14. Pronto habría derribado a sus enemigos. Aquí se enseña a los israelitas que todas las calamidades que les habían sucedido debían ser imputadas a sus propios pecados; porque sus enemigos no lucharon contra ellos con ninguna otra fuerza que la que les fue suministrada desde arriba. Dios había prometido que bajo su dirección el pueblo elegido saldría victorioso sobre todos sus enemigos; y ahora, para quitar todo terreno por acusarlo de violar su palabra, afirma que no habría fallado en permitirles hacerlo si sus pecados no lo hubieran impedido. Sin duda intenta tácitamente recordarles que las victorias que habían logrado anteriormente no se debían a su propio valor militar, sino a Él bajo cuya conducta habían sido colocadas. Ahora, les dice que sus pecados no solo le impidieron ejercer su poder para defenderlos, sino que también se vio obligado por su perversidad a apresurarse contra ellos con la espada en la mano, mientras dejaba a sus enemigos permanecer en tranquilidad tranquila.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad