Salmo 37:38

I. El personaje aquí presentado para nuestro estudio: el hombre perfecto y recto. El principio esencial de la perfección de la que habla David es un corazón recto con Dios, una vida cuya raíz y objetivo es Dios.

II. "El fin de ese hombre es la paz". Porque (1) sabe a quién ha creído, y está convencido de que puede guardar lo que le ha encomendado hasta ese día. (2) Él sabe lo que está pasando a un mundo que es más brillante, una dicha que es más profunda que incluso sus sueños más vívidos. (3) El resto y un hombre tiene otras preocupaciones a esas horas que se va con Dios. Poder depositar su cuidado en Aquel que sabe que cuidará con una ternura que la tierra no tiene medidas es paz, la paz de Dios en la contemplación del futuro de nuestro amado.

J. Baldwin Brown, Ayudas para el desarrollo de la vida divina, No. 8.

Salmo 37:38

I. "Mantener la inocencia". En el sentido más estricto de todos, la inocencia era un tesoro perdido para siempre en el Paraíso. Sólo en un sentido muy modificado podemos hablar con verdad incluso de la inocencia de la infancia. No es más que una inocencia comparativa que pertenece a cualquier hijo del hombre.

II. «¡Mirad lo que es justo! ''. ¡Cuán general es el lenguaje; a primera vista qué vago, pero en realidad cuán inteligible y cuán enfático! Todos sabemos, o podemos saber si queremos, lo que es correcto: el deber de orando siempre, amando a Dios, confiando en Cristo, buscando y obedeciendo al Espíritu Santo, pero fíjense bien en las palabras: " Mirad lo que es recto". Por fácil de descubrir, nuestro deber no es fácil de cumplir. Si no prestamos atención, ciertamente perderemos lo que es correcto.

III. "Eso traerá al hombre la paz al final" en su sentido más amplio, al final de la vida. Una vida de inocencia y obediencia constante terminará en una muerte pacífica, una eternidad pacífica. Pero hay otros finales entre nosotros y ese último final; y, por muy inferior que sea en importancia, se puede pensar y hablar de ellos sin irreverencia, como que cada uno brinda un cumplimiento menor de la promesa aquí expresada.

CJ Vaughan, Harrow Sermons, segunda serie, pág. 384.

Referencias: Salmo 37:39 . Spurgeon, Mis notas del sermón: Génesis a Proverbios, pág. 151. Salmo 38:2 . Obispo Harvey Goodwin, Sermones parroquiales, cuarta serie, pág. 162. Salmo 38:4 . Preacher's Monthly, vol. i., pág. 353.

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