25. Su maestro ordenó que se vendiera. Sería un inactivo ejercicio de ingenio examinar aquí cada cláusula minuciosa. Al principio, Dios no siempre muestra severidad, hasta que, obligados a orar, imploramos perdón, sino que nos recibe con una bondad inmerecida. Pero Cristo solo muestra lo que será de nosotros, si Dios nos trata con la mayor severidad; y una vez más, si Él elige exigirnos lo que debemos, cuán necesario es para nosotros orarnos, porque este es el único refugio que queda para los transgresores. También debemos atender a la gran diferencia de las sumas; porque, dado que un talento vale más de cien peniques, ¿qué proporción tendrá cien peniques con diez mil talentos?

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