15. Estoy contigo y te guardaré. Dios anticipa rápidamente la tentación que podría surgir en la mente del santo Jacob; porque aunque sea por un tiempo arrojado a una tierra extranjera, Dios declara que será su guardián hasta que lo haya traído de regreso. Luego extiende aún más su promesa, diciendo que nunca lo abandonará hasta que todo se cumpla. Había un doble uso de esta promesa: primero, mantenía su mente en la fe del pacto divino; y, en segundo lugar, le enseñaba que no le iría bien a menos que fuera partícipe de la herencia prometida.

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