Cuando Atalía, la madre de Ocozías, etc.— La consideración del destino que corrió a estas familias reales, es suficiente para agradecer a Dios por haber nacido de padres más humildes. Toda la descendencia de Jeroboam, Baasa y Acab, reyes de Israel, fue cortada por su idolatría; y los reyes de Judá, habiendo contraído afinidad con la casa de Acab, y habiendo sido seducidos por ellos en el mismo crimen, fueron tan destruidos por tres masacres sucesivas, que sólo quedó una: porque, primero Joram mató a todos sus hermanos, luego Jehú mató a todos los hijos de su hermano, y ahora Atalía destruye a todos los demás con los que se encuentran sus verdugos.

Enfurecida al ver que la familia de Acab había sido cortada, decidió vengarse de la casa de David. Como pertenecía a la familia de Acab, tenía motivos para sospechar que Jehú, que tenía la comisión de extirpar a todos, no tardaría en llamarla; por tanto, su única forma de protegerse contra él era usurpar el trono; pero sabía que no podía hacerlo sin destruir a toda la progenie real, que no era partidaria de la adoración de Baal, que había instigado y estaba resuelta a mantener.

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