Salmo 119:1-176

1 Bienaventurados los íntegros de camino, los que andan según la ley del SEÑOR.

2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo el corazón le buscan.

3 Pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos.

4 Tú mandaste que tus ordenanzas fuesen muy guardadas.

5 ¡Ojalá fuesen estables mis caminos para guardar tus leyes!

6 Entonces yo no sería avergonzado al observar todos tus mandamientos.

7 Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprenda tus justos juicios.

8 Tus leyes guardaré; no me abandones por completo.

9 ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra

10 Con todo mi corazón te he buscado; no dejes que me desvíe de tus mandamientos.

11 En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti.

12 ¡Bendito seas tú, oh SEÑOR! Enséñame tus leyes.

13 Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca.

14 Me he gozado en el camino de tus testimonios más que sobre toda riqueza.

15 En tus ordenanzas meditaré; consideraré tus caminos.

16 Me deleitaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras.

17 Haz bien a tu siervo para que viva y guarde tu palabra.

18 Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.

19 Peregrino soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos.

20 Se consume mi alma por anhelar tus preceptos en todo tiempo.

21 Increpaste a los arrogantes; malditos los que se desvían de tus mandamientos.

22 Aparta de mí el oprobio y el desprecio porque he guardado tus testimonios.

23 Aunque los gobernantes se sienten y hablen contra mí, tu siervo meditará en tus leyes.

24 Tus testimonios son mi delicia y también mis consejeros.

25 Mi alma está pegada al polvo; vivifícame según tu palabra.

26 Mis caminos te declaré, y me respondiste; enséñame tus leyes.

27 Hazme entender el camino de tus ordenanzas, y meditaré en tus maravillas.

28 Mi alma llora de ansiedad; sostenme conforme a tu palabra.

29 Aparta de mí el camino de engaño, y enséñame tu ley.

30 He escogido el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.

31 Me he apegado a tus testimonios; oh SEÑOR, no me avergüences.

32 Por el camino de tus mandamientos correré porque das amplitud a mi corazón.

33 Enséñame, oh SEÑOR, el camino de tus leyes, y lo guardaré hasta el fin.

34 Dame entendimiento, y guardaré tu ley; la observaré con todo el corazón.

35 Guíame por la senda de tus mandamientos porque en ella me deleito.

36 Inclina mi corazón a tus testimonios y no a las ganancias deshonestas.

37 Aparta mis ojos para que no vean la vanidad; vivifícame en tu camino.

38 Cumple tu promesa a tu siervo que te teme.

39 Aparta de mí el oprobio que me aterra porque buenos son tus juicios.

40 Mira cómo anhelo tus ordenanzas; vivifícame en tu justicia.

41 Venga a mí tu misericordia, oh SEÑOR; y tu salvación, conforme a tu promesa.

42 Entonces daré respuesta al que me afrenta, porque en tu palabra he confiado.

43 En ningún momento quites de mi boca la palabra de verdad, porque en tu juicio tengo puesta mi esperanza.

44 Tu ley guardaré siempre, para siempre jamás.

45 Andaré en libertad, porque he buscado tus mandamientos.

46 Hablaré de tus testimonios delante de los reyes y no quedaré avergonzado.

47 Me deleitaré en tus mandamientos, los cuales he amado.

48 Alzaré mis manos a tus mandamientos, los cuales he amado, y meditaré en tus leyes.

49 Acuérdate de la promesa dada a tu siervo en la cual me has hecho esperar.

50 Esto es mi consuelo en mi aflicción: que tu palabra me ha vivificado.

51 Mucho se han burlado de mí los arrogantes pero yo no me he apartado de tu ley.

52 Oh SEÑOR, me he acordado de tus juicios realizados desde tiempos antiguos y he hallado consuelo.

53 La indignación se apoderó de mí, a causa de los impíos que abandonan tu ley.

54 Tus leyes han sido cánticos para mí en el ámbito de mis peregrinaciones.

55 Oh SEÑOR, en la noche me he acordado de tu nombre y he guardado tu ley.

56 Esto me ha acontecido porque guardé tus mandamientos.

57 Tú eres mi porción, oh SEÑOR; me he propuesto guardar tus palabras.

58 He implorado tu favor de todo corazón; ten misericordia de mí según tu palabra.

59 Consideré mis caminos y volví mis pies a tus testimonios.

60 Me apresuré, y no me retardé, a guardar tus mandamientos.

61 Las cuerdas de los impíos me rodearon pero no me olvidé de tu ley.

62 A medianoche me levanto para darte gracias por tus justos juicios.

63 Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus ordenanzas.

64 De tu misericordia está llena la tierra. Oh SEÑOR, enséñame tus leyes.

65 Has hecho bien a tu siervo, oh SEÑOR, conforme a tu palabra.

66 Enséñame buen sentido y sabiduría porque tus mandamientos he creído.

67 Antes que fuera humillado, yo erraba; pero ahora guardo tu palabra.

68 Tú eres bueno y bienhechor; enséñame tus leyes.

69 Los soberbios forjaron engaño contra mí pero yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.

70 El corazón de ellos se ha vuelto insensible como sebo; pero yo me he deleitado en tu ley.

71 Bueno me es haber sido afligido para que aprenda tus leyes.

72 Mejor me es la ley que procede de tu boca que miles de piezas de oro y plata.

73 Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender para que yo aprenda tus mandamientos.

74 Los que te temen me verán y se alegrarán, porque en tu palabra he puesto mi esperanza.

75 Conozco, oh SEÑOR, que tus juicios son justos y que conforme a tu fidelidad me has afligido.

76 Que tu bondad me consuele conforme a lo que has prometido a tu siervo.

77 Llegue a mí tu misericordia para que yo viva, porque tu ley es mi delicia.

78 Sean avergonzados los arrogantes porque con engaño me han agraviado. Pero yo meditaré en tus preceptos.

79 Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios.

80 Sea mi corazón íntegro en tus leyes para que no sea yo avergonzado.

81 Desfallece mi alma en espera de tu salvación; en tu palabra he puesto mi esperanza.

82 Desfallecen mis ojos en espera de tu palabra diciendo: “¿Cuándo me consolarás?”.

83 Aunque he sido como un odre en medio del humo, no me he olvidado de tus leyes.

84 ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?

85 Los arrogantes me han cavado fosas, lo que no está de acuerdo con tu ley.

86 Todos tus mandamientos son fieles. Con engaño me persiguen; ayúdame.

87 Casi me han eliminado de la tierra pero yo no he abandonado tus ordenanzas.

88 Vivifícame conforme a tu misericordia y guardaré los testimonios de tu boca.

89 Para siempre, oh SEÑOR, permanece tu palabra en los cielos.

90 Por generación y generación es tu fidelidad; estableciste la tierra, y se mantiene firme.

91 Por tu mandato permanecen hasta hoy porque todos ellos son tus siervos.

92 Si tu ley no hubiera sido mi delicia ya habría perecido yo en mi aflicción.

93 Nunca jamás me olvidaré de tus ordenanzas porque con ellas me has vivificado.

94 Tuyo soy; sálvame porque he buscado tus ordenanzas.

95 Los impíos me han esperado para destruirme pero yo estoy atento a tus testimonios.

96 A todo lo perfecto le veo límite pero tu mandamiento es sobremanera amplio.

97 ¡Cuánto amo tu ley! Todo el día ella es mi meditación.

98 Por tus mandamientos me has hecho más sabio que mis enemigos, porque para siempre son míos.

99 He comprendido más que todos mis instructores porque tus testimonios son mi meditación.

100 He entendido más que los ancianos porque he guardado tus ordenanzas.

101 De todo mal camino contuve mis pies para guardar tu palabra.

102 No me aparté de tus juicios porque tú me has enseñado.

103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel en mi boca!

104 De tus ordenanzas adquiero inteligencia; por eso aborrezco todo camino de mentira.

105 Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.

106 He jurado guardar tus justos juicios, y lo he de cumplir.

107 Oh SEÑOR, afligido estoy en gran manera; vivifícame conforme a tu palabra.

108 Sean agradables a ti, oh SEÑOR, las ofrendas de mi boca; y enséñame tus juicios.

109 De continuo está mi vida en peligro pero no me olvido de tu ley.

110 Los impíos me pusieron trampa pero no me desvié de tus ordenanzas.

111 Tus testimonios son mi heredad para siempre porque ellos son el gozo de mi corazón.

112 He inclinado mi corazón para poner por obra tus leyes de continuo y hasta el fin.

113 Aborrezco a los de doble ánimo pero amo tu ley.

114 Mi refugio y mi escudo eres tú; en tu palabra he puesto mi esperanza.

115 Apartaos de mí, malhechores, pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.

116 Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; no me avergüences con respecto a mi esperanza.

117 Sostenme, y seré salvo; siempre me deleitaré en tus leyes.

118 Desprecias a todos los que se desvían de tus leyes pues su astucia es un engaño.

119 Hiciste que todos los impíos de la tierra fueran consumidos como escoria; por tanto, he amado tus testimonios.

120 Mi cuerpo se estremece por temor a ti y tengo reverencia por tus juicios.

121 El derecho y la justicia he practicado; no me abandones ante mis opresores.

122 Sé fiador de tu siervo para bien; no me hagan violencia los orgullosos.

123 Mis ojos desfallecen por tu salvación y por tu justa promesa.

124 Haz con tu siervo según tu misericordia y enséñame tus leyes.

125 Yo soy tu siervo; dame entendimiento para que conozca tus testimonios.

126 Ya es hora de actuar, oh SEÑOR, porque han violado tu ley.

127 Por eso amo tus mandamientos más que el oro, más que el oro puro.

128 Por eso he guardado todas tus ordenanzas; aborrezco todo camino de mentira.

129 Maravillosos son tus testimonios; por eso los guarda mi alma.

130 La exposición de tu palabra alumbra; hace entender a los ingenuos.

131 Mi boca abrí y suspiré porque anhelaba tus mandamientos.

132 Vuélvete a mí y ten misericordia de mí como acostumbras con los que aman tu nombre.

133 Afirma mis pasos con tu palabra; que ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

134 Rescátame de la violencia de los hombres y guardaré tus mandamientos.

135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo y enséñame tus leyes.

136 Ríos de agua corren de mis ojos porque ellos no guardan tu ley.

137 Justo eres tú, oh SEÑOR, y rectos son tus juicios.

138 Has ordenado tus testimonios en justicia y en completa fidelidad.

139 Mi celo me ha consumido porque mis enemigos olvidan tus palabras.

140 Sumamente pura es tu palabra; tu siervo la ama.

141 Aunque soy pequeño y despreciado, no me he olvidado de tus ordenanzas.

142 Tu justicia es justicia eterna, y tu ley es la verdad.

143 Aflicción y angustia me han alcanzado pero tus mandamientos han sido mi delicia.

144 Justicia eterna son tus testimonios; dame entendimiento para que viva.

145 Clamo con todo mi corazón: Respóndeme, oh SEÑOR, y guardaré tus leyes.

146 A ti clamo; sálvame y guardaré tus testimonios.

147 Me anticipo al alba e imploro; tu palabra es lo que espero.

148 Mis ojos se adelantaron a las vigilias de la noche para meditar en tus palabras.

149 Oye mi voz conforme a tu misericordia; oh SEÑOR, vivifícame conforme a tu justicia.

150 Se acercan con maldad los que me persiguen; están lejos de tu ley.

151 Cercano estás tú, oh SEÑOR; todos tus mandamientos son verdad.

152 Hace mucho que he conocido tus testimonios, los cuales estableciste para siempre.

153 Mira mi aflicción y líbrame porque no me he olvidado de tu ley.

154 Aboga mi causa y redímeme; vivifícame conforme a tu palabra.

155 Lejos está de los impíos la salvación porque no buscan tus leyes.

156 Grande es tu misericordia, oh SEÑOR; vivifícame conforme a tu justicia.

157 Muchos son mis perseguidores y mis enemigos pero de tus testimonios no me he apartado.

158 Veía a los traidores y me disgustaba porque no guardaban tu palabra.

159 Mira, oh SEÑOR, cómo amo tus ordenanzas; vivifícame conforme a tu misericordia.

160 La suma de tu palabra es verdad; eternos son todos tus justos juicios.

161 Príncipes me han perseguido sin causa pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.

162 Yo me gozo en tu palabra como el que halla abundante botín.

163 La mentira aborrezco y abomino pero amo tu ley.

164 Siete veces al día te alabo por tus justos decretos.

165 Mucha paz tienen los que aman tu ley,y no hay para ellos tropiezo.

166 Tu salvación he esperado, oh SEÑOR, y tus mandamientos he puesto por obra.

167 Mi alma ha guardado tus testimonios y los he amado en gran manera.

168 He guardado tus ordenanzas y tus testimonios; todos mis caminos están delante de ti.

169 Llegue mi clamor delante de ti, oh SEÑOR; dame entendimiento conforme a tu palabra.

170 Llegue mi súplica delante de ti; líbrame conforme a tu dicho.

171 Mis labios rebosarán de alabanza cuando me enseñes tus estatutos.

172 Cante mi lengua tu palabra porque todos tus mandamientos son justicia.

173 Venga tu mano a socorrerme porque tus ordenanzas he escogido.

174 Anhelo tu salvación, oh SEÑOR, y tu ley es mi delicia.

175 ¡Que viva mi alma y te alabe, y que tus juicios me ayuden!

176 He andado errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, porque no me he olvidado de tus mandamientos.

Salmo 119 es en general la ley escrita en el corazón. Esto le da un lugar importante en la serie de salmos. Se encuentra claramente conectado también con los dolores de Israel en los últimos días y su partida previa de Dios. Creo que las diferentes divisiones del salmo muestran, cada una de ellas, una fase diferente de los ejercicios del corazón relacionados con la ley escrita en él, aunque el principio general, por supuesto, lo atraviesa. Notaré muy brevemente el cojinete principal de cada uno.

La primera parte nos presenta naturalmente el gran principio general. Es el tercer general "Bienaventurado el hombre" el retorno del alma en prueba y angustia a la gran verdad de Salmo 1 , donde se ve el efecto bajo el inmediato gobierno de Dios. Salmo 32 da la bienaventuranza del perdón; éste, del caminar con Dios al regreso del caminante a pesar de todas las dificultades y desprecios.

De hecho, tenemos otra bendición especial al final del primer libro, donde se presenta a Cristo de manera tan completa. En el último salmo de ese libro, se declara bienaventurado a quien comprende Su posición, ya sea en Sí mismo o en aquellos que siguen Sus pasos. ; porque el primer salmo suponía bienaventuranza bajo el gobierno de Dios, haciendo buena toda su voluntad para con los justos, y lo contrario parecía ser cierto. De hecho, como sabemos, a los ojos del hombre esto fracasó por completo (introduciendo una justicia y redención divina y celestial).

De ahí que la verdadera bienaventuranza se manifestase en discernir, en comprender, la posición en que aquel verdadero bienaventurado era como rechazado por los hombres aquel verdadero pobre tomándose prácticamente el lugar que él llama bienaventurado, como hemos visto en el sermón de la montaña, mientras se establece la gran verdad de la ley en el corazón. Sin embargo, las circunstancias también salen a relucir en esta primera parte "no me desampares del todo".

En segundo lugar, la palabra se asocia con Dios. No sólo es bienaventurado el que lo guarda, sino que es purificador: el deseo del corazón se fija positivamente en él (ver la conexión de Jehová y Su palabra, Salmo 119:10-11 ).

En la tercera parte encontramos muy claramente el apoyo a la misericordia divina en el juicio, conectado con la ley en el corazón. El israelita piadoso espera el trato generoso de Jehová, pero con miras a una obediencia sincera (Sal. 119:17). El versículo 19 ( Salmo 119:19 ) muestra su estado; Versículo 21, ( Salmo 119:21 ), como hemos visto en todo este libro, la intervención de Jehová, ya conocida en liberación, aunque no en bendición completa; Versículos 22-23, ( Salmo 119:22-23 ), el desprecio que sufre el pobre remanente. La ley de Jehová había sido su deleite y consuelo bajo ella.

En la cuarta parte el juicio es más interior. Su alma está pegada al polvo, pero espera el alivio divino según la palabra. Su deseo busca el efecto de esa agua viva de Dios. Ha estado abierto antes de que Dios haya declarado sus propios caminos: así es siempre. Él desea que Dios quite de él todo camino de maldad. Se ha aferrado a la palabra mira para que Dios no lo avergüence. Pero está buscando ensanchamiento de corazón, para poder correr libremente en los caminos de Dios.

Tal es el efecto seguro cuando se está bajo la disciplina de Dios. Un alma que se ha deleitado en Su voluntad y santidad todavía busca correr en libertad. Aunque en el corazón, la palabra a la que se hace referencia aquí es más una voluntad expresada externamente, como Zacarías e Isabel, una hermosa expresión moral del remanente. Con el cristiano será más absoluto e interior, más santidad que testimonios (aunque quizás comience por ellos), ya sea en su primer llamado divino o bajo disciplina.

Es para él caminar en la luz como Dios está en la luz, no las "ordenanzas y mandamientos de Jehová". Sin embargo, en principio es esencialmente lo mismo. Aplicar este salmo directamente es bajar el estándar divino de pensamiento para el santo ahora. Pero la naturaleza del ejercicio moral puede usarse de la manera más instructiva; así como la sujeción y la confianza en la prueba son siempre correctas, aunque las formas de la misma en el judío sean totalmente inferiores a las del cristiano (compárese con Filipenses, donde tenemos experiencia cristiana).

La quinta parte busca la guía y enseñanza divina en los caminos y la ley de Dios; el sexto, para manifestar misericordias en ese camino, para que tenga valor ante los adversarios y se aferre a la ley de Dios. En el séptimo, habiendo sido vivificado por la palabra, cuenta con ella, porque Dios le había hecho confiar en ella como suya; de modo que ahora se apoya en todas sus seguridades. En los problemas, cuando no había alegría exterior de la naturaleza, sustentaba su corazón.

Esto lo lleva al octavo. Jehová era así su porción. Lo había buscado, se juzgó a sí mismo, volvió sus pies a los testimonios de Jehová. Él contaba con Él, y le daría las gracias en las vigilias secretas de la noche, cuando su corazón estaba abandonado a sí mismo. Era el compañero de los que temían a Jehová. Esto ilumina sus pensamientos, y él ve Su poder en la misericordia a su alrededor. Esta es una hermosa imagen del funcionamiento del corazón.

El noveno destaca las circunstancias del salmo. Con el consuelo de la última parte, puede mirar con el ojo y la mente de Dios estas circunstancias. Estos están mucho antes de nuestra vista (es decir, sentimientos acerca de ellos) en esta parte del salmo. Jehová ya lo ha tratado bien según Su palabra, y busca la enseñanza divina para entender bien la mente de Dios. Había estado bajo disciplina: pero antes de esto se había descarriado, pero ahora había entrado en el espíritu y el camino de la obediencia.

Ve a los soberbios acostados contra él, y su corazón gordo como grasa (sin vínculo de estado ni de obediencia con Jehová); y ve cuán bueno es haber sido afligido, para aprender los estatutos de Jehová. Nada marca mejor el enderezar el alma que este volverse a la voluntad de Jehová: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?" y contar todo el bien que conduce a esto, y da la voluntad de Dios como autoridad, y moralmente su lugar en el corazón. .

La décima parte tiene dos pensamientos principales. Jehová es su Creador lo ha formado. Él mira a Él para guiar a Su propia pobre criatura como un Creador fiel. Los que temen a Jehová se alegrarán cuando le vean, porque esperan en su palabra. En segundo lugar, sabe que así con toda fidelidad lo ha hecho sufrir, y ahora espera que le lleguen misericordias, y que los soberbios sean avergonzados, y que los que temen a Jehová se vuelvan a él. Todo esto está relacionado con la solidez en los estatutos de Jehová.

En el undécimo el grito se vuelve más urgente. Está bajo la presión de la prueba, su alma desfalleciendo por liberación esperando a Jehová para ejecutar juicio, porque está andando en los preceptos de Jehová. Y los soberbios lo persiguen injustamente, no hacen caso de Jehová ni de su ley.

Pero, duodécimo, la creación es un testimonio de la fidelidad permanente de Dios; Su palabra está reposada en los cielos, donde nada puede alcanzarla ni hacerla tambalear. De no haber sido por la ley de Jehová, que sustentaba su corazón, había perecido bajo la presión de la aflicción. En verdad, ¡qué precioso tener la palabra en un mundo así! Tenemos más que mandamientos. Pero podemos decir, he visto el fin de toda perfección. Otro pensamiento más confiado surge de todo este ejercicio: "Yo soy tuyo".

En el decimotercero expresa su propio deleite interno en la ley de Jehová y su efecto en la inteligencia espiritual.

En el decimocuarto guía su camino. Afligido y oprimido, busca consuelo en Aquel cuyos juicios ha tomado como su camino a pesar de los enemigos y sus asechanzas.

El decimoquinto da el horror de los pensamientos vanos, y mirar a Dios como su escondite, con su rechazo de los malhechores. Mira a Jehová para que lo sostenga, para que no se avergüence de su esperanza; y mira con solemne temblor el juicio seguro de los impíos.

En el decimosexto insiste más en la intervención de Jehová en la liberación. La forma en que los inicuos han invalidado la ley de Jehová solo hace que él se aferre más a ella. Era hora de que Jehová obrara.

Las siguientes partes resaltan los efectos de su fuerte apego a la ley y los testimonios de Jehová, su valor en todos los aspectos para su corazón; la prueba en la que se encontraba todavía en este camino de rectitud; y cómo andaría en los caminos de Jehová cuando fuera puesto en libertad; su dolor por los transgresores. Él busca la enseñanza, la vivificación, la conservación; y recuerda el carácter eterno de los testimonios de Dios; de modo que se mantuvo firme, aunque oprimido por los impíos.

La última parte es más general como cierre, aunque con el mismo espíritu. Resume, por así decirlo, el todo. Quiere que suba delante de Jehová el clamor del oprimido que se deleita en la ley; pide entendimiento conforme a Su palabra para liberación conforme a ella; y asegura alabanza cuando se enseñan sus estatutos. Su lengua hablará de Su palabra. Tiene el sentido de la justicia de ellos, busca la mano de Jehová para que le ayude, porque ha escogido sus preceptos.

Se ha anhelado la salvación de Jehová (no se ha confiado en el hombre). La ley de Jehová ha sido su delicia, no su propia voluntad, ni los caminos del hombre próspero. El busca la vida, para alabar, y para que el juicio de Jehová lo ayude; porque el poder de la muerte y el mal estaba delante de él. Reconoce finalmente que se ha descarriado, y busca a Jehová como Pastor de Israel para buscarle, porque no se ha olvidado de sus mandamientos.

Tal es el estado moral de Israel en los últimos días cuando (en su tierra, me temo) la ley está escrita en su corazón, pero la liberación total y la bendición final no llegan. El salmo es, en efecto, el desarrollo moral del corazón de los temerosos de Dios en las circunstancias proféticamente expuestas en Salmo 118 .

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