Jeremias 43:8-13

8 Entonces vino la palabra del SEÑOR a Jeremías, en Tafnes, diciendo:

9 “Toma en tus manos piedras grandes, escóndelas en la mezcla del pavimento de ladrillos a la entrada de la casa del faraón en Tafnes, a vista de los hombres judíos,

10 y diles que así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: ‘He aquí que yo enviaré y tomaré a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y él extenderá su pabellón sobre ellas.

11 Vendrá y golpeará la tierra de Egipto: los que a muerte, a muerte; los que a cautividad, a cautividad; los que a espada, a espada.

12 Prenderá fuego a las casas de los dioses de Egipto y las incendiará, y a ellos los llevará cautivos. Limpiará la tierra de Egipto, como un pastor limpia su ropa, y saldrá de allí en paz.

13 Además, romperá los obeliscos de Heliópolis, la cual está en la tierra de Egipto, e incendiará los templos de los dioses de Egipto’”.

¿Cómo pueden estos versículos hablar de la invasión de Nabucodonosor cuando no hay evidencia de que haya sucedido?

PROBLEMA: Según esta profecía de Jeremías, Nabucodonosor atacaría y devastaría Egipto. Sin embargo, los historiadores griegos no mencionaron este evento, y no parece haber suficiente evidencia histórica para corroborar la afirmación de que alguna vez hubo tal invasión. ¿Es esto un error en el registro bíblico de la historia?

SOLUCIÓN: No, no hay error histórico. Hasta hace poco, el único testimonio de historiadores antiguos era el registro de Josefo, el historiador judío. Los eruditos modernos rechazaron el testimonio de Josefo como una invención para apoyar las Escrituras Hebreas. Sin embargo, un pequeño fragmento de una crónica babilónica de alrededor del 567 a. C. confirma tanto el registro de Josefo como el registro bíblico sobre la invasión de Egipto por parte de Nabucodonosor. También hay confirmación de una inscripción en la estatua de Nes-hor, gobernador del sur de Egipto bajo Hofra. Nabucodonosor ciertamente invadió y devastó Egipto como lo había profetizado Jeremías.

Continúa después de la publicidad