7. ¡Muéstranos tu misericordia, oh Jehová! En estas palabras hay el mismo contraste que en la oración anterior. Al suplicar que la misericordia pueda extenderse a ellos, y que se les conceda la liberación, confiesan que están privados de todo sentido de ambas bendiciones. Habiendo sido el estado de los santos en los viejos tiempos, aprendamos, incluso cuando estamos tan oprimidos por las calamidades como para ser reducidos al extremo, y al borde de la desesperación, para quedarnos a pesar de Dios. La misericordia se coloca apropiadamente en primer lugar; y luego se agrega la salvación, que es obra y fruto de la misericordia; por ninguna otra razón se le puede asignar por qué Dios es inducido a mostrarse nuestro Salvador, sino que es misericordioso. De ahí se deduce que todos los que exigen sus propios méritos ante Él como una súplica para obtener su favor, están cerrando el camino de la salvación.

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