4. Hay un cuerpo. (139) Él procede a mostrar de manera más completa cuán completa debe ser la unión de los cristianos. La unión debe ser tal que formaremos un cuerpo y un alma. Estas palabras denotan al hombre completo. Deberíamos estar unidos, no solo en parte, sino en cuerpo y alma. Él apoya esto con un argumento poderoso, como ustedes han sido llamados con la esperanza de su llamado. Estamos llamados a una herencia y una vida; y de ahí se deduce que no podemos obtener la vida eterna sin vivir en armonía mutua en este mundo. Una invitación divina dirigida a todos, deben estar unidos en la misma profesión de fe, y prestar todo tipo de asistencia mutua. ¡Oh, si este pensamiento estuviera profundamente impresionado en nuestras mentes, de que estamos sujetos a una ley que ya no permite que los hijos de Dios difieran entre ellos que el reino del cielo para dividirse, cuán fervientemente debemos cultivar la bondad fraternal! ¡Cómo deberíamos temer todo tipo de animosidad, si reflejamos debidamente que todos los que nos separan de los hermanos, nos alejan del reino de Dios! Y sin embargo, por extraño que parezca, mientras nos olvidamos de los deberes que los hermanos se deben unos a otros, seguimos alardeando de que somos hijos de Dios. Aprendamos de Pablo, que ninguno es apto para esa herencia que no sea un solo cuerpo y un solo espíritu.

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