Deuteronomio 28:1-68

1 “Y sucederá que si escuchas diligentemente la voz del SEÑOR tu Dios, procurando poner por obra todos sus mandamientos que yo te mando hoy, también el SEÑOR tu Dios te enaltecerá sobre todas las naciones de la tierra.

2 Cuando obedezcas la voz del SEÑOR tu Dios, vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán:

3 “Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo.

4 “Benditos serán el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra y el fruto de tu ganado, la cría de tus vacas y el aumento de tus ovejas.

5 “Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.

6 “Bendito serás al entrar, y bendito al salir.

7 “El SEÑOR hará que tus enemigos que se levanten contra ti sean derrotados delante de ti. Por un camino saldrán hacia ti, y por siete caminos huirán de ti.

8 “El SEÑOR mandará bendición a tus graneros y a todo lo que emprenda tu mano. Él te bendecirá en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da.

9 Si guardas los mandamientos del SEÑOR tu Dios y andas en sus caminos, el SEÑOR te confirmará como pueblo santo suyo, como te ha jurado.

10 Todos los pueblos de la tierra verán que eres llamado por el nombre del SEÑOR, y te temerán.

11 “El SEÑOR hará que sobreabundes en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tus animales y en el fruto de tu campo, en la tierra que el SEÑOR juró a tus padres que te daría.

12 Él te abrirá su buen tesoro, los cielos, para dar lluvia a tu tierra en su tiempo y para bendecir toda la obra de tus manos. Tú darás prestado a muchas naciones, pero tú no pedirás prestado.

13 “Si obedeces los mandamientos del SEÑOR tu Dios que yo te mando hoy para que los guardes y cumplas, el SEÑOR te pondrá como cabeza y no como cola. Estarás encima, nunca debajo.

14 “No se aparten de todas las palabras que yo les mando hoy ni a la derecha ni a la izquierda, para ir tras otros dioses a fin de rendirles culto.

15 “Pero si no escuchas la voz del SEÑOR tu Dios a fin de procurar poner por obra todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te mando hoy, todas estas maldiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán:

16 “Maldito serás en la ciudad, y maldito en el campo.

17 “Malditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.

18 “Malditos serán el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas y el aumento de tus ovejas.

19 “Maldito serás al entrar, y maldito al salir.

20 “El SEÑOR enviará contra ti maldición, turbación y reprensión en todo lo que emprenda tu mano, hasta que seas destruido y perezcas rápidamente a causa de la maldad de tus hechos, por los cuales me habrás abandonado.

21 “El SEÑOR hará que se te pegue la peste hasta acabar contigo en la tierra a la cual entras para tomarla en posesión.

22 El SEÑOR te herirá con tisis, con fiebre, con inflamación, con calor sofocante, con sequía, con tizón y con hongos, los cuales te perseguirán hasta que perezcas.

23 Tus cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti será de hierro.

24 En lugar de lluvia el SEÑOR dará a tu tierra polvo y ceniza, los cuales descenderán del cielo sobre ti hasta que perezcas.

25 “El SEÑOR hará que seas derrotado delante de tus enemigos. Por un camino saldrás hacia ellos, y por siete caminos huirás de ellos. Así serás objeto de horror para todos los reinos de la tierra.

26 Tu cadáver servirá de comida a todas las aves del cielo y a los animales de la tierra, y no habrá quien los espante.

27 “El SEÑOR te afligirá con sarpullido de Egipto, con tumores, con sarna y con comezón, de los que no puedas ser sanado.

28 “El SEÑOR te afligirá con locura, con ceguera y con confusión de la mente.

29 Palparás al mediodía, como palpa el ciego en la oscuridad, y no tendrás éxito en tus caminos. Todos los días serás oprimido y robado, sin que haya quien te libre.

30 Te desposarás con una mujer, y otro hombre dormirá con ella. Edificarás una casa, y no la habitarás. Plantarás una viña, y no la vendimiarás.

31 Tu buey será matado ante tus ojos, pero no comerás de él. Tu asno será arrebatado delante de ti, y no te será devuelto. Tus ovejas serán dadas a tus enemigos, y no tendrás quien te las rescate.

32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo. Tus ojos lo verán y se desesperarán por ellos todo el día, pero tu mano no podrá hacer nada.

33 El fruto de tu tierra y de toda tu labor lo comerá un pueblo que no has conocido. Serás oprimido y quebrantado todos los días,

34 y enloquecerás a causa de lo que verán tus ojos.

35 “El SEÑOR te afligirá con úlcera maligna en las rodillas y en las piernas, y desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser sanado.

36 “El SEÑOR te llevará a ti, y a tu rey que hayas establecido sobre ti, a una nación que ni tú ni tus padres han conocido. Allá rendirás culto a otros dioses de madera y de piedra.

37 Serás objeto de horror y servirás de refrán y de hazmerreír a todos los pueblos a los cuales te lleve el SEÑOR.

38 “Llevarás mucha semilla al campo, pero cosecharás poco; porque la langosta la consumirá.

39 Plantarás viñas y las cuidarás, pero no recogerás uvas ni beberás vino; porque el gusano se las comerá.

40 Tendrás olivos por todo tu territorio, pero no te ungirás con aceite; porque tus olivas se caerán.

41 Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti; porque serán llevados cautivos.

42 La langosta tomará posesión de toda tu arboleda y del fruto de tu tierra.

43 El forastero que habite en medio de ti subirá cada vez más alto que tú, pero tú descenderás cada vez más bajo.

44 Él podrá prestarte a ti, pero tú no podrás prestarle a él. Él será la cabeza, y tú serás la cola.

45 Sobre ti vendrán todas estas maldiciones. Te perseguirán y te alcanzarán hasta que perezcas, porque no habrás escuchado la voz del SEÑOR tu Dios, a fin de guardar los mandamientos y los estatutos que él te ha mandado.

46 Y serán en ti señal y prodigio, y también en tu descendencia, para siempre.

47 “Por no haber servido al SEÑOR tu Dios con alegría y gozo de corazón por la abundancia de todo,

48 servirás a tus enemigos que el SEÑOR enviará contra ti, en medio del hambre, de la sed, de la desnudez y de la falta de todas las cosas. Él pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro, hasta destruirte.

49 El SEÑOR traerá, desde el extremo de la tierra, una nación lejana que se abalanzará sobre ti como el águila, una nación cuyo idioma no entiendas,

50 gente de aspecto fiero, que no respetará al anciano ni tendrá compasión del niño.

51 Comerá el fruto de tus animales y el fruto de tu tierra hasta que tú perezcas. No dejará para ti el grano ni el vino nuevo ni el aceite ni la cría de tus vacas ni el aumento de tus ovejas, hasta destruirte.

52 “Él te asediará en todas tus ciudades, hasta que en toda tu tierra caigan tus murallas altas y fortificadas en las cuales confías. Él te asediará en todas tus ciudades y en toda la tierra que el SEÑOR tu Dios te haya dado.

53 En el asedio y en la angustia con que te angustiará tu enemigo, comerás el fruto de tu vientre: la carne de tus hijos y de tus hijas que el SEÑOR tu Dios te haya dado.

54 Aun el hombre más tierno y acostumbrado a los deleites en medio de ti mirará malévolamente a su hermano, a su amada mujer y al resto de sus hijos que queden,

55 para no compartir con ninguno de ellos la carne de sus hijos que él se comerá. Porque nada le habrá quedado, debido al asedio y a la angustia con que te angustiará tu enemigo en todas tus ciudades.

56 También la mujer más tierna y acostumbrada a los deleites en medio de ti, que nunca probó asentar la planta de su pie sobre el suelo a causa de su delicadeza y de su ternura, mirará malévolamente a su amado marido, a su hijo y a su hija.

57 Hasta la placenta que sale de entre sus piernas, y los hijos que dé a luz, se los comerá a escondidas, debido a que faltará todo por causa del asedio y la angustia con que tu enemigo te oprimirá en tus ciudades.

58 “Si no cuidas de poner por obra todas las palabras de esta ley, escritas en este libro, temiendo este nombre grande y temible, el SEÑOR tu Dios,

59 entonces aumentará el SEÑOR asombrosamente tus plagas y las plagas de tus descendientes, plagas graves y crónicas, enfermedades malignas y crónicas.

60 Él traerá contra ti todas las enfermedades de Egipto, de las cuales tuviste miedo, y se te pegarán.

61 El SEÑOR también enviará sobre ti todas las enfermedades y todas las plagas que no están mencionadas en el libro de esta ley, hasta que seas destruido.

62 Y después de haber sido tan numerosos como las estrellas del cielo, quedarán pocos en número, porque no habrás obedecido la voz del SEÑOR tu Dios.

63 “Y sucederá que como el SEÑOR se gozó en ustedes para hacerles el bien y para multiplicarlos, así se gozará en ustedes para arruinarlos y destruirlos. Serán arrancados de la tierra en la cual entran para tomarla en posesión.

64 El SEÑOR te esparcirá entre todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de la tierra. Allí rendirán culto a otros dioses, de madera y de piedra, que ni tú ni tus padres han conocido.

65 Y entre aquellas naciones no tendrás tranquilidad ni habrá reposo para la planta de tu pie. Allí te dará el SEÑOR corazón tembloroso, decaimiento de ojos y desesperación del alma.

66 Vivirás en constante suspenso; estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida.

67 Debido a lo que temerá tu corazón y por lo que verán tus ojos, dirás por la mañana: ‘¡Oh, si fuera de noche!’. Y dirás por la noche: ‘¡Oh, si fuera de mañana!’.

68 Y el SEÑOR te hará volver a Egipto en navíos, por el camino del cual yo te había dicho: ‘¡Nunca más volverán a verlo!’. Allí ustedes se ofrecerán en venta como esclavos y esclavas a sus enemigos, y no habrá quien los compre”.

Al abordar el estudio de esta notable sección de nuestro libro, el lector debe tener en cuenta que de ninguna manera debe confundirse con el capítulo 27. Algunos expositores, al tratar de explicar la ausencia de bendiciones en este último, han aquí los busqué. Pero es un gran error, un error absolutamente fatal para la correcta comprensión de cualquiera de los dos capítulos. El hecho obvio es que los dos Capítulos son totalmente distintos en base, alcance y aplicación práctica.

El capítulo 27 es, por decirlo de la forma más directa y breve posible, moral y personal . El capítulo 28 es dispensacional y nacional . Eso trata del gran principio fundamental de la condición moral del hombre, como un pecador completamente arruinado y totalmente incapaz de encontrarse con Dios sobre la base de la ley; esto, en cambio, retoma la cuestión de Israel como nación, bajo el gobierno de Dios.

En resumen, una comparación cuidadosa de los dos Capítulos permitirá al lector ver su distinción completa. Por ejemplo, ¿qué conexión podemos rastrear entre las seis bendiciones de nuestro capítulo y las doce maldiciones del capítulo 27? Ninguno lo que sea. No es posible establecer la más mínima relación. Pero un niño puede ver el vínculo moral entre las bendiciones y las maldiciones del capítulo 28.

Citemos un pasaje o dos como prueba. "Y acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios" , el antiguo y grandioso lema deuteronómico, la nota clave del libro, "para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy, que Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra, y todas estas bendiciones vendrán sobre ti, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios" la única salvaguardia, el verdadero secreto de felicidad, seguridad, victoria y fortaleza Bendito serás en la ciudad, y bendito serás en el campo.

Bendito será el fruto de tu cuerpo, y el fruto de tu tierra, y el fruto de tu ganado, el aumento de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. Bendita será tu canasta y tu tienda. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir".

¿No es perfectamente claro para el lector que estas no son las bendiciones pronunciadas por las seis tribus en el monte Gerazim? Lo que aquí se nos presenta es la dignidad, la prosperidad y la gloria nacional de Israel, fundada en su atención diligente a todos los mandamientos que se les presentan en este libro. Era el propósito eterno de Dios que Israel fuera preeminente en la tierra, muy por encima de todas las naciones.

Este propósito, con seguridad, se cumplirá aunque Israel, en el pasado, haya fallado vergonzosamente en rendir esa obediencia perfecta que habría de formar la base de su preeminencia y gloria nacional.

Nunca debemos olvidar o renunciar a esta gran verdad. Algunos expositores han adoptado un sistema de interpretación por el cual las bendiciones del pacto de Israel se espiritualizan y se entregan a la iglesia de Dios. Este es un error fatal. De hecho, es difícilmente posible exponer en lenguaje, o siquiera concebir, los efectos perniciosos de tal método de manejar la preciosa palabra de Dios. Nada es más cierto que el hecho de que es diametralmente opuesto a la mente y voluntad de Dios. Él no sancionará ni puede sancionar tal alteración de Su verdad, o tal enajenación injustificable de las bendiciones y privilegios de Su pueblo Israel.

Cierto, leemos, en Gálatas 3:1-29 . "Para que la bendición de Abraham llegara a los gentiles por medio de Jesucristo, a fin de que recibiéramos" ¿qué? ¿Bendiciones en la ciudad y en el campo? Bendiciones en nuestra canasta y tienda? No; sino "la promesa del Espíritu por medio de la fe". Así también aprendemos, de la misma epístola, en Gálatas 4:1-31 , que al Israel restaurado se le permitirá contar entre sus hijos a todos los que nazcan del Espíritu, durante el período cristiano.

"Mas la Jerusalén de arriba es libre, la cual es la madre de todos nosotros. Porque escrito está: Alégrate, estéril, que no das a luz; prorrumpe y llora, la que no estás de parto; porque la desolada tiene muchos más hijos que la que un esposo".

Todo esto es benditamente cierto; pero no ofrece justificación alguna para transferir las promesas hechas a Israel a los creyentes del Nuevo Testamento. Dios se comprometió, mediante un juramento, a bendecir la simiente de Abraham Su amigo para bendecirlos con todas las bendiciones terrenales. Esta promesa es válida y absolutamente inalienable. ¡Ay de todos los que atentaren en la tierra de Canaán! para interferir con su cumplimiento literal, en el propio tiempo de Dios.

Nos hemos referido a esto en nuestros estudios en la parte anterior de este libro, y ahora debemos contentarnos con advertir al lector, de la manera más solemne, contra todo sistema de interpretación que implique consecuencias tan graves en cuanto a la palabra y los caminos de Dios. Siempre debemos recordar que las bendiciones de Israel son terrenales; las bendiciones de la iglesia son celestiales. "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo".

Por lo tanto, tanto la naturaleza como la esfera de las bendiciones de la iglesia son completamente diferentes de las de Israel, y nunca deben confundirse. Pero el sistema de interpretación antes mencionado los confunde, para estropear la integridad de las Sagradas Escrituras y dañar gravemente las almas. Intentar aplicar las promesas hechas a Israel a la iglesia de Dios, ya sea ahora o en el futuro, en la tierra o en el cielo, es cambiar completamente las cosas y producir la confusión más desesperada en la exposición y aplicación de las Escrituras.

nos sentimos llamados, en simple fidelidad a la palabra de Dios, y al alma del lector, a presionar este asunto sobre su ferviente atención. Puede estar seguro de que, de ninguna manera, es una pregunta sin importancia; Lejos de esto, estamos persuadidos de que es completamente imposible que alguien que confunde a Israel y la iglesia, la terrenal y la celestial, sea un intérprete sano o exacto de la palabra de Dios.

Sin embargo, no podemos profundizar más en este tema aquí. confiamos solamente en que el Espíritu de Dios despertará el corazón del lector a sentir su interés e importancia, y le dará a ver la necesidad de usar correctamente la palabra de verdad. Si esto es así, nuestro objeto será completamente ganado.

Con respecto a este vigésimo octavo de Deuteronomio, si el lector sólo capta el hecho de su entera distinción de su predecesor, podrá leerlo con inteligencia espiritual y verdadero provecho. No hay necesidad alguna de una exposición elaborada. Se divide natural y obviamente en dos partes. En el primero, tenemos una declaración completa y bendita de los resultados de la obediencia.

(Vea los versículos 1-15.) En el segundo, tenemos una declaración profundamente solemne y conmovedora de las terribles consecuencias de la desobediencia. (Véanse los versículos 16-68.) Y no podemos dejar de sorprendernos con el hecho de que la sección que continúa con las maldiciones es más de tres veces más larga que la que contiene las bendiciones. Que consta de quince versos; este de cincuenta y tres. Todo el capítulo proporciona un comentario impresionante sobre el gobierno de Dios, y una ilustración muy contundente del hecho de que "nuestro Dios es fuego consumidor.

Todas las naciones de la tierra pueden aprender de la maravillosa historia de Israel, que Dios debe castigar la desobediencia, y eso, también, en primer lugar, en los Suyos. Y si Él no ha perdonado a Su propio pueblo, ¿cuál será el fin de aquellos? que no le conocen "Los impíos serán trasladados al infierno, y todas las naciones que se olvidan de Dios." "Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo." Es el colmo de la locura extravagante para cualquiera intentar evadir toda la fuerza de tales pasajes, o explicarlos.

No se puede hacer. Que cualquiera lea el capítulo que tenemos ante nosotros y lo compare con la historia real de Israel, y verá que tan cierto como que hay un Dios en el trono de la majestad en los cielos, así ciertamente Él castigará a los malhechores, aquí y allá. lo sucesivo. No puede ser de otra manera. El gobierno que pudiera o permitiría que el mal no fuera juzgado, condenado ni castigado, no sería un gobierno perfecto, no sería el gobierno de Dios.

Es vano fundar argumentos en puntos de vista unilaterales sobre la bondad, la bondad y la misericordia de Dios. Bendito sea Su Nombre, Él es bondadoso y bueno y misericordioso y benévolo, paciente y lleno de compasión. Pero Él es santo y justo, justo y verdadero; y "ha señalado un día en el cual juzgará al mundo [la tierra habitable, oikoumenen ] con justicia, por aquel varón a quien ha ordenado; de lo cual ha dado seguridad [dado prueba, pistin ] a todos, en que lo resucitó de entre los muertos". ( Hechos 17:1-34 .)

Sin embargo, debemos cerrar esta sección; pero, antes de hacerlo, creemos que es nuestro deber llamar la atención del lector sobre un punto muy interesante en relación con el versículo 13 de nuestro capítulo. “Jehová te pondrá por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si oyeres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para guardar y para hacerlos.

Esto, sin duda, se refiere a Israel como nación. Están destinados a ser la cabeza de todas las naciones de la tierra. Tal es el propósito seguro y establecido y el consejo de Dios con respecto a ellos. y perdidos entre las naciones, sufriendo las terribles consecuencias de su persistente desobediencia, durmiendo, como leemos en Daniel 12:1-13 , en el polvo de la tierra; sin embargo, como nación, se levantarán y brillarán en una gloria mucho más brillante que la de Salomón.

Todo esto es benditamente cierto y está establecido, más allá de toda duda, en múltiples pasajes de Moisés, los Salmos, los profetas y el Nuevo Testamento. Pero, al mirar: a través de la historia de Israel, encontramos algunos ejemplos muy llamativos de individuos a quienes se les permitió y capacitó, por la gracia infinita, para hacer suya la preciosa promesa contenida en el versículo 13, y eso también en condiciones muy oscuras y deprimentes.

períodos de la historia nacional, cuando Israel, como nación, era la cola y no la cabeza. Solo le daremos al lector uno o dos ejemplos, no solo para ilustrar nuestro punto, sino también para presentarle un principio de inmensa importancia práctica y aplicación universal.

Volvamos, por un momento, a ese encantador librito de Ester, un libro tan poco entendido o apreciado, un libro que, podemos decir con verdad, llena un nicho y enseña una lección que ningún otro libro hace. Pertenece a una época en que, con toda seguridad, Israel no era cabeza, sino cola; pero, no obstante, presenta a nuestra vista el cuadro muy edificante y alentador de un hijo individual de Abraham que se comporta de tal manera que alcanza la posición más alta y obtiene una espléndida victoria sobre el enemigo más amargo de Israel.

En cuanto a la condición de Israel, en los días de Ester, era tal que Dios no podía reconocerlos públicamente. Por eso es que Su nombre no se encuentra en el libro, de principio a fin. El gentil era la cabeza e Israel la cola. la relación entre Jehová e Israel ya no podía ser propiedad pública; pero el corazón de Jehová jamás podría olvidar a Su pueblo; y podemos agregar, el corazón de un israelita fiel nunca podría olvidar a Jehová o Su santa ley; y estos son sólo los dos hechos que caracterizan especialmente a este interesantísimo librito.

Dios estaba actuando por Israel tras bambalinas, y Mardoqueo estaba actuando por Dios antes de bambalinas. Es digno de mención que ni el mejor Amigo de Israel, ni su peor enemigo, se menciona una vez en el libro de Ester; y, sin embargo, todo el libro está lleno de actuaciones de ambos. El dedo de Dios está estampado en cada eslabón de la maravillosa cadena de la providencia; y, por otro lado, la amarga enemistad de Amalec se manifiesta en la cruel trama de la altiva Agagite.

Todo esto es intensamente interesante. De hecho, al salir del estudio de este libro, bien podemos decir: "¡Oh! Escenas que sobrepasan las fábulas y, sin embargo, son verdaderas". Ningún romance podría exceder en interés esta sencilla pero bendita historia. Pero no debemos extendernos, por mucho que nos gustaría hacerlo. el tiempo y el espacio lo prohíben. Simplemente nos referimos a él ahora para señalar al lector el valor indecible y la importancia de la fidelidad individual, en un momento en que la gloria nacional se desvanecía y se desvanecía.

Mardoqueo se mantuvo firme como una roca por la verdad de Dios. Se negó con firme decisión a poseer a Amalek. Salvaría la vida de Asuero y se inclinaría ante su autoridad como expresión del poder de Dios; pero él no se inclinó ante Hamán. Su conducta, en este asunto, estuvo gobernada simplemente por la palabra de Dios. La autoridad para su proceder se encontraba en este bendito libro de Deuteronomio.

Acordaos de lo que os hizo Amalec en el camino, cuando salisteis de Egipto; cómo te salió al encuentro en el camino, y te hirió en la retaguardia, aun a todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas fatigado y fatigado; y no temía a Dios"aquí estaba el verdadero secreto de todo el asunto "por tanto, cuando Jehová tu Dios te haya dado reposo de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios da en heredad para que la poseas, Borra la memoria de Amalec de debajo del cielo, no te olvides de ella". ( Deuteronomio 25:17-19 .)

Esto era lo suficientemente claro para cada oído circuncidado, cada corazón obediente, cada conciencia recta. Igualmente distinto es el lenguaje de Éxodo 17:1-16 . “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y enséñalo a oídos de Josué; porque yo destruiré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.

Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre JEHOVÁ-nissi [el Señor mi estandarte], porque dijo: Por cuanto el Señor ha jurado que el Señor tendrá guerra contra Amalec de generación en generación.” (Vers. 14- dieciséis.)

Aquí entonces estaba la autoridad de Mardoqueo por negarse a inclinar la cabeza hacia el agagueo. ¿Cómo podría un miembro fiel de la casa de Israel inclinarse ante un miembro de una casa con la que Jehová estaba en guerra? Imposible. Podía vestirse de cilicio, ayunar y llorar por su pueblo, pero no podía, no quería, no se atrevía a inclinarse ante un amalecita. Podría ser acusado de presunción, obstinación ciega, intolerancia estúpida y estrechez de miras despreciable; pero con eso no tenía nada que hacer.

Podría parecer la locura más inexplicable negar la señal común de respeto al más alto noble del reino; pero ese noble era amalecita, y eso bastó a Mardoqueo. La aparente locura fue la simple obediencia.

Esto es lo que hace que el caso sea tan interesante e importante para nosotros. Nada puede eliminar nuestra responsabilidad de obedecer la palabra de Dios. Podría decirse a Mardoqueo que el mandamiento sobre Amalek era cosa del pasado, con referencia a los días felices de Israel. Fue muy correcto que Josué peleara con Amalek; Saúl también debió haber obedecido la palabra de Jehová en lugar de perdonar a Agag; pero ahora todo había cambiado; la gloria se apartó de Israel, y era perfectamente inútil intentar actuar sobre Éxodo 17:1-16 o Deuteronomio 27:1-26 .

Todos esos argumentos, estamos seguros, no tendrían ningún peso para Mardoqueo. Le bastaba que Jehová hubiera dicho: " Acuérdate de lo que hizo Amalec... No lo olvides". ¿Cuánto tiempo duró esto? "De generación en generación. La guerra de Jehová contra Amalek nunca cesaría hasta que su mismo nombre y recuerdo fueran borrados de debajo del cielo. ¿Y por qué? Por su trato cruel y despiadado hacia Israel.

¡Tal fue la bondad de Dios hacia su pueblo! Entonces, ¿cómo podría un israelita fiel inclinarse ante un amalecita? Imposible. ¿Podría Josué inclinarse ante Amalek? No. ¿Samuel? No; "Él cortó a Agag en pedazos delante del Señor en Gilgal". Entonces, ¿cómo podría Mardoqueo inclinarse ante él? No podía hacerlo, costara lo que costara. No le importaba que la horca fuera erigida para él. Podría ser ahorcado, pero nunca podría rendir homenaje a Amalec.

Y cuál fue el resultado? ¡Un triunfo magnífico! Allí estaba el orgulloso amalecita cerca del trono, disfrutando del sol del favor real, jactándose de sus riquezas, su grandeza, su gloria, y a punto de aplastar bajo su pie a la simiente de Abraham. Allí, por otro lado, yacía el pobre Mardoqueo en cilicio, ceniza y lágrimas. ¿Que podía hacer? Podía obedecer. No tenía ni espada ni lanza; pero él tenía la palabra de Dios, y simplemente obedeciendo esa palabra, obtuvo una victoria sobre Amalek tan decisiva y espléndida en su forma, como la obtenida por Josué, en Éxodo 17:1-16 , victoria que Saúl no logró obtener , aunque rodeado por una hueste de guerreros seleccionados de las doce tribus de Israel.

Amalec trató de ahorcar a Mardoqueo; pero en lugar de eso, se vio obligado a actuar como su lacayo y conducirlo con todo menos pompa y esplendor reales por las calles de la ciudad. “Y Amán respondió al rey: Para el varón cuya honra desea el rey, tráiganse las vestiduras reales con que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta sobre su cabeza. y que este vestido y este caballo sean entregados en mano de uno de los príncipes más nobles del rey, para que vistan al varón con el cual el rey desea honrar, y lo lleven a caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él Así se hará al varón cuya honra desea el rey.

Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, y toma el vestido y el caballo, como has dicho, y haz lo mismo con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta del rey; que nada falte a todo lo que has dicho. Entonces tomó Amán la ropa y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo llevó a caballo por la plaza de la ciudad, y pregonó delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey. Y Mardoqueo volvió a la puerta del rey. Pero Amán se apresuró a su casa enlutado y con la cabeza cubierta".

Aquí, seguramente Israel era la cabeza y Amalek la cola de Israel, no nacionalmente sino individualmente. Pero esto fue solo el comienzo de la derrota de Amalek y de la gloria de Israel. Amán fue colgado en la misma horca que había erigido para Mardoqueo, "Y Mardoqueo salió de la presencia del rey con vestiduras reales de azul y blanco, y con una gran corona de oro, y con un vestido de lino fino y púrpura: y la ciudad de Susa se regocijó y se alegró".

Esto tampoco fue todo. El efecto de la maravillosa victoria de Mardoqueo se sintió a lo largo y ancho de las ciento veintisiete provincias del imperio. En cada provincia y en cada ciudad, dondequiera que llegó el mandamiento del rey y su edicto, los judíos tuvieron gozo y alegría, fiesta y buen día. Y mucha gente de la tierra se hizo judía, porque cayó sobre ellos el temor de los judíos. .

" Y, para colmo, leemos que "Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y aceptado por la multitud de sus hermanos, buscando las riquezas de su pueblo, y hablando de paz a toda su descendencia".

Ahora bien, lector, ¿no nos prueba todo esto, de la manera más sorprendente, la inmensa importancia de la fidelidad individual? ¿No está eminentemente calculado para animarnos a defender la verdad de Dios, cueste lo que cueste? ¡Solo vean qué maravillosos resultados siguieron a las acciones de un solo hombre! Muchos podrían haber condenado la conducta de Mardoqueo. Podría haber parecido una obstinación inexplicable rechazar una simple muestra de respeto al más alto noble del imperio. Pero no fue así. Era simple obediencia. Fue una decisión de Dios, y condujo a la victoria más magnífica, cuyo botín fue cosechado por sus hermanos en los confines de la tierra.

Para mayor ilustración del tema sugerido por Deuteronomio 28:13 , debemos referir al lector a Daniel 3:1-30 y Daniel 6:1-28 allí verá qué resultados moralmente gloriosos se pueden alcanzar por la fidelidad individual al verdadero Dios. , en un momento en que la gloria nacional de Israel se había ido; su ciudad y templo en ruinas.

Los tres dignos se negaron a adorar la imagen dorada. Se atrevieron a enfrentar la ira del rey, a resistir la voz universal del imperio, sí, a enfrentar el horno de fuego en sí, en lugar de desobedecer. Podían entregar la vida, pero no podían entregar la verdad de Dios.

Y cuál fue el resultado? ¡Una espléndida victoria! Pasaron por el horno con el Hijo de Dios, y fueron llamados del horno como testigos y siervos del Dios Altísimo. ¡Glorioso privilegio! ¡Maravillosa dignidad! Y todo el simple resultado de la obediencia. Si hubieran ido con la multitud e inclinado la cabeza en adoración al dios nacional, para escapar del horno terrible, ¡mira lo que habrían perdido! Pero, bendito sea Dios, se les permitió mantenerse firmes en la confesión de la gran verdad fundamental de la unidad de la Deidad, esa verdad que había sido pisoteada en medio de los esplendores del reinado de Salomón; y el testimonio de su fidelidad ha sido escrito para nosotros por el Espíritu Santo, a fin de alentarnos a hollar, con paso firme, el camino de la devoción individual, frente a un mundo que odia a Dios y rechaza a Cristo, y frente a una cristiandad que descuida la verdad. Es imposible leer la narración sin que todo nuestro ser renovado se agite y se extienda en un ferviente deseo de una devoción personal más profunda a Cristo y su preciosa causa.

Similar debe ser el efecto producido por el estudio de Daniel 6:1-28 . No podemos permitirnos citar o extendernos. Solo podemos recomendar el registro conmovedor a la atención del lector. Es extraordinariamente bueno, y proporciona una espléndida lección para estos días de profesión suave, autoindulgente y tranquila, en la que a la gente no le cuesta nada dar un asentimiento nominal a las verdades del cristianismo; pero en el que, no obstante, hay tan poco deseo o disposición para seguir, con una decisión de todo corazón, a un Señor rechazado, o para rendir una obediencia incondicional y sin vacilaciones a sus mandamientos.

¡Qué refrescante, ante tanta indiferencia despiadada, leer sobre la fidelidad de Daniel! Él, con decisión inquebrantable, persistió en su santa costumbre de orar tres veces al día, con la ventana abierta hacia Jerusalén, aunque sabía que el foso de los leones era la pena de su acto. Pudo haber cerrado su ventana y corrido sus cortinas y retirado a la privacidad de su habitación para orar, o pudo haber esperado la hora de la medianoche cuando ningún ojo humano podía ver, ni oído humano escucharlo.

Pero no; este amado siervo de Dios no escondería su luz debajo de una cama o un celemín. Había un gran principio en juego. ¿No era simplemente que lo haría? orar al único Dios vivo y verdadero, pero oraría con " sus ventanas abiertas hacia Jerusalén". ¿Y por qué "hacia Jerusalén"? Porque era el centro de Dios. Pero estaba en ruinas. Cierto, por el momento y visto desde un punto de vista humano.

Pero para la fe, y desde un punto de vista divino, Jerusalén era el centro de Dios para su pueblo terrenal. Fue y será, más allá de toda duda. Y no sólo eso, sino que su polvo es precioso a Jehová; y por eso Daniel estaba en plena comunión con la mente de Dios cuando abrió sus ventanas hacia Jerusalén y oró. Tenía escritura para lo que hizo, como el lector puede ver al referirse a 2 Crónicas 6:1-42 .

Si se vuelven a ti de todo su corazón y de toda su alma en la tierra de su cautiverio, adonde los llevaron cautivos, y oran hacia la tierra que diste a sus padres, y hacia la ciudad que tú escogiste , , y hacia la casa que he edificado a tu nombre".

Aquí estaba la orden de arresto de Daniel. Esto fue lo que hizo, independientemente de las opiniones humanas; y completamente sin importar, también, los dolores y las penas. Preferiría ser arrojado al foso de los leones que entregar la verdad de Dios. Prefiere ir al cielo con una buena conciencia que quedarse en la tierra con una mala.

Y cuál fue el resultado? ¡Otro triunfo espléndido! "Daniel fue sacado del foso, y no se halló en él daño alguno, PORQUE CREÍA EN SU DIOS".

¡Bendito siervo! ¡Noble testigo! Seguramente él era la cabeza, en esta ocasión, y sus enemigos la cola. ¿Y cómo? Simplemente por la obediencia a la palabra de Dios. Esto es lo que consideramos de gran importancia moral para nuestros días. Es para ilustrar y hacer cumplir esto que nos referimos a esos brillantes ejemplos de fidelidad individual en un momento en que la gloria nacional de Israel estaba en el polvo, su unidad se había ido y su gobierno se había roto.

No podemos dejar de considerar como un hecho lleno de interés, lleno de aliento, lleno de poder sugerente, que en los días más oscuros de la historia de Israel como nación tenemos los ejemplos más brillantes y nobles de fe y devoción personal. Presionamos fervientemente sobre esto a la atención del lector cristiano. Lo consideramos eminentemente calculado para fortalecer y alegrar nuestros corazones al defender la verdad de Dios en un momento como el presente, cuando hay tanto que nos desalienta en la condición general de la iglesia profesante.

No es que hayamos de buscar resultados tan rápidos, llamativos y espléndidos como los que se realizaron en aquellos casos a que nos hemos referido. Esta no es de ninguna manera la pregunta. Lo que tenemos que mantener ante nuestros corazones es el hecho de que, sin importar cuál pueda ser la condición del ostensible pueblo de Dios en un momento dado, es el privilegio del hombre de Dios individual hollar el camino angosto y cosechar el precioso frutos de la sencilla obediencia a la palabra de Dios ya los preciosos mandamientos de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Esto, nos sentimos persuadidos, es una verdad para el día. ¡Que todos sintamos su poder sagrado! Estamos en peligro inminente de rebajar el nivel de devoción personal debido a la condición general. Este es un error fatal; sí, es la sugerencia positiva del enemigo de Cristo y de su causa. Si Mardoqueo, Sadrac, Mesac, Abed-nego y Daniel hubieran actuado así, ¿cuál hubiera sido el resultado?

¡Ay! no; Lector, siempre debemos tener en cuenta que nuestro único gran negocio es obedecer y dejar los resultados con Dios. Puede complacerle permitir que Sus siervos vean resultados sorprendentes, o puede considerar adecuado permitirles esperar ese gran día que se acerca cuando no habrá peligro de que nos envanezcamos al ver cualquier pequeño fruto de nuestro testimonio. Sea como fuere, es nuestro deber claro y obligado hollar ese camino brillante y bendito que nos indican los mandamientos de nuestro precioso y adorable Señor y Salvador Jesucristo.

¡Que Dios nos capacite, por la gracia de Su Espíritu Santo, para hacerlo! Que nos aferremos a la verdad de Dios con un propósito de corazón, sin tener en cuenta las opiniones de nuestros semejantes que puedan acusarnos de estrechez, fanatismo, intolerancia y cosas por el estilo. Sólo tenemos que seguir adelante con el Señor.

Continúa después de la publicidad

Nuevo Testamento