Finalmente agrega que ese lugar estaba lleno de sangre de inocentes; porque allí mataron a sus hijos. Y por esta circunstancia Jeremías amplifica nuevamente la maldad del pueblo; porque no solo habían despreciado a Dios y su ley, sino que también habían destruido cruelmente a sus infantes inocentes; y así los demostró culpables no solo de impiedad y profanación al viciar la adoración a Dios, sino también de brutalidad brutal y bárbara para no perdonar sangre inocente.

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