ANÁLISIS.

Esta carta está dirigida a aquellos que han obtenido una fe igualmente preciosa con el escritor, y para que puedan estar seguros de la exactitud del evangelio y su fuente dada por Dios, y por lo tanto, más fuertemente atrincherados en su creencia y no fácilmente movidos de allí. por los falsos maestros, les asegura el poder divino del evangelio; que por ella se da todo lo que se refiere a hacer el bien en esta vida, y todo lo que es necesario para asegurar la aceptación en el mundo venidero.

Los exhorta a añadir a su fe todas las demás virtudes y gracias que enumera; les asegura que al hacerlo se producirá un carácter cristiano perfecto; que no serán ni ciegos ni infructuosos en la vida divina, sino que serían tanto ciegos como infructuosos si así lo descuidaran. Luego les asegura, al hacer estas adiciones, que su entrada en el reino eterno será segura y ricamente recompensada.

Él les dice que no descuidará, mientras viva, guardar estas cosas en sus mentes, aunque las conozcan; que Cristo le asegura que su fin está cerca, y que escribe estas amonestaciones para que después de su muerte las tengan para consultar. Luego les asegura que el tema de su predicación y de sus cartas, a saber, la salvación por el evangelio de Cristo, no es una fábula, y no fue ideada astutamente, sino que es la verdad de Dios, y apela a la confirmación dada por el Padre mismo, que el escritor mismo y sus compañeros vieron y oyeron, y por esta declaración del Padre se confirma la palabra profética en la que todas estas cosas fueron anunciadas, la cual palabra profética brilló como una luz en un lugar oscuro, hasta que vino Cristo, quién es la estrella del día.

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