Isaías 57:1-21

1 El justo perece, y no hay quien lo tome a pecho. Los piadosos son eliminados, y nadie entiende que es a causa de la calamidad que el justo es eliminado.

2 El que anda en rectitud entrará en paz; llegarán a reposar sobre sus lechos.

3 ¡Pero acérquense acá ustedes, oh hijos de bruja, descendientes de adúltero y de prostituta!

4 ¿De quién se mofan? ¿Contra quién abren la boca y alargan la lengua? ¿No son ustedes hijos rebeldes y descendencia mentirosa?

5 Ustedes arden de lujuria entre los robles y debajo de todo árbol frondoso. Degüellan a sus hijos en los valles y debajo de las hendiduras de las peñas.

6 “Con las piedras lisas del valle está tu parte. ¡Ellas, ellas serán tu porción! A ellas derramas ofrenda de vino y ofreces ofrenda de grano. ¿Habré de aplacarme ante estas cosas?

7 Sobre el monte alto y encumbrado pusiste tu cama. Allí también subiste a hacer sacrificio.

8 Tras la puerta y el poste pusiste tu propia señal; porque alejado de mí te desnudaste, subiste y extendiste tu cama. Hiciste con ellos pacto, amaste su cama, miraste su desnudez.

9 “Fuiste al rey con ungüentos, y multiplicaste tus perfumes; enviaste lejos a tus mensajeros, y te humillaste hasta el Seol.

10 Con tanto caminar te cansaste, pero no dijiste: ‘¡Estoy rendida!’. Hallaste mucha vitalidad, por lo cual no desfalleciste.

11 “¿Por quién tuviste aprehensión y a quién temiste, de modo que mintieras y no te acordaras de mí ni lo tomaras a pecho? ¿No es porque he guardado silencio y disimulado, y no me has temido?

12 Yo expondré tu justicia y tus obras, pero ellas no te aprovecharán.

13 Cuando clames, ¡que te libre tu colección de ídolos! Pero a todos ellos se los llevará el viento; un soplo los arrebatará. Pero el que se refugia en mí tendrá la tierra por heredad y poseerá mi santo monte”.

14 Entonces él dirá: “¡Allanen, allanen la calzada! ¡Preparen el camino! ¡Quiten los obstáculos del camino de mi pueblo!”.

15 Porque así ha dicho el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: “Yo habito en las alturas y en santidad; pero estoy con el de espíritu contrito y humillado, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los oprimidos.

16 Porque no he de contender para siempre ni para siempre he de estar airado, pues se desmayaría delante de mí el espíritu y las almas que he creado.

17 “Por la iniquidad de sus ganancias deshonestas me indigné y lo golpeé. Escondí mi rostro y me indigné. Pero él continuó rebelde en el camino de su corazón.

18 He visto sus caminos, pero lo sanaré. Lo guiaré y le daré consuelo, a él y a los suyos que están de duelo.

19 Yo soy el que crea fruto de labios: ¡Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca!, dice el SEÑOR. Yo lo sanaré.

20 Pero los impíos son como el mar agitado que no puede estar quieto y cuyas aguas arrojan cieno y lodo.

21 “¡No hay paz para los malos!”, dice mi Dios.

El siguiente comentario cubre los capítulos 55, 56 y 57.

Los capítulos 55, 56, 57 son exhortaciones dadas en vista de estas cosas. El capítulo 55 es plena gracia gratuita, que en consecuencia abarca a los gentiles. Por eso se puede aplicar como principio al evangelio. Su cumplimiento será en el tiempo de bendiciones a la tierra a través de la presencia del Señor. El capítulo 56 da el carácter moral que es necesario para disfrutar de la bendición, que ya no está de acuerdo con los estrechos principios legales de los días anteriores.

Su casa será, de hecho, una casa de oración para todos aquellos cuyos corazones estén verdaderamente vueltos hacia el Dios de Israel; y se alegrarán en él. El capítulo 57 denuncia (podemos decir, sobre el mismo principio) a aquellos incluso en Israel que andan moralmente en contra de la voluntad de Dios. Los justos pueden perecer. Pero sólo sería apartarlos del mal por venir. Pero fuera Israel o no, no habría paz para los impíos.

Estos tres Capítulos luego dan la instrucción moral que pertenece a esos días. Los fieles serán bendecidos, y los mansos, sean quienes sean; los impíos serán juzgados, sean de Israel o no. Así cierra, como he dicho, con el capítulo 57 la segunda subdivisión de esta parte de la profecía.

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