Introducción al Éxodo

En el Libro del Éxodo tenemos, como tema general y característico, la liberación y redención del pueblo de Dios, y su establecimiento como pueblo delante de Él, ya sea bajo la ley, o bajo el gobierno de Dios en la paciencia de un Dios quien, habiéndolos traído así a Sí mismo, proveyó para Su pueblo infiel; no ciertamente una entrada a Su propia presencia, sino una forma de acercarse a Él, al menos a distancia, aunque habían fracasado.

Pero el velo no se rasgó: Dios no salió a ellos, ni ellos pudieron entrar a Dios. Y esto es de toda la importancia posible, y característico de la diferencia del cristianismo. Dios sí vino entre los hombres pecadores en amor en Cristo, y el hombre se ha ido a Dios, en justicia, y además el velo se rasgó de arriba abajo. La ley requería del hombre lo que el hombre debería ser como hijo de Adán; la vida se ponía como consecuencia de guardarla, y había maldición para él si no se guardaba.

La relación de Dios con el pueblo había sido al principio en gracia; pero esto no continuó, y el pueblo nunca entró en ello con inteligencia, ni entendió esta gracia como las personas que tenían necesidad de ella como pecadores. Examinemos el curso de estas instrucciones divinas.

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