13. ¿De dónde debo tener carne para dar a toda esta gente? Justamente, de hecho, acusa al pueblo y niega que posea carne con la que satisfacer a tanta multitud; pero se equivoca al exponerse ante Dios, como si estuviera agobiado más allá de su fuerza; porque, dado que Dios sabía que era desigual para tantas dificultades, lo apoyó por la influencia de su Espíritu. Pero él pecó más gravemente en la conclusión de su queja, pidiéndole a Dios que lo matara. En estas palabras, vemos cuán lejos pueden ser llevados incluso los mejores siervos de Dios, cuando dan demasiado gusto a sus pasiones. Porque es el anhelo de la desesperación buscar que podamos ser removidos del mundo, para que la muerte pueda poner fin a nuestros problemas. Dado que la impetuosidad de su dolor alejó a Moisés el siervo más elegido de Dios para esto, ¿qué podría no sucedernos si la impaciencia tuviera dominio sobre nuestros corazones? Aprendamos, entonces, a detener esta enfermedad a su debido tiempo.

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