuerpo por enfermedad, por enfermedad.

El alma enferma y se desmaya cuando de alguna manera, en cualquier lugar, inhala el veneno del pecado.

La gran palabra del texto es "perseguir". Perseguir en la debilidad es incluso mejor, en algunos sentidos, que perseguir en la fuerza. Muestra que el propósito de la vida se ha apoderado completamente del alma y que Dios mismo la está inspirando.

A. Raleigh, Lugares tranquilos para descansar, pág. 163.

Referencias: Jueces 8:4 . J. Baldwin Brown, The Higher Life, pág. 288; EJ Hardy, Débil pero persiguiendo, pág. 31; E. Blencowe, Plain Sermons to a Country Congregation; Primera serie, pág. 83; Parker, vol. VIP. 165. Jueces 8:12 ; Jueces 8:17 .

Homiletic Quarterly, vol. iv., pág. 391. Jueces 8:20 . Parker, vol. VIP. 165; Revista homilética, vol. x., pág. 80. Jueces 8:28 . Homiletic Quarterly vol. iv., pág. 393.

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