5. Mis enemigos han hablado mal de mí. Hablar se usa aquí en el sentido de imprecar. Al describir así la conducta impropia de sus enemigos, él busca, como se ha dicho en otras partes, inducir a Dios a tener misericordia de él: porque cuanto más ve Dios a su propio pueblo cruelmente tratado, él está tanto más dispuesto a socorrer misericordiosamente ellos. Así, David, con su propio ejemplo, nos agita y nos anima a tener una mayor confianza en Dios; porque cuanto más estallan nuestros enemigos en su crueldad hacia nosotros, tanto más nos procura el favor a la vista de Dios. Los términos en que sus enemigos pronunciaron esta imprecación muestran cuán cruel había sido su odio hacia él, ya que solo podía ser aplacado por su destrucción, y eso, también, acompañado de vergüenza e ignominia; porque deseaban que con su vida también se borrase el recuerdo de su nombre.

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