La antigua profecía respetaba la matanza del ejército egipcio, cuando Faraón vino a ayudar a los asirios, con los que era confederado. Pero esta profecía se extiende más allá; porque Jeremías declara que los egipcios mismos tendrían su turno; porque sabemos incluso de otros Profetas que se les había denunciado el castigo (y Ezequiel sigue este tema a través de muchos capítulos) porque, por sus atractivos, habían engañado al pueblo de Dios. Y Dios los castigó no solo por los males por los cuales ellos mismos habían provocado su ira, sino porque habían corrompido a los judíos y los habían confirmado cada vez más en su obstinación.

Ahora percibimos el diseño del Profeta: el significado es que Dios, después de haber ejecutado su juicio sobre los israelitas y los judíos, se convertiría también en el juez de los egipcios y de otras naciones. Además, debemos observar que esta profecía se anunció antes de que la ciudad fuera tomada. En ese momento, entonces, que los egipcios estaban seguros y que los judíos, confiando en su ayuda, se creían a salvo de la violencia de Nabucodonosor, fue entonces cuando se entregó esta profecía. Pero vemos nuevamente, que el orden del tiempo no se observa en cuanto a estas profecías; porque él había hablado de la matanza del ejército, en el cuarto año de Joacim. Y es probable, aunque no se señala el tiempo aquí, que la destrucción de Egipto se haya predicho; porque antes de que Jeremías comenzara a cumplir su oficio profético, Isaías había hablado contra Egipto. Ezequiel, también, cuando un exiliado en Caldea, al mismo tiempo confirmó las profecías de Jeremías, y dijo muchas cosas más contra Egipto. Sin embargo, debemos señalar que Jeremías no solo había profetizado una vez sobre la ruina de Egipto; porque después de ser conducido a la fuerza allí, confirmó, como hemos visto antes, lo que había dicho anteriormente.

Jeremías entonces predijo lo que leímos aquí muchos años antes de la toma de la ciudad. Pero como los judíos ignoraron lo que había dicho antes, lo confirmó nuevamente cuando estaba en Egipto, aunque no sin gran peligro para su vida, ya que no escatimó ni al rey ni a la nación.

Luego dice que le llegó la noticia de la llegada de Nabucodonosor para herir la tierra de Egipto. Hasta ahora ha hablado del castigo que Dios infligió a los egipcios, más allá de su propio reino, en la orilla del Éufrates; pero ahora registra el castigo del propio Egipto, cuando Nabucodonosor no solo fue a encontrarse con los egipcios, para expulsarlos de sus propias fronteras, sino cuando hizo una irrupción en su reino y saqueó muchas ciudades, y así afligió a todo el reino , que el rey egipcio luego reinó solo, por así decirlo, con su permiso. Sigue, -

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