Les gustó: como sea, etc.— El comportamiento de David hacia Abner tuvo su éxito. La sinceridad de su dolor fue vista por todo el pueblo, y fue universalmente absuelto de toda culpa en su muerte: ni esto fue todo; se preocupó de avisar a sus siervos, y sin duda ellos se encargaron de informar a la gente, que nada más que la condición débil e inestable de sus asuntos, 2 Samuel 3:39 le impedía ejecutar una justa venganza sobre el autor de la misma. En resumen, todo su comportamiento en esta ocasión dio gran satisfacción a su pueblo, al igual que cada parte de su conducta. Todo lo que hizo el rey agradó a todo el pueblo.¡Rara felicidad de los príncipes! o, debo agregar? Felicidad peculiar de David! La caída de un hombre como Abner debe inspirar a todas las mentes reflexiones graves y serias: ¡ Un gran hombre caído! ¡Caído por una traición tan inesperada y tan sorprendente! en el mismo instante de volver a su deber; y en el ojo de una gran revolución, ¡aparentemente dependiendo de su destino! —Cierto: —pero entonces este gran hombre jugó con la vida de sus hermanos; y tal vez se opuso deliberadamente a los dictados de su conocido deber para con los dioses durante una serie de años.

Derramó la primera sangre derramada en esta guerra civil. En cuanto a David, evidentemente declinó toda ocasión de combate con sus adversarios: oímos hablar de él en ninguna parte de Hebrón durante todo el curso de esta larga guerra civil. Seguramente esto puede contarse entre sus felicidades, nunca haber desenvainado su espada sobre un tema en una contienda de siete (y una guerra de cinco) años de continuidad. Es cierto que Abner había vuelto ahora a su deber; pero es tan cierto que volvió a él ahora, como se apartó de él antes, por resentimiento y por motivos de ambición, interés y venganza. Él conocía bien los propósitos y declaraciones de Dios en relación con David, y sin embargo, deliberadamente se opuso a ellos. Y es solo en los nombramientos de la Providencia, (y nada es más conspicuo en su gobierno del mundo, ) no permitir que los malvados hagan ese bien por motivos incorrectos, que una vez obstruyeron por los mismos principios. Las ocasiones del deber, una vez notoriamente descuidadas, rara vez regresan, al menos a la misma ventaja. Nadie rechace el bien que está en su poder; si lo hace una vez, ya no es digno de ser el feliz instrumento en la mano de Dios para llevarlo a cabo.

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