Levítico 27:1-34

1 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:

2 “Habla a los hijos de Israel y diles que cuando alguien haga un voto especial al SEÑOR, con motivo del rescate de las personas, lo valorarás así:

3 “Al hombre de veinte hasta sesenta años lo valorarás en quinientos cincuenta gramos de plata.

4 Si es mujer, la valorarás en trescientos treinta gramos.

5 “Al hombre de cinco hasta veinte años lo valorarás en doscientos veinte gramos, y a la mujer en ciento diez gramos.

6 “Al hombre de un mes hasta cinco años lo valorarás en cincuenta y cinco gramos de plata. A la mujer la valorarás en treinta y tres gramos de plata.

7 “Al hombre de sesenta años para arriba lo valorarás en ciento sesenta y cinco gramos, y a la mujer en ciento diez gramos.

8 “Si la persona es más pobre que lo que permite tu valoración, comparecerá ante el sacerdote, y este la valorará; conforme a la posibilidad del que hace el voto la valorará el sacerdote.

9 “Si se trata de un animal que se puede presentar como sacrificio al SEÑOR, todo lo que de él se dé al SEÑOR será sagrado.

10 No será cambiado ni sustituido uno bueno por uno malo ni uno malo por uno bueno. Si se cambia un animal por otro, este y el sustituido serán sagrados.

11 Si se trata de algún animal inmundo, que no se puede presentar como sacrificio al SEÑOR, entonces el animal será puesto delante del sacerdote.

12 Este lo valorará según sea bueno o malo; según el sacerdote lo valore, así será.

13 Y si uno quiere rescatarlo, añadirá una quinta parte a tu valoración.

14 “Cuando alguien consagre su casa como cosa sagrada al SEÑOR, el sacerdote la valorará según sea buena o mala; según el sacerdote la valore, así quedará.

15 Pero si el que consagró su casa la quiere rescatar, añadirá a tu valoración una quinta parte de su valor; y será suya.

16 “Si alguien consagra al SEÑOR un campo de su posesión, lo valorarás según su capacidad de siembra: doscientos kilos de semilla de cebada se valorará en quinientos cincuenta gramos de plata.

17 Si consagra su campo en el año del jubileo, se hará conforme a tu valoración.

18 Pero si consagra su campo después del jubileo, el sacerdote hará el cálculo del dinero conforme a los años que falten para el año del jubileo, y se restará de tu valoración.

19 Si el que ha consagrado su campo quiere rescatarlo, añadirá a tu valoración una quinta parte de su valor, y él volverá a su poder.

20 Pero si no rescata el campo y este es vendido a otro, no lo podrá rescatar jamás.

21 Cuando pase el jubileo, el campo será consagrado al SEÑOR como campo confiscado; será para el sacerdote como posesión suya.

22 “Si alguien consagra al SEÑOR un campo que ha comprado y que no era campo de su posesión,

23 entonces el sacerdote calculará con él la suma de tu valoración hasta el año del jubileo. Aquel día él pagará el precio que tú hayas señalado como cosa consagrada al SEÑOR.

24 El año del jubileo ese campo volverá a aquel de quien él lo compró, a quien pertenece la posesión de la tierra.

25 Todo lo valorarás de acuerdo con la moneda del santuario. (Once gramos de plata).

26 “Nadie consagrará el primogénito de los animales, ya que por ser primogénito pertenece al SEÑOR. Sea ternero o cordero, es del SEÑOR.

27 Pero si es animal inmundo, lo rescatarán conforme a tu valoración y añadirán a su valor una quinta parte. Si no lo rescatan, se venderá conforme a tu valoración.

28 “No se venderá ni se rescatará ninguna cosa que alguien haya dedicado por completo al SEÑOR, de todo lo que posee, trátese de personas, de animales o de los campos de su posesión. Todo lo dedicado por completo será cosa muy sagrada al SEÑOR.

29 “Ninguna persona bajo anatema podrá ser rescatada. Morirá irremisiblemente.

30 “Todos los diezmos de la tierra, tanto de la semilla de la tierra como del fruto de los árboles, pertenecen al SEÑOR. Es cosa sagrada al SEÑOR.

31 Si alguno quiere rescatar algo de sus diezmos, añadirá una quinta parte a su valor.

32 Todo diezmo del ganado vacuno o del rebaño, de todo lo que pase bajo el cayado, el décimo será consagrado al SEÑOR.

33 No lo examinará si es bueno o malo ni lo sustituirá. Si lo sustituye, el animal y su sustituto serán sagrados; no podrán ser rescatados”.

34 Estos son los mandamientos que el SEÑOR ordenó a Moisés para los hijos de Israel, en el monte Sinaí.

El último capítulo (27) trata de los derechos y designaciones de Dios en todo lo que se relaciona con las cosas que le están dedicadas por medio del sacerdocio. Esto necesariamente encuentra su lugar en lo que trata del sacerdocio; pero tiene, no lo dudo, un significado mucho más amplio. El tema tratado es el del que se consagra a Dios, y el de las tierras que le pertenecen, de los derechos de Israel, de quien no era posesión, y de su venta a otros.

En cuanto a Cristo, se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios; Fue valorado a bajo precio. Israel por derecho pertenecía a Jehová. Como tierra de Emanuel, los israelitas sólo disfrutaban de la tierra sin ser propietarios, y sólo podían empeñarla hasta el jubileo; luego volvería a su poseedor como la tierra de Emmanuel. Israel (visto como poseedor del don de Dios) no habiéndolo redimido al ser vendido al extranjero, cuando llegue el jubileo la tierra será absolutamente del Señor; el sacerdote la poseerá.

En Zacarías 11 se valora así a Cristo, "a quien los hijos de Israel apreciaban". Sólo señalo el principio presentado en el capítulo, sin pretender entrar en todos los detalles de aplicación que puedan sugerirse. El principio es lo importante para permitirle a uno entender el propósito de Dios; en el caso de cualquier voto, sea redimido o no; o de la tierra, si volverá en el día del jubileo, cuando Dios tomará de nuevo posesión de sus derechos en la tierra de Israel, y hará entrar a aquellos a quienes corresponde.

Así, el gobierno de Dios, que resulta en Su regreso en gracia a Su promesa incondicional y propósito [terrenal], se nos da en el capítulo 26, y el título absoluto de Jehová en el capítulo 27. El capítulo 26 es, de hecho, un paréntesis que muestra los caminos de Dios, con retorno a Su promesa en gracia; capítulo 25 la redención del hombre, si pudiere, o de su pariente; capítulo 27 Título absoluto de Dios.

Debe observarse también que el juicio es según el juicio del sacerdote. Pero aunque esto se atribuya al sacerdote, es al rey en Jeshurun ​​(el recto) a quien se le confía la apreciación. Esto muestra claramente quién debe hacerlo y bajo qué carácter, aunque sea de acuerdo con el discernimiento, la gracia y los derechos del sacerdocio. Es Cristo como Sacerdote, pero Cristo como Rey en Israel, quien ordenará todo eso.

Continúa después de la publicidad