Lucas 11:1-54

1 Aconteció que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: — Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.

2 Él les dijo: — Cuando oren, digan: “Padre [nuestro que estás en los cielos]: Santificado sea tu nombre; venga tu reino; [sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra]

3 el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy;

4 y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, [mas líbranos del mal]”.

5 Les dijo también: — Supongamos que uno de ustedes tiene un amigo y va a él a la medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes

6 porque ha llegado a mí un amigo de viaje y no tengo nada que poner delante de él”.

7 ¿Le responderá aquel desde adentro: “No me molestes; ya está cerrada la puerta y mis niños están conmigo en la cama; no puedo levantarme para dártelos”?

8 Les digo que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, ciertamente por la insistencia de aquel se levantará y le dará todo lo que necesite.

9 »Y yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá.

10 Porque todo aquel que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abrirá.

11 »¿Qué padre de entre ustedes, si su hijo le pide pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente?

12 O si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión?

13 Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que le pidan?

14 Jesús estaba echando fuera un demonio que era mudo. Y aconteció que, cuando salió el demonio, el mudo habló. Las muchedumbres se asombraron

15 pero algunos de ellos dijeron: — Por Beelzebul, el príncipe de los demonios, echa fuera a los demonios.

16 Otros, para probarle, pedían de él una señal del cielo.

17 Pero, como conocía los razonamientos de ellos, les dijo: — Todo reino dividido contra sí mismo está arruinado y cae casa sobre casa.

18 Y si Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá en pie su reino? Pues ustedes dicen que por Beelzebul yo echo fuera los demonios.

19 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebul, ¿por quién los echan fuera los hijos de ustedes? Por tanto, ellos serán sus jueces.

20 Pero si por el dedo de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a ustedes el reino de Dios.

21 Cuando el hombre fuerte y armado guarda su propia casa, sus posesiones están en paz.

22 Pero si viene uno más fuerte que él y lo vence, le toma todas sus armas en que confiaba y reparte sus despojos.

23 El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama.

24 »Cuando el espíritu inmundo ha salido de un hombre, anda por lugares secos buscando reposo y, al no hallarlo, dice: “Volveré a mi casa de donde salí”.

25 Y cuando regresa, la halla barrida y adornada.

26 Entonces va y trae otros siete espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan allí; y el estado final de aquel hombre llega a ser peor que el primero.

27 Mientras él decía estas cosas, aconteció que una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: — ¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que mamaste!

28 Y él dijo: — Más bien, bienaventurados son los que oyen la palabra de Dios y la guardan.

29 Y apiñándose las multitudes, él comenzó a decir: “Esta generación es una generación malvada. Pide señal, y no le será dada ninguna señal sino la señal de Jonás.

30 Porque como Jonás fue señal para los habitantes de Nínive, así también lo será el Hijo del Hombre para esta generación.

31 La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón. ¡Y he aquí uno mayor que Salomón está en este lugar!

32 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán porque ellos se arrepintieron ante la predicación de Jonás. ¡Y he aquí uno mayor que Jonás está en este lugar!

33 “Al encender una lámpara nadie la pone en oculto ni debajo de un cajón sino sobre un candelero para que todos los que entren vean la luz.

34 La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está lleno de luz. Pero cuando es malo, también tu cuerpo está en tinieblas.

35 Mira, pues, no sea que la luz que hay en ti sea tinieblas.

36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz y no tiene ninguna parte oscura, estará todo lleno de luz como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor”.

37 Cuando Jesús acabó de hablar, un fariseo le rogó que comiera con él; y habiendo entrado Jesús en su casa, se sentó a la mesa.

38 Y el fariseo se asombró al ver que no se lavó antes de comer.

39 Entonces el Señor le dijo: — Ustedes los fariseos limpian el exterior de la copa o del plato pero el interior de ustedes está lleno de rapiña y de maldad.

40 Necios, ¿el que hizo lo de fuera no hizo también lo de dentro?

41 Pero den con misericordia de las cosas que están dentro y, he aquí, todas las cosas les serán limpias.

42 »¡Ay de ustedes, fariseos! Porque diezman la menta, la ruda y toda hortaliza pero pasan por alto el juicio y el amor de Dios. Es necesario hacer estas cosas sin pasar por alto aquellas.

43 »¡Ay de ustedes, fariseos! Porque aman los primeros asientos en las sinagogas y las salutaciones en las plazas.

44 »¡Ay de ustedes!. Porque son como sepulcros ocultos, y los hombres que andan por encima no lo saben.

45 Respondió uno de los maestros de la ley y le dijo: — Maestro, cuando dices esto también nos afrentas a nosotros.

46 Y él le dijo: — ¡Ay de ustedes también, maestros de la ley! Porque les imponen a los hombres cargas que no pueden llevar pero ustedes mismos no las tocan ni aun con uno de sus dedos.

47 »¡Ay de ustedes! Porque edifican los sepulcros de los profetas, pero sus padres los mataron.

48 Con eso, son testigos y consienten en los hechos de sus padres porque, a la verdad ellos los mataron pero ustedes edifican sus sepulcros.

49 Por esto, la sabiduría de Dios también dijo: “Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán”;

50 para que de esta generación sea demandada la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación del mundo;

51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías quien pereció entre el altar y el santuario. ¡Sí! Les digo que la sangre de ellos será demandada de esta generación.

52 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley! Porque han quitado la llave del conocimiento. Ustedes mismos no entraron, y a los que entraban se lo han impedido.

53 Cuando salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a presionarlo mucho y a provocarlo a que hablara de muchas cosas,

54 acechándolo para cazar algo de su boca.

La oración que enseñó a sus discípulos (capítulo 11) también tiene que ver con la posición a la que llegaron ante el don del Espíritu Santo. [32] Jesús mismo oró, como el hombre dependiente en la tierra. Todavía no había recibido la promesa del Padre para derramarla sobre sus discípulos, y no podía hasta su ascensión al cielo. Estos, sin embargo, están en relación con Dios como su Padre.

La gloria de Su nombre, la venida de Su reino, debían ocupar sus primeros pensamientos. Dependían de Él para su pan de cada día. Necesitaban perdón y que se les guardara de la tentación. La oración comprendía el deseo de un corazón fiel a Dios; la necesidad del cuerpo encomendado al cuidado de su Padre; la gracia requerida para su caminar cuando habían pecado, y para que su carne no se manifestara, para que pudieran ser salvos del poder del enemigo.

El Señor entonces se fija en la perseverancia, para que las peticiones no sean las de un corazón indiferente al resultado. Él les asegura que sus oraciones no serán en vano; también, que su Padre celestial daría el Espíritu Santo a los que se lo pidieran. Él los pone en Su propia relación en la tierra con Dios. Escuchar a Dios, aplicarlo como Padre es el todo de la vida cristiana práctica.

Después se manifiestan las dos grandes armas de su testimonio, a saber, la expulsión de demonios y la autoridad de su palabra. Había manifestado el poder que echa fuera demonios; lo atribuyeron al príncipe de los demonios. No obstante, había atado al hombre fuerte; Había echado a perder sus bienes; y esto probó que el reino de Dios en verdad había llegado. En un caso como este, habiendo venido Dios a liberar al hombre, todo tomó su verdadero lugar; todo era del diablo o del Señor. Además, si el espíritu inmundo hubiera salido y Dios no estuviera allí, el espíritu inmundo volvería con otros más inicuos que él; y el último estado es peor que el primero.

Estas cosas estaban ocurriendo en ese momento. Pero los milagros no fueron todo. Él había proclamado la palabra. Una mujer, sensible al gozo de tener un hijo como Jesús, declara en voz alta el valor de tal relación con Él según la carne; el Señor pone esta bendición, como lo hizo en el caso de María, en aquellos que escuchan y guardan su palabra. Los ninivitas habían escuchado a Jonás, la reina de Sabá a Salomón, sin que se obtuviera ni un solo milagro; y uno mayor que Jonás estaba ahora entre ellos.

Había dos cosas allí que el testimonio expuso claramente ( Lucas 11:33 ), y los motivos que gobernaron a los que lo escucharon. Si la verdadera luz brilló plenamente en el corazón, no quedó oscuridad en él. Si la verdad perfecta fue presentada según la propia sabiduría de Dios, fue el corazón el que la rechazó. El ojo era malo.

Las nociones y motivos de un corazón alejado de Dios sólo lo oscurecieron: un corazón que tuviera un solo objetivo, Dios y su gloria, estaría lleno de luz. Además, la luz no sólo se muestra a sí misma, sino que ilumina todo lo que la rodea. Si la luz de Dios estuviera en el alma, estaría llena de ella y ninguna parte oscura.

Versículos 37-52 ( Lucas 11:37-52 ). Invitado a la casa del fariseo, juzga la condición de la nación, y la hipocresía de su pretendida justicia, poniendo Su dedo en el espectáculo blanqueado y la avaricia interna y el egoísmo, haciendo la ley de Dios gravosa para otros, mientras descuida el cumplimiento de la ley de Dios. ellos mismos, anunciando la misión de los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento, cuyo rechazo colmaría la medida de la iniquidad de Israel, y llevaría a la prueba final a los que hipócritamente construyeron las tumbas de los profetas que sus padres habían matado.

Y entonces toda la sangre, con respecto a la cual Dios había ejercido Su longanimidad, enviando testimonios para iluminar al pueblo, y que había sido derramada a causa de esos testimonios, al final sería requerida de manos de los rebeldes. Las palabras del Señor no hicieron más que despertar la malicia de los fariseos, que buscaban enredarlo en Su discurso. En una palabra tenemos, por un lado, la palabra del testimonio puesta en pleno relieve, en lugar del Mesías cumpliendo las promesas; y, por el otro, el juicio de una nación que había rechazado a ambos, y rechazaría también lo que después se enviaría para traerlos de vuelta.

Nota #32

El deseo de tener una forma de oración dada por el Señor ha llevado a una corrupción del texto aquí, reconocida por todos los que lo han investigado seriamente (el objeto es conformar la oración aquí a la dada en Mateo). Dice así: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día el pan que necesitamos, y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben, y no nos dejes caer en tentación".

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