Isaías 24:1-23

1 He aquí que el SEÑOR devastará y arrasará la tierra. Trastornará su superficie y dispersará a sus habitantes.

2 Al sacerdote le sucederá como a la gente del pueblo, al esclavo como a su señor, a la criada como a su señora, al que compra como al que vende, al que presta como al que toma prestado, al acreedor como al deudor.

3 La tierra será del todo devastada y enteramente saqueada, porque el SEÑOR ha pronunciado esta palabra.

4 La tierra está de duelo, se reseca; el mundo languidece, se reseca. Languidecen los grandes del pueblo de la tierra.

5 La tierra ha sido profanada por sus habitantes, porque han transgredido las leyes, han falseado el derecho y han quebrantado el pacto eterno.

6 Por esta causa una maldición ha devorado la tierra, y los que la habitan son culpables. Por esta causa han disminuido los habitantes de la tierra, y quedan muy pocos seres humanos.

7 Languidece el vino nuevo. Se ha marchitado la vid. Gimen todos los que eran de alegre corazón.

8 Cesó el regocijo de los tamboriles. Se acabó el bullicio de los que se divierten; cesó el regocijo de la lira.

9 No beben el vino con canción; el licor es amargo a los que lo beben.

10 Quebrantada está la ciudad del caos; toda casa se ha cerrado para que nadie entre.

11 En las calles se oye el lamento por el vino. Todo gozo se oscurece; la alegría de la tierra ha sido desterrada.

12 En la ciudad ha quedado la desolación. Sus puertas han sido destrozadas con la ruina.

13 Pues ocurrirá en medio de la tierra, en medio de los pueblos, así como cuando se varea al olivo, y como rebuscos una vez acabada la vendimia.

14 Estos alzan su voz y cantan gozosos; a la majestad del SEÑOR aclaman desde el occidente.

15 Por tanto, glorifiquen al SEÑOR en el oriente, y al nombre del SEÑOR Dios de Israel en las costas del mar.

16 Desde el extremo de la tierra oímos salmos: “¡Gloria al Justo!”. Pero yo dije: ¡Desdichado de mí, desdichado de mí! ¡Ay de mí! Los traidores han traicionado; los traidores han actuado con gran traición.

17 Terror, fosa y trampa hay contra ti, oh habitante de la tierra.

18 Acontecerá que el que huya del sonido del terror caerá en la fosa; y el que salga de la fosa será atrapado en la trampa. Porque se abrirán las ventanas de lo alto, y temblarán los cimientos de la tierra.

19 La tierra será completamente destrozada; la tierra será desmenuzada por completo; la tierra será derrumbada en gran manera.

20 La tierra se tambaleará del todo como un borracho. Se mecerá como una choza, y sobre ella pesará su rebelión. Caerá y no volverá a levantarse.

21 Acontecerá en aquel día que el SEÑOR castigará en lo alto al ejército de lo alto, y en la tierra a los reyes de la tierra.

22 Ellos serán agrupados como son agrupados los prisioneros en la mazmorra. En la cárcel quedarán encerrados y después de muchos días serán castigados.

23 La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, porque el SEÑOR de los Ejércitos reinará en el monte Sion y en Jerusalén, y la gloria estará ante sus ancianos.

El capítulo 24 nos presenta el vuelco de todo lo que hay en la tierra. La tierra de Israel está primero a la vista. Pero allí serán reunidos y juzgados todos los elementos de todos los sistemas de este mundo. Ya hemos señalado que esto se extiende al derrocamiento judicial del poder de la maldad en los lugares celestiales, así como de los reyes de la tierra sobre la tierra: los capítulos siguientes nos muestran con qué intención.

Sin ella, el mal no sería dejado de lado y puesto fin. Por lo tanto, cuando Cristo entra cabalgando a Jerusalén en Lucas, se dice: "paz en el cielo". Porque hasta que el poder del mal sea apartado de esta manera, cualquier bendición establecida en la tierra pronto se corromperá y se desvanecerá. Antes de examinarlos, volvamos sobre los objetos de los juicios de que hemos hablado; volvamos a rastrearlos en su orden moral. Tenemos a Babilonia, el poder de la corrupción organizada, donde el pueblo de Dios está cautivo; el enemigo público y abierto de Dios y de su pueblo: el asirio; el enemigo interior: el filisteo; luego Moab, la soberbia del hombre.

Damasco es la que ha sido enemiga del pueblo de Dios, pero aliada con la parte apóstata de ese pueblo contra la parte fiel. De todo esto se libera el pueblo. Después encontramos, bajo el juicio, a Egipto, o el mundo en su estado natural, cuya sabiduría se pierde en la confusión; Babilonia, ahora desierta en medio de las naciones; Dumah, la libertad, la independencia del hombre; Jerusalén, el pueblo profeso; Tiro, la gloria del mundo; y, finalmente, todo lo que está en la tierra, y, para resumir todo el poder, la maldad espiritual en los lugares celestiales, y los reyes de la tierra en la tierra.

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