David y Betsabé

Esta narrativa es de gran valor. Muestra la fidelidad y la alta moralidad del historiador, que relata, sin un solo intento de paliativo, este capítulo escandaloso de la historia del gran rey. Además, la posición del profeta, incluso en estos primeros días, como la "conciencia" del individuo o de la nación, está claramente descrita. Lo que Natán es para David, Elías (con el mismo valor) lo es para Acab. En otras naciones, incluso en épocas muy posteriores, tal acto, si lo hubiera cometido un rey poderoso, habría pasado desapercibido o sin culpa.

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