El siguiente comentario cubre los capítulos 58 y 59.

Pero estas consideraciones morales despiertan la indignación del Espíritu por la condición de Israel en los días de la profecía: su pecado y su hipocresía al pretender servir a Jehová; y en los capítulos 58, 59 denuncia su confianza en las formas externas y pone la bendición a condición de la obediencia. No fue que se acortó el brazo de Jehová, ni se le agravó el oído; pero la iniquidad del pueblo impidió la bendición y traería juicio sobre ellos.

Sin embargo, cuando todo había fallado y no había nadie que mantuviera la justicia, Jehová mismo intervendría en Su soberanía y poder. Aplastaría a sus enemigos y juzgaría las islas; para que su nombre sea temido en toda la tierra. El Redentor debe venir a Sión ya los que se vuelven de la transgresión en Jacob. Entonces, la bendición debería ser permanente, y la presencia del Espíritu Santo moraría con la simiente de Jacob para siempre.

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